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Pila bautismal

Identificador
40554_02_052
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 29' 14.74" , -3º 31' 15.62"
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santa María

Localidad
Maderuelo
Municipio
Maderuelo
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA ANTIGUA PARROQUIA de San Miguel Arcángel se sitúa en la zona baja de la villa, junto a la puerta occidental de la muralla y a la vera de la calle que desde ésta lleva a Santa María y la zona del castillo. Ante la escasez de parroquianos, fue transformada en ermita en 1782. Se trata de un pequeño templo románico, muy modificado y parcialmente rehecho, de planta basilical con breve nave y cabecera compuesta de un desarrollado presbiterio, abovedado con cañón reforzado por un fajón sobre repisas modernas con perfil de gola, y ábside semicircular cerrado con bóveda de horno, que parte como la anterior de una irregular imposta achaflanada. El conjunto, tanto lo que de románico persiste como el resto, se levanta en una mampostería a la que más hubiera convenido haber conservado su enfoscado, reservándose la sillería para el recercado de vanos, esquinales y contrafuertes. La cabecera, pese a mostrar un aparejo muy removido, es la zona que mejor mantiene su aspecto original, salvo las cubiertas y remates de muros, que parecen rehechos, lo que explica la anómala misma altura entre presbiterio y hemiciclo. En fotografías anteriores a la última restauración se observan las rozas de una estancia que tuvo adosada en el sector septentrional del hemiciclo. Se levanta éste sin zócalo visible, y muestra una saetera en el eje -labrada en un bloque- con derrame al interior, coronándose con alero compuesto de imposta abiselada soportada por sencillos canes decorados con motivos geométricos: simples nacelas, algunas escalonadas, nacela con bolas, dos y tres rollos, y cuarto de bocel, salvo uno con una tosca cabecita de lobo. En época moderna se reforzó el hemiciclo en su sector meridional con un aparatoso contrafuerte, horadado por un arco de medio punto para permitir el paso en torno al templo, pieza que forma ya parte de la imagen del edificio. Otros dos estribos, también posteriores y rematados en talud antes de alcanzar la cornisa, ciñen el presbiterio por su costado sur, recogiendo los esfuerzos del arco que genera el cascarón absidal y del fajón que divide la bóveda del tramo recto, amén de paliar el evidente desplome de esta parte del edificio. Se corona el muro con cornisa de tres filas de billetes soportada por canes de uno, dos y tres rollos, de mayor tamaño que los absidales, así como uno con nacelas escalonadas y otro restaurado. La nave, que combina la sillería de grandes bloques bien escuadrados en el esquinal con la mampostería, es obra moderna y en su muro meridional se abrió la portada, de arco de medio punto liso formado por grandes dovelas. En su aparejo, como en el del presbiterio, por todo el interior, en el muro perimetral e incluso en los edificios adyacentes, se reaprovecharon sillares y otras piezas ornamentadas del primitivo templo, con marcas de labra a hacha. Destacan entre ellas los sillares decorados con rosetas y florones, que suponemos parte de un primitivo alero o tejaroz a modo de metopas, según el esquema tan repetido en la provincia desde Ayllón hasta la capital. Encontramos, inscritas en clípeos más o menos elaborados, flores de cuatro, seis u ocho pétalos, otra con una especie de cruz florenzada y una retallada estrella de ocho puntas, piezas similares a las también descontextualizadas de Santa María, por lo que aunque la lógica nos sugiera que proceden del edificio que nos ocupa, no puede haber certidumbre en este extremo. Junto a ellas, se observan dos fragmentos de estelas discoideas, una dovela ornada con taqueado, un resto de capitel ornado con tallos entrelazados, un sillar con un alquerque, e incluso parte de un escudo decorado con un castillo, vestigio éste ya gótico que quizás correspondiese a una lauda o sepulcro. En el interior, además, vemos embutidos en el muro tres canecillos románicos, uno completo y decorado con un personaje masculino, otro con un músico soplando un instrumento de viento similar a un barrilillo y el último irreconocible. Al norte de la nave original se añadió, en época gótica, una capilla levantada en mampostería con refuerzo de sillares labrados a trinchante en los ángulos, cuya longitud fue prolongada en un tercio hacia el este hasta alcanzar el hemiciclo, y ello quizás cuando se reconstruyó la nave, pues la portada que le da acceso en el testero es similar a la principal. El origen de este espacio, donde al exterior son evidentes los grandes desniveles que ha de salvar, parece fue funerario, especie de panteón, dada la presencia de cuatro arcosolios rematados por arcos apuntados con muy rozadas chambranas aboceladas, sobre impostas de nacela; tres de ellos se disponen en el muro norte y el otro, aún ocupado por una moderna lauda con las armas de los Hermosa, en su muro sur. La altura de esta estancia fue elevada para voltear las bóvedas de lunetos que hoy la cierran, quedando como testigos ya sin función tres canecillos románicos, dos de proa de nave y otro con boceles superpuestos. La comunicación entre la nave de la iglesia y este espacio se realiza a través de un moderno formero de ladrillo, que sustituye y amplía una puerta anterior de la que resta el arranque de un arco rebajado. Poco es pues lo que podemos contemplar de este sencillo templo románico tras su azaroso proceso de ampliaciones y reformas, aunque lo conservado nos lo integra en la amplia nómina de humildes obras rurales de la provincia. Tanto Madoz como Quadrado se refieren a él como ermita, estando actualmente dedicado a fines culturales.