Santa Maria de Vilamacolum
VILAMACOLUM
El término municipal de Vilamacolum, con una extensión de 5,59 km², se localiza en la llanura aluvial entre los ríos Fluvià y la Muga, destacando su proximidad al primero de estos dos ríos. El término está rodeado, al Norte, por los de Riumors y Castelló d’Empúries, al Este se encuentra Sant Pere Pescador, mientras por el Oeste, limita con Torroella de Fluvià. Una trama de carreteras locales facilita la comunicación del territorio, cuyo acceso principal, desde la capital de comarca, Figueres, es por la C-31.
Según una epístola de Benedicto VI del año 974, el monasterio de Sant Pere de Rodes tenía posesiones en Villa mucronado, propiedades confirmadas el 982 en un precepto de Lotario. El 1017, en una bula de Benedicto VIII, se reconocen también dominios del monasterio de Sant Esteve de Banyoles en el lugar. Ya en el siglo xii, consta que el conde de Rosellón tenía albergues en Vilamacolum y en la vecina Vilacolum.
Texto: MJV
Iglesia de Santa Maria
La iglesia de Santa Maria de Vilamacolum se encuentra en el sector oriental del pueblo, algo alejada del núcleo urbano. Se llega fácilmente por un camino que sale de la confluencia de las calles Fluvià y de l’Església.
La primera mención a la iglesia se halla en un documento del año 1094, por el que Ramon Guillem efectúa varias donaciones en el término de Sant Pere Pescador y en el de Santa María de Villa Mucorum. Ya en el siglo xii, vuelve a mencionarse la iglesia como receptora de un legado en el testamento de Guillem Umbert (1151). A lo largo del siglo xiii, el templo aparece en varios documentos, y en el xiv en la relación de parroquias de la diócesis de Girona. Del mismo siglo se conserva numerosa documentación relativa a las disputas que existían entre el conde de Empúries y la gente del lugar. Por ejemplo, en 1344, los clérigos de Vilamacolum, junto a los de Siurana, Verges y Sant Feliu de la Garriga, protestan porque el conde obliga a los hombres de la iglesia a trabajar en las fortificaciones del conde. Pocos años después, en 1349, se le recuerda al conde emporitano que no posee derecho de hueste ni de cabalgada en el lugar de Vilamacolum. Los conflictos continúan, y se refieren a la obligación por parte de los lugareños de reparar caminos, a las deudas no pagadas del conde, etc.
En el año 1330 el obispo de Girona restituye las rentas a Santa Maria de Vilamacolum. Al parecer, éstas habían sido destinadas a pagar los pleitos de la diócesis, y el oro y la plata destinados a los ornamentos del altar de santa María se habían hipotecado para asuntos del obispo. Seguramente, parte de estas rentas restauradas permitieron renovar la iglesia, aunque la reforma que quedó inconclusa, tal y como se observa hoy en día y como consta explícitamente en la documentación: el 13 de agosto de 1350 el obispado manda a los clérigos de Vilamacolum que suspendan el castigo impuesto en los parroquianos de la villa por no querer finalizar la obra de la iglesia y dejar sin construir el ábside.
Son pocas las noticias que se tienen de época moderna de la vida parroquial. En 1805 se dio licencia para venerar las reliquias de san Valentín y santa Caterina de Siena, y en 1807 para venerar las de la Vera Cruz. En 1978 y 1979 se llevaron a cabo unas campañas de restauración intensivas del templo, que intentaron recuperar los elementos románicos originales. Para ello se restauraron ventanas y cubiertas, y se derruyeron elementos tardíos como varios contrafuertes y una sacristía adosada al sector meridional del templo.
Santa Maria de Vilamacolum es una iglesia de una sola nave y ábside semicircular, que presenta dos etapas de construcción claramente diferenciadas. La parte más antigua corresponde al ábside y el extremo oriental de la nave, mientras que el sector occidental de la misma es fruto de la segunda etapa constructiva. Además de de presentar distintos aparejos, el alzado y anchura de los dos cuerpos no se corresponde, siendo el más moderno de mayor tamaño que el antiguo. Además, la iglesia revela varias reformas llevadas a cabo en época moderna, parte de las cuales fueron destruidas o modificadas a lo largo de la restauración que de la década del 1970.
Entre las reformas más significativas que sufrió el templo destaca su fortificación, que elevó, hasta duplicar el alzado, los muros perimetrales del sector occidental. Los muros presentaban distintas aperturas en forma de aspilleras y el aparejo estaba formado por pequeñas piedras sin labrar mezcladas con fragmentos de arcilla y terracota. Posteriormente se utilizó la fortificación como altillo de la iglesia, hasta que en las restauraciones se decidió derruir e sobrealzado. Pervive todfasvía algun fragmento de este muro, así como las ménsulas que antiguamente debieron de sostener un matacán, ubicado en lo alto del frontis occidental.
Otra reforma destacable, fue la adición de dos pequeñas capillas laterales, que se adosaron a los muros norte y sur. En el interior de las capillas consta el año de su construcción: 1648 y 1649, mientras que en su exterior es fácil percibir como se reutilizaron los sillares procedentes de los muros románicos. Sobre la fachada oriental se alza un campanario de espadaña de doble vano, coronado por una cubierta a dos aguas añadida en la restauración de 1978-1979; antiguamente los pilares sostenían dos arcos de medio punto realizados con ladrillos, que de todos modos eran una obra tardía
Los muros exteriores de la iglesia presentan el paramento liso y dos tipos de aparejo. El sector occidental y más moderno, tiene un aparejo formado por sillares de buen tamaño, labrados y dispuestos en hiladas regulares. En la parte inferior sobresalen ligeramente, formando un sócalo. En el sector oriental y más antiguo, el aparejo está formado por piedras de poco tamaño, no muy labradas y dispuestas en hiladas algo irregulares.
La cubierta del edificio fue remodelada a lo largo de las obras de restauración que sustituyeron el antiguo tejado por una cubierta de lozas a imitación de las construcciones románicas.
El templo presenta distintos vanos. En el sector más antiguo se encuentran dos ventanas. Una de ellas emplazada en el centro del ábside y la otra en el muro sur. Las dos tienen las mismas características, son ventanas esbeltas, de doble sesgo y arco de medio punto monolítico en el exterior. El sector occidental solamente presenta una abertura original. Se halla en el centro del frontis, por encima de la portalada. En época moderna fue sustituida por un ojo de buey, que en las obras de restauración fue sustraído para recuperar la ventana de doble sesgo original. La portalada de Vilamacolum se abre en la fachada occidental y es obra de una reforma llevada a cabo en los siglos xvii o xviii, quizás contemporánea a la construcción de las capillas laterales. A pesar de la obra moderna, aún se puede vislumbrar parte de la antigua portalada, concretamente un arco de medio punto realizado con dovelas bien labradas que sobresale por encima del dintel moderno.
En el interior de la iglesia, el ábside cubre con una bóveda de cuarto de esfera, que se abre a la nave a través de un arco triunfal de medio punto. El sector oriental de la nave está cubierto con una bóveda de cañón, restaurada juntamente con el arco triunfal, a finales de los años 70. El sector occidental presenta una bóveda de crucería dividida en dos tramos. Las crujías presentan unas llaves de bóveda decoradas con motivos populares, así como las impostas y los nervios; el motivo más repetido son las cabezas humanas, que se acompañan de filacterias, rosetas o alas.
Por las características del aparejo, así como por la configuración de los alzados y aperturas, el sector oriental de la iglesia de Santa Maria parece corresponderse con las obras propias del románico rural de la segunda mitad del siglo xi. La historiografía ha sugerido que el sector occidental corresponde a una reconstrucción de los siglos xii o xiii, pero el documento mencionado anteriormente del año 1350 parece indicar que las obras de reforma se hicieron en el siglo xiv. La bóveda de crucería parece que corresponde todavía a una fase posterior, en época del gótico tardío (siglo xv o xvi). Se ha sugerido que quizás con las inundaciones de 1421 podría haberse derrumbado la cubierta del sector occidental, por lo que sería en esta época que se decide rehacerla con los tres tramos de crujías.
Texto: Clara Poch Gardella – Fotos: CPJ/Joan Duran-Porta
Bibliografía
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