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Vista general de Sant Sebastià de Buseu

Identificador
25039_06_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.326316, 1.137231
Idioma
Autor
Azucena Povill Espinós
Juan Antonio Olañeta Molina
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Sebastià de Buseu

Localidad
Buseu
Municipio
Baix Pallars
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Sebastià de Buseu

Descripción

BAIX PALLARS

Iglesia de Sant Sebastià de Buseu

La iglesia de Sant Sebastià, se encuentra en el centro de la antigua aldea de Sant Sebastià de Buseu, hoy en día deshabitada, situada en el collado de Sant Sebastià, en la ladera noreste del Cap del Bosc de Baén. Saliendo desde Gerri se debe coger la carretera N-260 en dirección a Tremp y, a 1,5 km, desviarse a la izquierda por la LV-5135, que cruza el Noguera Pallaresa. Se continúa por esta vía unos 17 km dejando atrás los pueblos de Bresca, Useu, Baén y Buseu. Poco antes de llegar a la masía de Sarroca, y justo al pasar la columna de piedra del despoblado de Solans, sale una pista forestal a mano izquierda que, pasados 2 km (siguiendo siempre a mano izquierda) conduce directamente al despoblado Sant Sebastià. El acceso no es complicado pero en este último tramo se aconseja viajar con un vehículo todoterreno.

 

La referencia más antigua a la villa de Sanctum Sebastianum data de 1049, en el marco de los litigios que ocupaban al conde Artau I y a Brocard, hijo del vizconde Guillem de Pallars, por el castillo de Arcalís. Se encuentran ciertas menciones de la aldea e iglesia de Sant Sebastià, se supone de Buseu, en algunos documentos de los denominados Falsos de Gerri, con los que se quería legitimar la jurisdicción sobre el sitio con la donación de algún personaje histórico ilustre, en este caso el conde Frédolon, presumiblemente a mediados del siglo ix. No se tienen más noticias del lugar hasta casi un siglo después, en 1164, cuando aparece reflejado como villam Sancti Sebastiani en la bula del papa Alejandro III como uno de los bienes de Santa Maria de Gerri. Existen numerosas alusiones históricas a la aldea, especialmente en lo que respecta a los conflictos jurisdiccionales que tan a menudo ocupaban a condes y abades, no obstante, poco se conoce de su iglesia parroquial. La primera mención data de 1179, y procede de una donación de Pere y Constança de Sant Sebastià al monasterio de Gerri. Se sabe que en el siglo xvi aún figuraba entre los bienes de la abadía, pero no se tiene más noticias hasta principios de siglo xx, cuando se la reconoce como sufragánea de la parroquia de Baén.

 

Pocos testimonios quedan de lo que fue la primitiva iglesia de Sant Sebastià, profundamente modificada en una ampliación de época posterior y actualmente en absoluta ruina. Se trata de un edificio que presenta una planta compuesta por una sola nave rectangular y cabecera plana, en el que el derrumbe de la cubierta y de parte del muro sur y del sector norte, donde se llevó a cabo la ampliación, dificulta la identificación de las estructuras. Del muro meridional de la nave, tan sólo se conserva el tramo occidental, delimitado al Este por un contrafuerte, y en el que se abre la puerta de acceso al templo, de arco de medio punto con dovelas de piedra toba, de las que destaca la clave por su forma triangular. La fachada occidental se halla coronada por una espadaña de doble vano de medio punto, bajo la cual se abre un óculo.

 

En el interior, que se encuentra invadido por cascotes y las vigas caídas de la techumbre, la nave se cubría con una bóveda de cañón, de la que se conserva el arranque sobre el paramento norte, y que estaba reforzada por un arco fajón apoyado en pilastras. En el tramo occidental del muro septentrional se abre un arcosolio de medio punto que alberga un altar. A los pies del templo se construyó en el curso de una de las reformas un coro elevado, que también se encuentra en ruinas.

 

El aparejo está compuesto por material diverso, como grandes sillares que se entremezclan con sillarejo menudo, piezas sin labrar y losas. El material mejor trabajado se encuentra en las esquinas de la fachada oeste.

 

Tomando como referencia la documentación, la primera construcción, que ya existía a mediados de siglo xii, fue transformada  en época moderna, posiblemente, en el siglo xvii.

 

Ara

 

En la iglesia de Sant Sebastià se halló una mesa de altar, actualmente desaparecida, con una tipología muy singular en el Pallars. Se trata de un bloque rectangular de mármol gris de 70 cm de largo, 52 cm de ancho y 7,5 cm de grosor que, en el momento de su hallazgo, se conservaba entera pero con tres de sus esquinas descantilladas. En su cara superior, el marco estaba decorado con una serie de relieves a modo de cenefa con tres franjas separadas por una fina línea incisa. La más externa, a un nivel ligeramente superior respecto a la superficie la pieza, tenía 2 cm de grosor y era de perfil plano. Le seguían otras dos bandas de distinto tamaño y con una sección en forma de U, unidas en los vértices por aristas, creando una diagonal. La arista que unía las dos incisiones exteriores, presentaba la misma pequeña hendidura. En cada uno de los ángulos que conformaban la línea exterior, se podía apreciar uno diminuto orificio circular que algunos autores han interpretado como el boceto que el cantero marcaba antes de comenzar su trabajo. En la parte central de la pieza había una serie de inscripciones de nombres, muchos de ellos ilegibles, seguidos, en algunos casos, de anagramas que hacían alusión al presbiterio. Aunque ésta practica existe en otros territorios de Cataluña, se trata de un hecho insólito en la zona. Algunos de los paralelos más próximos son las aras de Santa Coloma y de Encamp (Andorra) o, con muchas más coincidencias en la decoración y las proporciones, el ara de Santa Maria l’Antiga de Santa Perpètua de la Mogoda (Vallès Occidental), identificada como una pieza paleocristiana reaprovechada o con un uso sostenido hasta la época medieval. El análisis geológico del ara de Sant Sebastià determinó que, muy probablemente, el mármol fue importado de las canteras de Saint-Beat, en la vertiente francesa de la cuenca alta del Garona, donde se documentan extracciones en época romana, a partir del siglo i, hecho que lleva a inducir que posiblemente se trate, como en el caso de la anterior, de una pieza de origen romano tardío que pudo haber llegado al Pallars bien entrado el siglo x, momento a partir del que le fueron realizadas las inscripciones.

 

 

Texto: Azucena Povill Espinós /Juan Antonio Olañeta Molina - Fotos: Azucena Povill Espinós

 

Bibliografía

 

Abadal i de Vinyals, R. d’, 1955, II, doc. 41; Catalunya Romànica, 1984-1998, XV, pp. 220-221; Puig i Ferreté, I., 1979; Puig i Ferreté, I. M., 1991, II, docs. 153, 166, 168, 284, 400-401, 403, 456-459, 469-470 y 543.