Identificador
37100_01_012
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 5' 8.81'' , -6º 0' 3.16''
Idioma
Autor
Begoña Bueno Valiente
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Ledesma
Municipio
Ledesma
Provincia
Salamanca
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE SANTA ELENA se sitúa sobre un leve altozano presidiendo el arrabal del mismo nombre, al sur del recinto amurallado y bajo los muros del antiguo castillo. Es el templo románico mejor conservado de la villa, pese a que interiormente se encuentra totalmente remozado. Al exterior, sin embargo, mantiene prácticamente íntegra la fábrica románica de sillares bien escuadrados en granito local, reservándose la arenisca para los elementos escultóricos, con el único añadido de una estancia al sur del presbiterio y nave, con funciones de sacristía y capilla bautismal. De modestas dimensiones, presenta planta basilical de nave única y cabecera compuesta por un profundo tramo recto presbiterial y ábside semicircular. En el hastial occidental se eleva la torre, robusta y avanzada sobre el muro de la nave, conformando hacia la nave un estrecho vestíbulo. El tambor absidal se articula exteriormente en dos pisos separados por una imposta con perfil de bisel que corre por todo el muro, decorada una de sus piezas -quizá reutilizada- con una serie de arquillos de medio punto excavados. Sobre la imposta se abría el cuerpo de ventanas, con tres vanos de medio punto hoy cegados, continuando liso el paramento hasta la cornisa, con el perfil típicamente zamorano de listel, mediacaña y bocelillo, sustentada por una serie de canes figurados. Presentan éstos buena factura y variada temática, con predominio de los bustos humanos: una mujer con toca con barboquejo, otros masculinos con rictus sonriente o bien hieráticos, un portador de barrilillo, una hoja de agua con nervio central y bola, otros de proa de nave, un prótomo monstruoso, etc. El ábside se cubre con una bóveda de cuarto de esfera, totalmente oculta, al igual que el muro, por el retablo rococó que forra el interior. El presbiterio, de la misma altura que el hemiciclo, fue alterado por la apertura en época moderna de un vano adintelado al septentrión. En él se continúa la cornisa absidal, con modillones decorados con rostros hieráticos o bufonescos, como el del personaje que se lleva la mano a la boca, torcida ésta en gesto burlón, y otro portador de un tocado de largas orejas, a modo de las máscaras de carnaval, crochets, brotes vegetales, barrilillo, nacela, acantos y otros con perfil de proa de nave. Al interior, el presbiterio se cubre con bóveda de cañón recubierta de yeserías casetonadas, probablemente coetáneas de las pilastras añadidas con molduraciones neoclásicas que sustentan el arco triunfal, éste de medio punto y doblado. La nave se cubre a menor altura que la cabecera, anomalía que quizá se explique bien por el recrecimiento de ésta al construir el retablo y los aditamentos barrocos, bien por una reforma en la altura de aquélla, decrecida al incorporar la actual armadura de par y nudillo, datada por Gómez-Moreno en el siglo XVI. Tal reforma, si el segundo caso es el cierto como creemos, mantuvo la cornisa, de idéntico perfil a la de la cabecera y sustentada por canes del mismo tipo, con delicados bustos masculinos de rizada cabellera, femeninos de damas veladas, prótomos de animales monstruosos, brotes vegetales, crochets, proa de barco, etc., junto a otros claramente postmedievales de perfil convexo y realizados en granito. Aunque no hay que descartar la presencia en origen de una portada meridional hoy suprimida, actualmente el templo posee dos portadas, la principal abierta al norte y la otra en el hastial occidental. La primera, abierta en el espesor del muro, consta de arco de medio punto y dos arquivoltas lisas sobre imposta moldurada en chaflán y dos parejas de columnas acodilladas en las jambas. Cada pareja de capiteles, realizados como los modillones en deleznable arenisca, están labrados en un mismo bloque y decorados con motivos vegetales. Los de la derecha del espectador presentan dos pisos de hojas carnosas de nervio central acanalado y rematadas en caulículos y en cuanto a los del lado izquierdo, el interior exhibe dos filas de hojas lisas, las superiores con cogollos y el externo dos niveles de hojas apalmetadas con cogollos y ábaco de dados acanalados. Su talla y composición son cuidadas, manifestando la misma mano que los canes. La portada occidental carece de decoración escultórica y está formada por arco y dos arquivoltas lisas y levemente apuntadas que apoyan sobre jambas rematadas por una imposta moldurada a bisel. Tanto en el hastial occidental como en los muros meridional y septentrional, la presencia de canzorros nos indica la existencia de estructuras porticadas hoy desaparecidas. La estructura de la torre aparece hoy alterada, alzándose sobre el muro del hastial una moderna espadaña de dos troneras de medio punto y adornos piramidales. Pese a su modestia y carácter eminentemente tectónico, la pureza y simplicidad de líneas hacen sumamente atractiva esta iglesia, de muy similar concepto a la de San Miguel de la misma villa, aunque la que nos ocupa tiene el valor añadido de su escultura, de notable calidad y cuyos paralelos más cercanos parecen mirar hacia el foco zamorano, dentro de los esquemas estilísticos del último cuarto del siglo XII.