Mikveh y complejo hebreo de Besalú
Mikveh y complejo hebreo de Besalú
La villa de Besalú conserva un conjunto patrimonial único en Cataluña formado por la mikveh (o baños rituales) y los vestigios de la sinagoga, que constituyen dos testimonios excepcionales de la antigua judería (o call) de Besalú.
Antes iniciar el análisis de las estructuras conservadas, es del todo obligado abordar someramente el estudio histórico de la comunidad judía asentada en Besalú. Juntamente con el instalado en la ciudad de Girona, el colectivo judío del burgo de Bisulduno fue el más importante de la zona, tanto por su peso demográfico y económico como por la huella que la comunidad dejó en el centro histórico de la villa. Aunque la primera noticia documental sobre la presencia de una comunidad hebrea en Besalú se remonta al 1229, tradicionalmente la historiografía sitúa la presencia de los judíos en los condados de Besalú y Girona a partir del siglo ix. Sin embargo, la noticia más antigua que poseemos es del año 1229: el 31 de marzo el rey Jaime I el Conquistador notificaba a sus funcionarios y a los judíos de Girona y Besalú que había prohibido a los notarios extender contratos de préstamo con un interés del 20 por ciento y legalizar préstamos a interés compuesto, bajo pena de una multa que podía ser superior a la suma contractual.
Tal y como demostró Manuel Grau en su esencial monografía sobre La Judería de Besalú, a partir de este momento las referencias a la comunidad judía de Besalú son constantes. El 21 de febrero de 1241 Jaime I y las cortes de Girona fijaron la tasa mínima para el interés en un 12 por ciento para los cristianos y en un 20 por ciento para los judíos, recordando a estos últimos la obligación de prestar juramento ante el veguer real de su residencia, observar en todos los contratos el tanto por ciento legal y las otras formalidades prescritas por el soberano. El 5 de noviembre de 1263, el rey decretaba que en todos los procesos entre judíos y cristianos no pudiera dictarse sentencia sin la presentación de una prueba formal o de una carta real y, un año más tarde, aprobaba el privilegio para construir la sinagoga o schola judeorum (1264).
La aljama de Besalú no tuvo colecta propia hasta el 1342 y debió por lo tanto tributar con la de Girona. El 27 de julio de ese año Pedro el Ceremonioso disponía que la aljama dels juheus de Besuldo e los singulars daquella sien tots temps separats dela Cullita dela dita aljama dels juheus de Gerona. Ya independizada de la colecta de Girona gracias al privilegio del monarca, en el período comprendido entre 1342 y 1391 la judería de Besalú vivió el momento de máximo esplendor, con una notable actividad económica y manteniendo relaciones con las más importantes aljamas catalanas. Según los artículos sobre la demografía judía publicados por M. Grau, en el siglo xiii vivían en Besalú alrededor de 130 judíos, que aumentaron hasta 200 en la primera mitad del xiv; entre 1392 y 1415 la población sería de unas 161 personas. Sin embargo, esta etapa de esplendor se vio rápidamente truncada por las persecuciones de 1391, que marcan el inicio de la lenta decadencia de la comunidad judía. Aunque en Besalú no encontramos referencias documentales a ataques contra los judíos locales, pronto comenzó a disminuir el número de residentes. Tal y como demostró M. Grau, “algunos emigraron, como una rama de los Maimó de Piera; otros, como los Des Castlar, alternaron su estancia en Besalú con largos período en Castelló d’Empúries, y otros simplemente desaparecieron o se convirtieron”. Solamente cuatro o cinco familias permanecieron hasta el final: Des Castlar, Piera, Carcassona, Belshom y Caravita.
La aplicación de la bula de Benedicto XIII (8 octubre de 1415) que prohibía la convivencia con el colectivo cristiano confinó a la comunidad hebrea al reducto de la judería. La orden de cumplimiento de la misma fue presentada por Arnau Radii, rector de la iglesia de Sant Martí de Capellades en nombre de Guillem Mariner, bachiller en leyes, por la autoridad apostólica vicario general del obispado de Girona. Inmediatamente después, G.ª de Manso, Antoni de Amer y Antoni Grau, con otros prohombres, designaron el lugar que pedían para el call, estando presentes el médico Jaacel des Castlar, Ishaq Maimó, Belshom Caravita, Bonastruc de Piera, Vital Caravita, Maimó Vital, Bonhuja de Carcassona y Salomó de Carcassona. Se les concedía además un tiempo de quince días para tener dispuesta la clausura del call, y solamente ocho para que los judíos trasladaran su residencia y domicilio al interior del mismo. El espacio delimitado comprendía la sinagoga y un número determinado de casas (casa de Agnès, esposa de Bernat Arnau; casa de los herederos de Pere Casadevall; las casas de dos judíos; y la casa de Guillem Roig difunto, entre otras). A continuación se ordenaba que las calles del sector delimitado que salían hacia la calle del Pont y todas las arcadas y portadas de las casas mencionadas debían cerrarse con piedra y cemento. En esta cerca se podía abrir un portal para entrar y salir: quoddam portale quod est constructus subtus dictam sinagogam et exit ad flument fluviani. Hasta ese momento no había existido ningún decreto que obligara a los judíos residir en un lugar determinado de la población, y de hecho vivieron en diferentes calles del casco antiguo, en el Portal de Bell·lloc, en la Calle del Puente, en la Calle del Forn, en la Plaza Mayor, en la Calle Rocafort, etc.
Tras la delimitación del call a partir del 1415, las familias más importantes en aquellos momentos (Des Castlar, los Pau, los Belshom, etc.) no tardaron en hacerse cristianas y los que no lo hicieron emigraron (Jaacel des Castlar recibía el bautismo en el año 1423 y tomaba el nombre de Gabriel Perarnau, magister en medicina; el 22 de junio de 1416 Caravita Belshom tomó el nombre de Gaspar de Cartellà). Como puede deducirse por lo expuesto en la documentación posterior, el cumplimiento de la bula supuso la ruina económica y espiritual de las aljamas, y el ocaso de la comunidad hebraica en la villa. En 1436 prácticamente puede darse por desaparecida la comunidad judaica de Besalú.
En el call o judería se localizaban todos los edificios públicos que albergaban las instituciones de la aljama, a excepción del cementerio, situado junto a la parroquia de Sant Martí de Capellada. La sinagoga era sin duda el principal edificio. Su construcción se debe al real privilegio de Jaime I del 4 de octubre del año 1264 para que la aljama tuviera en la ciudad su schola judeorum. El edificio se levantó junto a la muralla, en una zona de especial poblamiento judío, ya que como hemos indicado, el call como tal no existió hasta el confinamiento de 1415. Estaba situada en una plaza que aún en la actualidad ha conservado el nombre de plaça dels Jueus (plaza de los Judíos).
Diversas noticias documentales de los siglos xiv y xv corroboran la existencia de la sinagoga. El 15 de abril de 1342 Vital Caracausa reconocía que él y sus hermanos Aretón y Mayr habían empeñado al difunto Ishaq Astruch de Besalú dos asientos que tenían in scolla judeorum por 160 suelos. Años más tarde, el 1368, Ishaq Zarch, de Olot, vendía a Ferrer Bonastruch una casa en Besalú que limitaba con la plaza donde estaba la sinagoga (in platea que est ante sinagogam judeorum dicte ville Bisulduni). Otros documentos de los siglos xiv y xv hablan de varias donaciones a la sinagoga, que quedó en desuso tras la partida, en 1436, de los últimos judíos de Besalú.
A finales del 1964 fue descubierta una de las joyas de la arquitectura hebrea de Besalú: la mikveh o baños rituales. El descubrimiento se produjo de forma casual: en ese año Esteve Arboix encontró una bóveda de piedra al intentar perforar el suelo de una fábrica de tintes para obtener agua del Fluvià. Una vez en el interior, dio con una dependencia subterránea de 5,50 x 4,50 metros que tenía en el centro una piscina rectangular a la que se accedía por unos escalones: había salido a la luz la mikveh de la antigua sinagoga, tal y como describe el Dr. Oliva Prat: “los primeros indicios positivos de la construcción hebraica, los había hallado, aunque sin un conocimiento específico de causa, el entonces propietario de la finca, Sr. Arboix, al perforar en el subsuelo de su industria para la instalación de un motor bomba. Con ese motivo atravesó una bóveda yendo a parar al interior de una estancia que se encontraba rellena de escombros y tierras hasta considerable altura, que al penetrar por una abertura lateral practicada en época posterior, iban siendo acumulados por las avenidas del Fluvià, río prepirenaico que al desarrollo de sus meandros contornea el antiguo oppidum, al par que discurre lamiendo las murallas medievales de la villa. Adosado al paramento interno de ellas se sitúa la miqwah hebraica” (recogido por M. Grau Montserrat).
Los estudios de Oliva Prat, Millás Vallicrosa y Nolasco del Molar determinaron la catalogación de la mikveh como una de los más relevantes de Europa, y muy superior en amplitud a las dos únicas conocidas hasta ese momento en Occidente, las de Nimes y Lieja. Según algunos autores, cuando el edificio dejó de cumplir las funciones para las que había sido concebido, fue utilizado para teñir tejidos, hecho que justificaría la pervivencia de la estructura durante tanto tiempo. De hecho, la casa situada sobre la mikveh ya aparece designada como lo tint (el tinte) en 1601.
En 1966, M. Oliva Prat publicaba el primer estudio arqueológico sobre la mikveh. Situaba su construcción a mediados del siglo xii o inicios del xiii, calificándola como “netamente románica” por la talla de los sillares de travertino y piedra calcárea y su sistema de colocación. El mismo año fue declarada Conjunto Histórico y Artístico Nacional.
La mikveh consta de una sala subterránea construida con piedra perfectamente tallada y escuadrada, con una ventana de doble derrame abierta al este, bóveda de cañón y una piscina de planta rectangular a la que se accede mediante 36 escalones que descienden desde la plaza hasta el lugar de filtración del agua. En el tercero de los peldaños de acceso a la piscina se aprecia todavía el orificio que hacía llegar a la mikveh el agua procedente de un espacio contiguo, que era el que recibía el aporte de aguas naturales del exterior, a las que se les agregaba luego agua limpia y templada.
En sentido estricto, la mikveh es el espacio donde se realizan los baños rituales de purificación que prescribe el judaísmo a través de la inmersión total del cuerpo; se trata de un lugar que reúne aguas de origen natural, como el agua de lluvia, de un río o de un manantial. La mujer judía accedía cuando se casaba, esperaba un hijo, tras el parto y después de cada ciclo menstrual. Por su parte, los hombres acostumbraban a purificarse cada viernes antes de la celebración del shabbat, o bien en determinadas circunstancias como al entrar en contacto con un muerto durante una ceremonia funeraria, o en la ceremonia de conversión al judaísmo. En algunos casos se recomendaba la inmersión de objetos relacionados con la alimentación que hubieran sido fabricados por alguien no judío, y en general todo aquello que se considerase impuro. Se conservan excelentes testimonios en Occidente, entre los que cabe destacar las mikveh de Worms, Speyer, Colonia, Nimes, Lieja o Montpellier. La mikveh de Besalú es, junto con las de Úbeda (descubierta en 2010) y Girona, uno de los pocos testimonios conservados de este tipo de baños rituales en la península Ibérica.
El hallazgo de la mikveh en 1964 estimuló la búsqueda de la antigua sinagoga que conectaba con estos baños, cuya existencia hasta el momento solo era conocida por la documentación facilitada por M. Grau Montserrat y otros eruditos. Desde mediados de la década de 1970 habían sido hallados algunos restos (un muro de travertino situado en la parte superior de la mikveh) pero no se conocían las dimensiones reales de la sinagoga. Las excavaciones realizadas en los años 2002-2006 dirigidas por M. J. Lloveras y coordinadas por J. Sagrera pusieron finalmente al descubierto los restos de la antigua sinagoga, destinada a las ceremonias religiosas, la oración comunal y el estudio. Desgraciadamente, en la actualidad tan solo se conserva una parte de las estructuras del complejo, que fueron descubiertas durante las intervenciones arqueológicas: la fachada y puerta de acceso del edificio, el patio, una habitación situada al noreste del edificio y la Sala de la oración. El complejo, hoy convertido en mirador, se dispone en una plataforma entre la muralla medieval, el río Fluvià y la plaça dels Jueus. En 2013, el conjunto fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) en la categoría de zona arqueológica por el departamento de Cultura de la Generalidad de Cataluña.
A los vestigios de la sinagoga cabe añadir la existencia de otras estructuras que constituyen un brillante testimonio del pasado hebreo de Besalú. Desde la plataforma donde se asienta la sinagoga y la mikveh, unas escaleras descienden hasta el denominado “Portal de los Judíos”, hoy reconstruido, que conectaba el paseo fluvial de Besalú con la judería.
Por otro lado, en diversas viviendas de la villa todavía puede apreciarse la ranura para la colocación de la mezuzá, un rollo de pergamino que contenía dos versículos de la Torá (el “Shema Israel” y el “Vehayá im shamoa”) y que confirma el origen hebreo de la vivienda. Es el caso de uno de los portales de la Curia Real, un edificio monumental que fue casa del judío Astruc David, que en el año 1362 lo vendió al procurador del rey Bernat Cavallé. Encontramos otros ejemplos en los portales del número 5 de la calle Pont Vell, y de una de las viviendas de la calle del Portalet, en cuyas jambas se conserva el hueco para la mezuzá.
Finalmente, en el lugar llamado Campanya, junto a la parroquia de Sant Martí de Capellada, se ha delimitado documentalmente un área muy amplia donde podría haber estado situado el cementerio judío, documentado alrededor del 1369.
Texto y fotos: Carles Sánchez Márquez
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