Identificador
33816_04_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 14' 19.62" , -6º 27' 9.68"
Idioma
Autor
Diego Martínez Fuenteseca
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
San Martín de Sierra
Municipio
Cangas del Narcea
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Claves
Descripción
ESTE TEMPLO, al igual que el de Santiago de Sierra, fue incluido como decanía en el falso testamento del año 912. Sus restos románicos nos hacen pensar que la construcción hunde sus raíces en el siglo XII. Es de rigor comenzar el comentario de este templo denunciando el penoso estado de ruina en que se encuentra, así como los numerosos y constantes expolios que han sufrido los elementos constructivos más nobles, como es el arco triunfal, gravemente mutilado para reaprovechar sus materiales. Su única nave tuvo una cubierta de madera, hoy desaparecida, y su cabecera de ábside semicircular conserva en deplorable estado una bóveda de cañón apuntado que resiste a duras penas el maltrato de la maleza y la dureza del clima, que acabará en poco tiempo con la resistencia de los muros. La tipología de la obra es sencilla. El aparejo constructivo, como en todas las de la zona, es de mampostería pobre, pero las proporciones resultan armoniosas pese al acusado carácter rural. Desde el punto de vista estilístico, se trata de un templo románico tardío, del siglo XIII, según denotan las trazas apuntadas del arco triunfal y de la bóveda del presbiterio. Los elementos más singulares son unos restos de capiteles del arco triunfal que fueron aprovechados cuando se construyó la espadaña que remata el imafronte, así como dos canecillos que aún se mantienen en el lado norte del ábside. Una de las piezas aprovechadas en la espadaña, que está en pésimo estado de conservación, se ubica en la enjuta de los arcos sobre un trozo de imposta. Parece ser la parte inferior de un capitel, con el collarino y el arranque de un motivo fitomorfo muy esquemático. La pieza restante se acomoda sobre el arco derecho de la espadaña y está incrustada a modo de cuña. Conserva, además del collarino inferior, el ábaco superior. Se decora con sencillos motivos vegetales, a modo de látigo muy limpio y volumétrico, con un remate en bola para la esquina. Pese a lo popular de la talla, ésta, sin lugar a dudas, demuestra una buena factura. Respecto a los dos canecillos que sobreviven en el ábside, resta comentar que son eminentemente decorativos. Uno de ellos adopta la forma de quilla y el otro la de un grueso bocel.