Identificador
33900_01_020
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Maximino Pando Macías
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Ciaño
Municipio
Langreo
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
DE LA IGLESIA ROMÁNICA de San Esteban de Ciaño han llegado hasta nosotros solamente dos portadas de gran riqueza ornamental, que se integran en una construcción historicista levantada a principios del siglo XX. A finales de la centuria anterior se conservaba, además, una inscripción en latín, que podía referirse a la fundación del templo románico y cuya traducción, según Diego Santos, sería: “me ideó con arte, me edificó y me hizo”. En esta inscripción no aparecía ninguna data, aunque las dos portadas románicas que se conservan pueden fecharse, por sus rasgos estilísticos, en el primer tercio del siglo XIII, al igual que numerosos templos de la zona de Villaviciosa, especialmente San Juan de Amandi, con el que Ciaño comparte numerosas similitudes. La portada occidental se cubre con tejaroz y consta de tres arquivoltas semicirculares concéntricas, protegidas por guardapolvo, que reposan sobre tres columnas, y éstas a su vez sobre plintos. La primera arquivolta se adorna con varias filas de zigzag, entre las que se sitúan perlas, y la segunda con una serie de cabezas de pico que muerden un grueso bocel. Este último motivo estuvo muy difundido en Inglaterra (condados de York, Lincoln, Herefort, Cornualles, Kilkhampton y otros), Irlanda (Offaly) y en Francia (Normandía, Poitou, Guyena y Borgoña). Su origen puede establecerse en la abadía de Reading (Inglaterra) a comienzos del siglo XII, con la que están emparentados algunos ejemplos asturianos, como Ciaño, cuyas cabezas rostradas se asemejan también a las del templo de Kilpeck situado en Inglaterra. Además, las cabezas de pico se encuentran en edificios de los valles de Lena y Mieres y en numerosos de la comarca de Villaviciosa, aunque las de Ciaño, de forma triangular, se asemejan especialmente a las de Amandi y Aramil. Por último, la arquivolta interior presenta dos boceles, dientes de sierra oblicuos y perlas, y el guardapolvo se ornamenta con una retícula en la que se inscriben aspas. El primer capitel de la derecha muestra dos híbridos tensando un arco en dirección a un personaje que se sitúa en el centro de la cesta y del que solamente son visibles la cabeza, de tamaño desproporcionado, las manos y los pies. Los híbridos mencionados se han identificado, la mayoría de las veces, con centauros, mezcla de hombre y caballo, aunque recientemente un estudio señala que se tratan de onocentauros, combinación de hombre y asno. Para afirmar esto último, los autores del citado trabajo se basan en que el onocentauro aparece en la Biblia, al contrario del centauro, que no se menciona en ella y, por otro lado, el onocentauro se asocia, en el Fisiólogo y en numerosos bestiarios medievales, con la sirena, que aparece en esta misma iglesia en la otra portada. Sin embargo, tanto si se quiso representar uno de estos animales fantásticos como el otro, no cabe duda de que en este capitel se trata de mostrar la lucha entre la virtud, representada por el personaje que ocupa el ángulo de la cesta, y el mal, al que simbolizan los monstruos. En los capiteles contiguos se sitúan acantos muy esquemáticos y planos, en la parte baja de la cesta, con lacerías perladas que se convierten en tallos trifoliados similares a los de las impostas. En la jamba derecha, todos los capiteles son figurativos, presentando el intermedio y el exterior temas juglarescos. En el ángulo de este último aparece una figura cabeza abajo realizando una pirueta al son de la música producida por las figuras dispuestas a su derecha, un hombre que lleva una vihuela de arco y una figura femenina que parece estar tocando otro instrumento que no se conserva. En la cara izquierda del mismo capitel se encuentra una escena de danza en la que dos hombres sugieren el movimiento rítmico a través de las piernas flexionadas y enlazadas. La cesta contigua muestra a cuatro músicos tañendo varios tipos de instrumentos, como el pandero, el órgano de mano y otros difíciles de identificar. Estas escenas juglarescas se repiten en el templo de San Juan de Amandi, situado cerca de Villaviciosa, y en esta última iglesia aparece la Lapidación de San Esteban, que también está presente en el otro capitel de la jamba derecha de la portada de Ciaño. En este capitel el santo aparece en el suelo, con las manos unidas en oración y totalmente 298 / C I A Ñ O cubierto por las piedras que le lanzan las figuras de los esbirros situados en las caras izquierda y derecha de la cesta. Estos últimos se disponen en posición rígidamente frontal y con una marcada isocefalia, estando inmutables frente al drama que acontece ante ellos y del que son protagonistas, mientras el santo, implorante, dirige su mirada ausente al espectador. Otra representación similar se encuentra en Villaviciosa, en Santa Eulalia de la Lloraza, donde también se repiten las sirenas con forma de pájaro que están presentes en la otra portada de Ciaño y en San Juan de Amandi. Completa la decoración escultórica de la portada occidental la serie de canecillos que se sitúa en su tejaroz. Estos canes se ornamentan mediante motivos antropomorfos y zoomorfos, como una cabeza expresionista con la boca abierta, dos figuras humanas muy deterioradas, una de ellas sosteniendo un objeto difícil de identificar, un jabalí con las patas y el hocico apoyado en el can y un mono. La otra portada tiene dos arquivoltas ligeramente apuntadas y envueltas por guardapolvo; la exterior descansa sobre un par de columnas y la interior directamente sobre las jambas. El guardapolvo se decora mediante billetes, al igual que las impostas, mientras que en la primera arquivolta se encuentran series de zigzag que dan forma de perfil al arco, y, en la segunda, rollos cerrados. Los rollos cerrados se utilizaron por primera vez en el antiguo reino de León en la Puerta del Obispo de la catedral de Zamora y se aplicaron también en los templos asturianos de San Esteban de Ciaño (Langreo), San Esteban de Aramil (Siero) y Santa María de Lugás (Villaviciosa). El capitel de la izquierda se decora mediante dos sirenas- pez de doble cola, de las que solamente se conserva en Asturias otro ejemplar en un capitel de San Vicente de Serrapio, aunque la talla de esta última pieza es mucho más detallista que la de Ciaño. La cesta de la derecha se decora de nuevo mediante un par de sirenas que se sitúan en dos caras, aunque en este caso bajo forma de ave y cabeza humana. Estos animales tienen en Ciaño el cuerpo totalmente cubierto por plumas, a excepción de la parte superior del mismo y de las patas, y aparecen con las alas desplegadas, asemejándose a otras representaciones que se encuentran en Santa Eulalia de la Lloraza y en San Juan de Amandi. Sin embargo, las sirenas de este último templo se diferencian de las de Ciaño especialmente en la cabeza, que cuenta con unos rasgos más naturalistas, entre los que se hace notar la melena que les llega hasta el cuello. Estas criaturas aparecen en los escritores clásicos con cuerpo de ave y cabeza humana, pero en ellos no se encuentra ni una sola alusión a la cola del pez, al igual que en el Fisiólogo. La sirena-pez aparece a finales del siglo VII o comienzos del VIII y se incorpora a los bestiarios medievales, que ven en este animal un sentido negativo. La nueva forma de sirena que aparece entre la séptima y la octava centuria fue ganando importancia hasta el siglo XIII, aunque sin llegar a desplazar a la sirena ave, pues en el románico coexistieron ambas y otras formas. A partir de los datos que se han analizado, queda claro que Ciaño presenta grandes similitudes con edificios de la zona de Villaviciosa, especialmente con San Juan de Amandi, y también con otros situados en la comarca de Mieres y Lena, como Santa Eulalia de Ujo. Por ello, no sería extraño que hubieran sido realizados todos ellos por el mismo taller, que pudo estar vinculado, además, al monasterio de Valdediós.