SITUADO DENTRO DEL CASERÍO DE LA LOCALIDAD, en plaza abierta y sin ningún edificio adosado, el templo de Nuestra Señora de La Asunción presenta un aspecto exterior condicionado por reformas y enmascaramientos que ocultan las pocas huellas que aún se conservan de su fábrica original. El interés que reúne sin embargo esta iglesia radica en convertirse en uno de los escasos testimonios de la comarca donde los materiales, técnicas y formas empleadas difieren de ese fenómeno de albañilería medieval, que viene conociéndose como mudéjar. Quedaba recogida en 1936 una impresión de este templo: “El exterior, enlucido a conciencia, no deja ver detalles. Entrada mudéjar. Ábside románico”, que se correspondería con su apariencia actual, donde la cabecera presenta tramo recto y curvo realizados, parece, en mampostería enfoscada, disponiendo en las esquinas -aún visibles en el flanco meridional- sillares de buen corte. Más sillería encontramos en este muro, reservada para el conjunto de la portada, contando especial interés la parte superior, hoy oculta por un añadido, donde se pone de manifiesto su disposición en saledizo, con cornisa abiselada, siendo perceptibles en algunos sillares unas marcas de cantería magníficamente conservadas. La portada se compone de cuatro arcos de medio punto de arista viva, que arrancan sobre una sencilla imposta en bisel que recorre todo el muro y son trasdosados por un guardapolvos de similar hechura. La presencia de un grueso enjalbegado en esta parte, dificulta la lectura detallada de las formas, haciéndose esto más patente en las piezas que parecen presentar decoración esculpida. Así, la jamba que sostiene el menor de los arcos, en su parte oriental, luce una suave moldura abocelada, siendo las piezas más destacadas de estos trabajos los capiteles del segundo arco, que hoy aparecen como ménsulas, y posiblemente formasen parte de columnas completas, en disposición acodillada, que alternarían con jambas sencillas en los arcos contiguos; parecen adivinarse formas vegetales en ellos, siendo arriesgado aventurar aspectos más precisos de su talla. Continua el comentario de la citada excursión refiriéndose al interior, donde encuentra el “Cuerpo de la iglesia reformado por bóvedas del XVIII. En el altar mayor un retablo de escultura de principios del XVII y otro de pintura de la segunda mitad del XVI”; resulta efectivamente muy transformado el interior de esta iglesia, confirmando la organización de la cabecera vista al exterior, donde un esbelto arco toral da paso al presbiterio con tramo recto abovedado y tramo curvo que remata en un cuarto de esfera, organizados por un fajón. El toral se compone de una triple rosca doblada de medio punto que apea en semicolumnas muy estilizadas; éstas, que apoyan en un alto basamento, cuentan con unas basas de líneas áticas sobre plinto, fuste liso y unos capiteles -que han corrido la misma suerte de enmascaramiento de su aspecto original a base de capas de cal que los vistos en la portada- donde se intuye un collarino circular que da paso unos equino y ábaco de apariencia abiselada, este último muy desarrollado. Lo fragmentado y oculto de este conjunto dificultan su datación, pudiendo esta aproximarse a mediados del siglo XIII.