Identificador
47115_01_029
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 34' 50.02'' , -5º 1' 59.65''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Berceruelo
Municipio
Berceruelo
Provincia
Valladolid
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LAMENTABLEMENTE LA IGLESIA DE SAN JUAN ante Portam Latinam –cómo se refería a ella el diccionario de Madoz a mediados del siglo XIX– se encuentra en ruinas. Con objeto de sustituirla, en 1965 se levantó en el centro de la población un templo parroquial moderno. En la actualidad tan sólo se mantiene junto a sus muros el cementerio municipal. El templo experimentó una reforma integral en el siglo XVI. Entonces se planificó una iglesia de nave única que nunca llegó a abovedarse y capilla mayor rectangular cubierta con bóveda de terceletes. De la vieja construcción románica sólo se mantuvo el muro meridional englobado en la nueva caja muraria que aún puede contemplarse. Durante los siglos XVI y XVIII las transformaciones y obras de reparación fueron continuas. Centrándonos en la portada hay que señalar que hasta la ruina del edificio estuvo protegida por un pórtico del que hoy solamente queda el arranque de los muros delimitatorios, así como los mechinales y el saledizo en que apoyara el tejado. El muro, en otro tiempo enlucido, se compone de sillares de caliza, hasta la altura del arco, y con sillarejos y piezas reutilizadas de la iglesia precedente (entre ellas un fragmento de cornisa con tres canecillos), en la franja superior hasta el susodicho voladizo. Por su parte la puerta queda integrada en un lienzo bien diferenciado, tanto por el aparejo (sillares regulares) como por los materiales. Es de medio punto y consta de dos arquivoltas de sección cuadrada. Voltean sobre imposta de perfil achaflanado ornada con series de circunferencias secantes conteniendo hojas hexapétalas en el lado izquierdo y una trama reticular de rombos en el derecho, motivo que aparece también en las iglesias de Trigueros y Villafuerte. Ambas ornamentaciones, realizadas a bisel, responden –como ya señalara Felipe Heras–, a la pervivencia prerrománica. En el interior y en cada una de las jambas hay también un tramo de imposta, de igual sección y decoración que las descritas, aunque intercambiadas en su ubicación. Bajo la imposta exterior, la arquivolta apea en jambas y el arco en columnas adosadas. Estas últimas descansan en plinto cúbico, sobre el que se desarrollan basas muy deterioradas en las que aún se aprecian el toro y la hipertrofiada escocia que las componen, fuste cilíndrico de tres piezas, y capiteles rechonchos provistos de astrágalo y sobremontados por cimacios en los que se repiten los elementos geométricos que animan las impostas. Las cestas están decoradas con motivos figurados, concebidos de forma esquemática y esculpidos a bisel. Los intersticios que quedan entre las figuras se encuentran ocupados por estrellas o discos radiados de variado número de puntas. En la cesta de la izquierda hay cuatro cuadrúpedos que pudieran ser toros o leones, afrontados por parejas, de modo que las cabezas de las parejas coinciden en el ángulo, mientras que los animales del frente se oponen por los cuartos traseros. En la cesta de la derecha aparece un hombre con los brazos semiflexionados en cruz, bajo los cuales se alojan sendos animales recostados, y en cada lateral uno con la testa hacia la arista. Según Heras se trata de una representación del tema de Gilgamesh, aunque más bien parece responder al extendido iconograma del “señor de los animales”. La datación de la portada de Berceruelo ha estado protagonizada por la disyuntiva entre lo arcaico y lo arcaizante. De este modo las fechas propuestas oscilan entre las postrimerías del siglo XI (Martín González) y los primeros años del siglo XII (Heras). Años más tarde, en las páginas del Catálogo Monumental, se llamó la atención sobre una inscripción grabada en la segunda y la tercera dovelas de la arquivolta en donde se podría leer la fecha de 1173. Sin embargo, puesto que los dos números centrales del guarismo son idénticos entre sí y diferentes del primero que, evidentemente, es un uno, debe leerse el año 1773. El interesante retablo de fines del siglo XVI, que estuvo expuesto a la intemperie tras la ruina del edificio, fue finalmente trasladado al Museo Diocesano de Valladolid, donde se conserva.