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Canecillos en la cornisa de la fachada sur

Identificador
40550_01_021
Tipo
Fecha
Cobertura
40º 54' 21.92" , -4º 26' 11.38"
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Santo Tomás Apóstol

Localidad
Bercimuel
Municipio
Bercimuel
Provincia
Segovia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA PARROQUIA DE BERCIMUEL fue notablemente transformada por sucesivas reformas entre los siglos XVII y XIX, que fueron ampliando y renovando la fábrica, hasta prácticamente relegar a testimonial la románica. Suponemos por lo conservado que en la segunda mitad del siglo XII se erigió un templo de una sola nave, con cabecera de testero plano y pórtico dispuesto en la fachada septentrional, pues al norte de la iglesia y del arroyo que divide la población debía encontrarse el primitivo núcleo. La cabecera se levantó sobre zócalo de grandes bloques en mampostería con refuerzo de sillares labrados a hacha en los esquinales y encintado de la saetera, hoy cegada, que se abría en el eje. Fue recrecida en época moderna, rematándose sus muros con cornisa de gola y cerrándose a cuatro aguas, añadiendo un estribo al sur del testero. Es probable que de esta época -siglos XVII o XVIII- date la bóveda de cañón que la cubre, sobre imposta abiselada, aunque sí mantiene la triple arquería ciega, de arcos de medio punto, que anima los paramentos interiores de la capilla. Han perdido las columnas centrales sobre las que debían apoyar, quedando como pinjantes los capiteles, bajo cimacios abiselados. Los dos del muro norte son vegetales, con hojas lanceoladas de profundas acanaladuras a modo de nervios y espinoso tratamiento, siendo notable la diferencia de tamaño entre ellos. En el muro meridional la apertura de una ventana para dar luz a la capilla significó la desaparición de una de las piezas y 374 / B E R C I M U E L parte del arco, mostrando la subsistente una esquematización de entrelazos de cestería, con profundas oquedades y rosetas en las caras laterales. Este bárbaro capitel manifiesta una sorprendente similitud, hasta en su rudeza, con uno de los del atrio de la ermita burgalesa del Santo Cristo de Hinojar del Rey, cerca de Coruña del Conde. Nada resta de la nave ni del arco triunfal primitivo, sustituido por el actual de medio punto sobre pilastras con molduración clasicista. Si acaso podemos adivinar sus proporciones a tenor de la airosa espadaña dieciochesca que, en excelente sillería, se levantó en el hastial occidental, con dos troneras de medio punto y campanil rematado por frontón partido y adornos apiramidados. Ya en el siglo XIX debió transformarse el cuerpo del templo en la estructura de triple nave que hoy vemos, adaptando a tal fin el primitivo atrio y añadiendo otra colateral al sur, comunicándose ambas con la central mediante dos parejas de formeros de medio punto que apoyan en robustos pilares de sección rectangular. Finalmente, se añadió una sacristía al norte de la cabecera, levantada en sillarejo y con cubierta a un agua. La estructura del pórtico es aún perceptible en la fachada septentrional. Resta el muro de cierre oriental, alineado con el triunfal, así como el arco de medio punto que le daba acceso, sobre impostas achaflanadas y sólo visible al interior. Fuera, desde el antiguo espacio ocupado por el cementerio, se observa el esquinal de sillería, parte del banco corrido sobre el que se asentaba -con aristas aboceladas- e incluso el arranque de unos de los arcos. Sólo el sector oriental mantiene a duras penas su fábrica, pues el resto del muro fue remontado en el pasado siglo, como denuncia la modernidad del cemento. Es probable que al acceso central o lateral de este pórtico corresponda la portada hoy remontada en el testero de la colateral sur. Se compone de arco de medio punto moldurado con bocel entre medias cañas exornadas con banda de perlado y puntos de trépano, al que rodea una chambrana de puntas de diamante con contario y perlado. Apea el arco en impostas ornadas con tallo ondulante y roleos que acogen cogollos acorazonados. En la cornisa de esta nave sur se reutilizó parte del alero original, con la cornisa de bisel y muy rudos y destrozados canes de simple nacela, bastoncillos, crochets, prótomos de felinos y bustos humanos. En el cierre occidental de esta nave vemos además una dovela con puntas de diamante similar a las antes descritas. En el interior de la iglesia se han conservado algunos vestigios descontextualizados de la primitiva fábrica, que han ido recuperándose en las recientes obras. Destaca entre ellos el arco de la portada románica, hoy con funciones de hornacina de una imagen de la Virgen de la Soledad. Decora su rosca con las consabidas tetrapétalas de botón central inscritas en clípeos, similares por ejemplo a las que ornan la portada de San Bartolomé de Sepúlveda. Bajo el arco se disponen dos impostas o cimacios, que repiten los tallos ondulados con pámpanos que describimos en la remontada portada del atrio, que aquí nacen de destrozados mascarones monstruosos en los ángulos. Finalmente, como peana de la imagen se reutilizó una destrozada basa, parte de un fuste y, sobre todo, un curioso capitel que, por estar labrado en sus cuatro caras, suponemos procede del destruido atrio. Se decora con cuatro erosionadas máscaras humanas en los ángulos de la cesta, de cuyas bocas brotan tallos ornados con contario de los que penden curiosas roscas estriadas con banda de contario, según el modelo de uno de los capiteles del exterior del ábside de la Virgen de la Peña de Sepúlveda, repetido en el arco triunfal de la cercana ermita de El Olmillo y en la portada de Urueñas. A los pies de la colateral norte se encuentra la pila bautismal, de copa semiesférica y frente ornado con gallones tumbados según el recurrente esquema de las románicas, aunque su factura nos hace pensar que se trate de una recreación o transformación de siglos muy posteriores.