Identificador
34869_03_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 49' 44.33'' , -4º 40' 47.38''
Idioma
Autor
Eduardo Cima González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Villaverde de la Peña
Municipio
Santibáñez de la Peña
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA PARROQUIA DE NUESTRA SEÑORA de las Candelas es un templo de planta rectangular, con una sola nave dividida en cuatro tramos de diversos tamaños que están separados por fajones apuntados y cubiertos con bóvedas de terceletes. El más oriental de ellos, a través del cual se accede a la sacristía -en el costado meridional-, tiene las funciones de presbiterio, aunque no se distingue del resto más que por su orientación y por la mayor luminosidad, muy escasa en todo el recinto. Al interior se accede por una portada abierta en el penúltimo tramo del muro de la epístola, cobijada bajo un tejado volado que se sustenta en dos columnas y en un murete, apéndice del hastial occidental, donde también apoyan las rampas de escalera que llevan al segundo piso de la torre. Ésta, por su parte, tiene la misma anchura que la iglesia, a cuyo hastial está adosada, siendo el cuerpo bajo una prolongación de la nave usado como baptisterio. La caja muraria está edificada, casi en su totalidad, con buena sillería de color dorado, reforzada en las junturas de los tramos y en las esquinas del ábside por contrafuertes, y coronada perimetralmente con un alero sobre canes sin decoración esculpida. Transmite a simple vista una apariencia de unidad estructural (lograda por la homogeneidad de los materiales y no traicionada por disparidad estilística en los motivos ornamentales, muy exiguos), que en realidad es incierta. Un análisis pormenorizado de la planta y de los alzados, avalado por algunos otros detalles, ponen de manifiesto la existencia de dos partes bien diferenciadas en el edificio: la torre y dos tramos finales conforman la más antigua, vestigios de una iglesia primigenia, posiblemente tard o rrománica; el ábside y su tramo anterior, todo el abovedamiento y la portada (abierta en la fábrica primitiva), pertenecen a una segunda fase constructiva gótica de finales del siglo XV, en la que el templo precedente fue transformado parcialmente con estos elementos. Quirino Fernández considera la torre como un resto conservado del monasterio de San Román, aunque desconocemos el criterio o dato fundamentador de esta afirmación. Es un paralelepípedo de base cuadrangular, cubierto con tejado a cuádruple vertiente, formado por tres cuerpos de desigual desarrollo que quedan marcados por el mayor lado del subyacente y por una imposta de sección recta separadora de los culminantes. Sólo el superior está calado, por pares de esbeltas troneras de medio punto, trasdosadas por una moldura biselada y abrazadas a la altura de los salmeres por un listel corrido. Carecen de este moldeamiento las caras occidental y meridional, reconstruidas recientemente de modo simple, tras un derrumbamiento, con materiales distintos a la original piedra grisácea oscura (propia de la comarca de Cervera de Pisuerga) que es visible en el intradós de los otros arcos, única zona de la torre donde el moderno revocado de cemento no enmascara los paramentos externos. Se sube al campanario por una escalera de madera, accesible desde un postigo en la fachada sur del segundo piso, al que se llega por la antedicha escalera pétrea adosada al murete. El cuerpo bajo, por lo tanto, es independiente de los demás habitáculos de la torre, siendo un espacio (techado con rústica bóveda de cañón hecha de mampostería) en franca comunicación con la iglesia, donde está integrado sin artificios. Obtiene su iluminación a través de una interesante aspillera que rasga la pared meridional y se derrama hacia afuera, recordando ligeramente en su conformación las de los ábsides laterales de Cozuelos. Los tramos que del primitivo templo se mantuvieron en pie muestran una excelente sillería, aparejada en isódomas hiladas, signadas con abundantes y variadas marcas de cantería, también presentes en el muro prolongación del hastial, pero invisibles en el interior, donde el enlucido oculta el acabado de las paredes. En un sillar de la fachada norte, cercano al alero (moldurado con caveto y soportado por canecillos), puede apreciarse el único motivo figurado de la obra románica: la silueta de un bóvido conseguida por el rehundido de su contorno. De cómo serían el resto de la nave y la cabecera poco podemos decir con certeza, salvo que aquélla debió estar cubierta con una bóveda (previa a la unificadora estrellada colocada en las reformas), de cuya existencia dan testimonio los estribos. En su lugar se construyó el actual ábside y su tramo anterior, ambos de las mismas proporciones, que sobrepasan en altura y anchura la fábrica precedente. Sin embargo, se adaptan a ella sin disonancia, a lo que contribuyen el uso de una sillería -acaso reutilizada- de pareja calidad (excepto en el testero y en uno de los paños septentrionales, levantados con mampuestos), la similitud de los aleros en todo el perímetro, y el disimulo del pequeño rincón, en la fachada principal, con el voladizo que protege la portada. Ésta queda encuadrada en un alfiz rematado por pináculos con cardinas. Es abocinada, con dos arquivoltas apuntadas que descansan en columnas con capiteles vegetales, y guardapolvo decorado con lises, en una faceta, y follaje salpicado de pequeñas figuras de animales (perros, puercos y dragones), en la otra. Por sus características, pueden fecharse las obras de remodelación en las postrimerías del siglo XV. De hecho los motivos ornamentales recuerdan a otras toscas portadas de la zona como Recueva de la Peña y Baños de la Peña, si bien la calidad de la labra en este caso se corresponde con los canteros de Traspeña de ca. 1500. Por último hay que señalar la existencia de una pila bautismal de cronología románica que se halla instalada en el cuerpo inferior de la torre. Está tallada en un bloque monolítico de caliza blancuzca, de cuya masa prismática de sección rectangular se sacó la cuba por somero desbastamiento de las aristas. El seno para el agua es octogonal. No tiene más ornato que una incisión en el borde y un baquetón en la base, apeando sobre un podio cuadrangular con las esquinas decoradas (al estilo de las pilas de Valcobero y Cembreros) a base de resaltos figurando hojas replegadas. Su estado de conservación es bastante bueno.