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Capitel del interior del ábside

Identificador
31438_01_106
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 51' 53.70'' , -1º 22' 34.69''
Idioma
Autor
Javier Martínez de Aguirre
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de la Purísima Concepción

Localidad
Arce/Artzi
Municipio
Arce / Artzi
Provincia
Navarra
Comunidad
Navarra
País
España
Descripción
EL EDIFICIO, DE BELLAS PROPORCIONES, ha llegado hasta nuestros días íntegro, sin alteraciones de importancia, a no ser la sacristía, que se construyó en época posmedieval apoyada en el muro sur. El exterior se impone por su solidez, con un cuidado sillar en el que predominan los tonos grises y ocres de las canteras de la zona, de hiladas rectangulares con una media de 20 o 30 cm de galga. El exterior queda articulado por contrafuertes de poco menos de un metro de anchura y resalte entre 20 y 28 cm, que llegan hasta la cornisa. Otro rasgo destacable es la disposición escalonada de los distintos cuerpos, en cuatro niveles. La torre alcanza el hito más alto, mientras la cabecera es lo más bajo; entre ellos, con distintas alturas, se sitúan la nave y el anteábside. El lado norte, como es habitual, carece de huecos, pero cuenta con canecillos bajo la línea del alero, que se prolongan por el resto del templo, salvo la torre. Desde ésta al ábside se representan los siguientes temas: barril y dos cabezas de carnero en el primer tramo y una bola, cabeza de hombre y un diseño avolutado en los reconocibles del segundo. De los modillones del anteábside que se conservan identificamos un sogueado, una bola encintada y, ya en el semicírculo, cabezas humanas y monstruosas además de figuras sentadas. Los que asoman sobre el muro sur despliegan estos temas: una figura abriendo la boca, otra fragmentada, un tocador de arpa y hombre con libro abierto. Continúan en el siguiente tramo un animal, aunque parcialmente roto, un monstruo, dos hombres emparejados, hombre con barril y una cabeza devorando un cuerpo del que se ven las piernas. Cierra la serie una cabeza de animal situada sobre la puerta. La amplia imaginación de la escultura de los canes recuerda obras como Artaiz o Echano, por ejemplo. El ábside semicircular, cuya escasa altura actual puede deberse a la acumulación de tierra de la pendiente inmediata, carece de contrafuertes. Dispone tres ventanas unidas a la altura del cimacio de sus capiteles por una moldura. Están formadas por un arco de medio punto abocinado, compuesto por una arquivolta de bocel y una media caña lisa con chambrana. Apoyan en pequeñas columnas de fuste liso y capitel decorado con motivos vegetales que en la ventana derecha representan, por un lado, tres palmas con la nervadura bien marcada bajo un nivel de roleos y, por otro, palmas en los extremos y un entrelazo tosco; en la central, palmas sobre enmarques lisos en doble lanceta y una estilizada hoja cuyo tallo se ondula; y en la izquierda, más palmas dispuestas en dos alturas bajo volutas, interpretación popular del esquema corintio (el sexto capitel, liso, se repuso en la restauración). El interés del muro sur se concentra en la ventana y en la portada, con sus respectivos capiteles, además de la secuencia de canes del tejado y de la protección del acceso al templo. La ventana repite el modelo de las del ábside, salvo en la arquivolta exterior, que se decora con ajedrezado, y en la imposta, que no es lisa sino moldurada con acanaladuras horizontales. En el capitel de la derecha se esculpen cuatro aves, dos afrontadas y las otras montadas sobre las primeras; el izquierdo está ocupado por dos filas de palmas con sus volutas, de talla más elaborada que las del ábside. La puerta, siguiendo el modelo codificado en la época, se abre al tramo anterior al de los pies, resaltada entre contrafuertes (el resalte mide 3,83 m de frente y 0,65 de profundidad; el vano alcanza 1,50 m de anchura) y protegida por un vierteaguas. Sostienen la cornisa taqueada una serie de canecillos muy perdidos, algunos lisos y otros figurados, entre los que identificamos cabezas animales, humana y un contorsionista. Las tres arquivoltas con bocel y medias cañas más chambrana, que a pesar del deterioro conserva fragmentos de la decoración a base de roleos, dibujan arcos de medio punto. Completa el ornato de la arcada una hilera de bolas esculpidas en la media caña interior; en la exterior, aleatoriamente se suceden bolas, cabezas masculinas barbadas, piñas y otros motivos de difícil identificación. Este conjunto apoya en cuatro columnas de fuste liso, dos a cada lado, cuyas basas se han perdido o quedan ocultas bajo el actual pavimento. Los cimacios se decoran con tacos y roleos de palmetas, si bien el correspondiente a la jamba derecha ha desaparecido casi por completo. De este repertorio destaca la parte interior del primer capitel occidental, con una delicada talla en que se reconocen animales y monstruos (león, híbrido con cabeza humana encogullada y otra cabeza con tocado) entre la vegetación. Recuerda a soluciones ornamentales de cimacios característicos de la segunda mitad del siglo XII. Los dos capiteles exteriores de la portada representan un motivo de entrelazo vegetal, de ritmo espiral y talla profunda, de factura más fina que los reseñados hasta el momento. Recuerdan a soluciones languedocianas o incluso provenzales, propias de talleres formados en repertorios clásicos. Ambos enmarcan los dos capiteles interiores, los únicos historiados de esta iglesia, cuya interpretación ha sido discutida (en parte por el mal estado en que han llegado). Biurrun vio en ellos la plasmación de la parábola de las vírgenes prudentes y necias, mientras que Lojendio reconoció el tema románico del Cristo en majestad rodeado por el apostolado. Por su parte Omeñaca identificó el episodio de la Ascensión con la presencia de los apóstoles, interpretación que ha tenido éxito entre los analistas posteriores. En el capitel de la derecha se esculpe a Cristo erguido y vestido con rico manto, envuelto en una mandorla sogueada entre dos ángeles. Le acompañan cuatro personajes masculinos, uno en la cara interior y tres en la exterior, a los que hay que añadir otros siete representados en el otro capitel, si bien los dos personajes labrados en las esquinas nos han llegado fragmentados. A la luz de lo descrito se puede afirmar que estamos ante una representación de Cristo glorioso con el apostolado, en una iconografía típicamente románica, que bien puede representar la Ascensión, como planteó Omeñaca, ya que la presencia de once apóstoles habla de la muerte de Judas. Este tema cuenta con otra bella versión en un capitel del claustro románico de la catedral de Tudela. El análisis de estos relieves revela la mano de un maestro con recursos, aunque algo torpe, que trata con minuciosidad los rostros y la vestimenta, a la que dota de cenefas, broches y elaborados pliegues. A pesar de no ser un maestro de primer orden, conoce los procedimientos de los talleres más representativos que por entonces trabajaban en Navarra y especialmente en Pamplona. En cuanto a la filiación del autor de esta portada, Lojendio la relacionó con Artaiz, aunque el maestro que trabajó en este último monumento se expresaba con más vigor, mientras que Omeñaca propuso al maestro de San Juan de la Peña, cuya actividad se rastrea en lugares no tan lejanos de Arce, como Sangüesa o Huesca. Esta atribución ha de ser abandonada ya que no coinciden ni en la composición y distribución de los personajes dentro de las distintas caras del capitel, ni en el formato de los personajes, ni en el modo de realizar los plegados, ni en la representación de las anatomías (especialmente rostros y ojos). Como hemos adelantado, por el repertorio empleado y por las maneras de realizar la obra, más bien se acerca a fórmulas derivadas de la segunda oleada languedociana que se desarrolla durante el segundo tercio del siglo XII. La iglesia conserva la torre primitiva con el cuerpo de campanas prismático que se levanta sobre el tramo rectangular de la nave, donde existió un desaparecido coro elevado. Refuerzan sus ángulos y el centro del muro oeste contrafuertes muy planos. El sonido de las campanas se expande por los dos medios puntos abiertos en lo alto del paño oeste y otro en el lado sur. Al interior se percibe con nitidez la planta románica (14,64 x 8,56 m), que describe un rectángulo dividido en tres tramos coronados por la cabecera, que consta de un tramo recto y el medio círculo característico del momento. Tras la restauración quedó a la vista el sillar. Como apoyo de la cubierta se recurre a pilastras rectangulares, divididas en dos niveles por una doble moldura que se prolonga por todo el muro, excepto en el hastial. En determinados tramos se adorna con ajedrezado, a veces restaurado. Una segunda moldura dispuesta a media altura sirve para marcar el arranque de ventanas o arcos ciegos y, en cierta medida, resta esbeltez a la nave. Cubre el interior una bóveda de medio cañón rebajado, articulada por fajones sobre la nave y una bóveda de horno en la cabecera (ya se ha dicho que tanto el ábside como el anteábside alcanzan menor altura). El interior de la iglesia de Arce resulta muy variado no sólo por la doble línea de molduras a la que hemos aludido, sino también por las ventanas y arcos ciegos que rompen la pesadez de los muros y del ábside, espacio éste que además queda individualizado por su estructuración horizontal en tres niveles a base de molduras (el inferior, el central con ventanales y el cascarón). De los ocho arcos interiores existentes, sólo cinco enmarcan ventanas, mientras que los otros tres sirven para mantener la simetría de los elementos. Los cinco primeros se reparten por el centro del ábside (en triple ventanal), en el muro sur y en el hastial. Los ciegos, uno en el muro norte frente a la ventana meridional, y otros dos a cada lado del tramo recto de la cabecera. La elaboración también indica la importancia del lugar que ocupan, ya que los cuatro vanos laterales se resuelven con un arco de medio punto que descansa en capitel, columna y basa cuadrada, mientras que los tres abiertos en el frente del semicírculo son abocinados con chambrana de tacos y bocel, dobles columnas con sus correspondientes capiteles y basas. En todas las ventanas sobre el capitel descansa un ábaco liso que se prolonga por el paramento de encuadre. Este conjunto de capiteles contiene la decoración del interior del templo. Los dos de la arcada ciega del muro norte representan, uno, palmas con volutas y el otro, tallos curvos con piñas colgantes; los capiteles del siguiente arco muestran tallos sinuosos terminados en hojas digitadas por un lado, y por el otro, leones de tradición languedociana, inclinando la cabeza hacia el suelo bajo volutas. Pasemos a los del ábside. La ventana izquierda incluye palmas o palmetas hendidas con volutas. Al estar los vanos tan próximos, los capiteles intermedios son dobles. En la ventana central destaca el ornamentado con esquema de círculos que encierran flores con cuatro pétalos. Finalmente, la ventana derecha luce un motivo curioso de difícil identificación, con dos arcos que enmarcan elementos con incisiones. Ya en el muro sur hay que reseñar los capiteles del vano ciego, liso uno y el otro con roleos con palmetas, mientras que la ventana que se abre a continuación presenta palmas inscritas bajo volutas así como grandes hojas nervadas. Antes de terminar con el interior de esta iglesia hay que detenerse, por lo singular del caso, en el nicho abierto en el muro norte, junto a la cabecera, de poca profundidad (0,31) que alcanza 1,84 m de vano, apropiado para lucillo funerario. No sería descabellado pensar que el linaje de los Arce, con quienes hemos relacionado esta iglesia, lo hubieran escogido como lugar de enterramiento privilegiado. En este sentido hemos de recordar que en pleno siglo XII el panteón de la familia real en Leire adquirió la forma de dos arcos ciegos dispuestos muy cerca de la cabecera. En Arce, frente a este arcosolio hubo otro semejante, modificado cuando se hizo la sacristía. Más llamativos resultan los dos arcos apuntados, ciegos, situados en lo alto del muro norte, en los dos tramos occidentales de la nave, cuya función funeraria no es viable por la altura de su ubicación, aunque a ellos se accedía desde el desaparecido coro de madera. La puerta de acceso está enmarcada por un arco de medio punto. La iglesia cuenta con un bancal corrido y con una hermosa pila bautismal lisa, ubicada a los pies, que mide 1,05 m de altura y 0,87 cm de diámetro. La iglesia de Arce, por todo lo que se ha visto, se ajusta a los parámetros del románico rural, derivado de la gran empresa de la catedral de Pamplona, por lo que cabe considerarla del segundo tercio del siglo XII. Con todo, su concepción espacial, la proporción de sus cuerpos, la articulación y variedad de los elementos con abundancia de los arcos, sobre todo en el interior, la hacen especialmente interesante y rica, alejada de las soluciones codificadas y elementales en la arquitectura rural de la época.