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Vista general desde el norte de Sant Julià dels Garrics o de Pera

Identificador
25909_02_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.248780, 1.459981
Idioma
Autor
Esther Solé Martí
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Sant Julià dels Garrics o de Pera

Localidad
La Vansa i Fórnols
Municipio
La Vansa i Fórnols
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Sant Julià dels Garrics o de Pera

Descripción

LA VANSA I FÓRNOLS

Iglesia de Sant Julià dels Garrics o de Pera

Cerca del caserío de Cal Cussarell, en un pequeño llano rodeado por el Clot de la Roca y el río de Bona se encuentra esta iglesia dedicada a san Julián. Se accede al conjunto recorriendo unos 2,5 km de una pista sinuosa y parcialmente pavimentada, que arranca hacia el Oeste unos 500 m al Sur de Sisquer, poco antes de cruzar el barranco de la Mir. El templo es visible desde la distancia durante gran parte de la ruta. Se encuentra relativamente cerca de un puente de piedra que cruza el río de Bona, probablemente de factura medieval.

 

La mayoría de las referencias documentales al templo son de carácter indirecto –menciones en documentación jurídica y comercial– con una cronología que se concentra en la segunda mitad del siglo xi y principios del xii. Habitualmente es citado como referencia geográfica para determinar la ubicación y los límites de ciertos bienes objeto de las transacciones documentadas. El lugar de Pera, topónimo actualmente desaparecido, es mencionado en la relación a unas propiedades de Guillem B. de Prullans en el valle de La Vansa, en el momento de su muerte, en un documento fechado entre los siglos xi y xii, en el que no se especifica la existencia de ningún edificio religioso. Sin embargo, tanto en 1056 como en 1085 y 1089 se permutaron, vendieron y entregaron al cabildo urgellense varios terrenos in apendicio de Sancto Iuliano, cuyas afrontaciones aparecen acompañadas de numerosas referencias toponímicas a esta zona del valle de La Vansa. Por otra parte, en 1087, ipso rivo qui venit de Sancto Iuliano fue la referencia empleada para delimitar las afrontaciones de la heredad de Guillem Sunyer y Ermessenda, la cual pasaba a formar parte del señorío de Berenguer Ramon. Sin embargo, el documento más explícito que se ha conservado es el que certifica la donación de un alodio, fechado en 1107, pues concreta que los terrenos se encontraban in valle Lavancie, in locum que vocant Sancti Iuliani de Pera. El templo es identificado como la ecclesiam Sancti Iuliani Lavancie en un documento de 1119, aunque tres años más tarde, el topónimo de Pera es mencionado nuevamente para ubicar un alodio que estaba en disputa en el valle de La Vansa. La iglesia mantuvo –aunque con deficiencias– el culto durante la edad moderna, tal y como se refleja algunas visitas pastorales realizadas desde el siglo xvi. No obstante, la progresiva pérdida de población del lugar redujo la actividad litúrgica del templo, hasta que éste cayó en el abandono alrededor de los años 70 del siglo xx, cuando todos los elementos de valor del mismo –especialmente el retablo, del siglo xvi– fueron trasladados a la vecina iglesia de Sant Martí de Sorribes de La Vansa para asegurar su conservación y evitar saqueos. La pérdida del culto y posterior abandono aceleraron la degradación del edificio, que tuvo que someterse a una intervención de urgencia en el año 2000 para reparar las cubiertas, parte del muro septentrional y detener el progreso de la colonización vegetal. Finalmente, alrededor de 2005 y en el marco de un proyecto de restauración de cuatro retablos góticos procedentes de distintas iglesias del valle, se llevó a cabo un plan de restauración y acondicionamiento del templo que ha permitido recuperar y adecuar un espacio seriamente degradado, el cual, a su vez, se ha visto enriquecido con la reinstalación del correspondiente retablo gótico eventualmente retirado.

 

El conjunto, rodeado por un antiguo cementerio, queda delimitado por una valla de piedra en la cual se abre la puerta de acceso. El edificio presenta una planta compuesta por una nave rectangular y un ábside semicircular, de menores proporciones. La fachada occidental supera claramente la altura del resto del edificio, gracias a un recrecimiento ejecutado en un momento indeterminado, que la dotó tanto del óculo abierto en su centro como de la espadaña de dos ojos que remata el hastial. En la intervención de urgencia de 2000 se renovó la cubierta de la nave, ahora de teja árabe a dos aguas, mientras que la del ábside, troncocónica de losas de piedra, fue reparada.

 

En exterior del paramento absidal, cuatro lesenas que arrancan de un zócalo determinan cinco entrepaños coronados por sendas parejas de arquillos ciegos que, en su punto de intersección, se apoyan en ménsulas triangulares. En el lado más septentrional del lienzo se ha perdido esta decoración, pues de la lesena tan sólo se ha conservado la parte inferior, y de la pareja de arquillos solamente se vislumbra el arranque de uno de ellos. En el entrepaño central se abre una ventana de arco de medio punto y doble derrame, en el que el marcado abocinamiento exterior ocupa la práctica totalidad del espacio que definen las lesenas. Coronan el lienzo dos hiladas de piedras colocadas de forma inclinada, de tal manera que simulan una imposta biselada. La parte inferior del muro meridional está recorrida por un potente zócalo, en el que se apoyan cuatro lesenas, que, conjuntamente con otras dos que, en el tramo oriental, arrancan desde una prolongación del zócalo que alcanza una mayor altura, determinan seis entrepaños de anchura desigual. Éstos, como sucedía en el ábside, están coronados por sendas parejas de arquillos ciegos apoyados en ménsulas triangulares. En los dos entrepaños que ocupan la segunda posición, tanto por el Este como por el Oeste, se abren sendas ventanas, de arco de medio punto y doble derrame, éste más marcado en el vano oriental. Bajo algunos arquillos, y, sobre todo, en el zócalo, se encuentran algunos mechinales, alineados verticalmente los situados en el lado más oriental. Coronan parte del muro, hasta la mitad del mismo, dos hiladas de piedras que, como en el ábside, simulan una moldura biselada. Muy posiblemente, el muro norte contaba con una decoración similar, como lo pone en evidencia la existencia de dos lesenas y tres arquillos ciegos en el tramo este del paramento. De hecho, al igual que sucedía en el muro meridional, el zócalo se eleva hasta la altura de la cornisa absidal en el entrepaño oriental definido por las lesenas conservadas. En lo que sería el entrepaño contiguo, el segundo desde el Este, se abre una ventana de características similares a la del vano opuesto en el muro sur. A partir de esta abertura y hacia el Oeste, cambia radicalmente el aspecto del lienzo, que pasa a ser totalmente liso, desaparece los vestigios de revoque, si bien la parte inferior continua siendo recorrida por un zócalo. Sin duda esta parte del muro es el resultado de una reforma o reparación posterior. Por otra parte, la discontinuidad  de la decoración a base de lesenas y arcuaciones en el tramo occidental del muro sur ha sido interpretada por Eduard Junyent como testimonio de una ampliación tardía del edificio, circunstancia ésta que no parece tan evidente.

 

Pese a ser un motivo característico de la arquitectura románica, sobre todo en tierras catalanas, la utilización de arcuaciones ciegas y lesenas no es habitual en las construcciones de este período en el Alt Urgell, en donde se pueden citar ejemplos como Sant Víctor de Fígols, Sant Vicenç de Estamariu o Sant Bernabé de la Alzina d’Aliny. En lo que respecta al valle de La Vansa, Sant Julià dels Garrics es el único edificio con estos elementos ornamentales.

 

En el centro de la lisa fachada occidental se encuentra la puerta de acceso al templo, formada por un arco de medio cuyas dovelas quedan enmarcadas por una chambrana.

 

El interior del edificio se revela como un espacio de complejidad nada desdeñable, fruto de las sucesivas intervenciones realizadas sobre el sistema de cubiertas, pues se ha considerado que originalmente la techumbre de la nave se sustentaba sobre armaduras de madera, las cuales fueron sustituidas por las bóvedas actuales, que requirieron de un refuerzo del grosor de los muros norte y sur para soportar su empuje. El ábside, cubierto por una bóveda de cuarto de esfera, queda separado en la actualidad del resto del templo, y al igual que sucedió en época moderna, por el retablo antes mencionado, con lo que el hemiciclo absidal pasó a desempeñar las funciones de sacristía. En su lado sur se halla una credencia cuadrangular. La transición entre el espacio absidal y la nave se realiza mediante un arco de medio punto notablemente rebajado y de factura irregular, que arranca directamente de un retranqueo poco profundo respecto al plano general de los muros laterales. La nave presenta dos fases constructivas claramente diferenciadas. La primera ocuparía el tercio oriental, actualmente habilitado como presbiterio y separado del resto del templo mediante un sencillo cancel de madera y un par de escalones. Este espacio está cubierto por un tramo de bóveda de cañón que aparentemente descansa sobre una pareja de arcos formeros integrados en los muros, en los que se abren las dos ventanas orientales de los muros, ya descritas. No obstante, el trabajo de soporte de dichos arcos es irrelevante, pues en realidad la bóveda no carga directamente sobre ellos, sino sobre un plano retrasado de los muros laterales. De esta forma, los arcos formeros sobresalen con respecto al nivel en el que la bóveda se une al muro.

 

La segunda fase se caracteriza por estar cubierta por una bóveda apuntada, reforzada por dos arcos fajones, también apuntados, que arrancan directamente de los muros. En estos dos tramos occidentales de la nave se abren, en los muros laterales, sendas parejas de arcos formeros, de menor altura que los anteriormente descritos. Recorren la base de la bóveda sendas líneas de orificios cuadrangulares, una en cada muro, que podrían haber servido para soportar la cimbra con la que se construyó aquélla, o ser el testimonio de un sistema de cubierta de madera anterior.

 

El aparejo utilizado en el edificio está formado por tosco sillarejo en el ábside, que en el muro sur se hace más irregular y pero tallado. En los arquillos ciegos, lesenas y ventanas se utiliza la piedra toba, mejor trabajada y escuadrada. En la parte reparada del muro norte, se empleó un material toscamente trabajado, dispuesto en hiladas poco uniformes. Finalmente, en la fachada occidental, el revoque cubre el irregular sillarejo con el que se construyó.

 

La restauración del conjunto llevada a cabo a partir de 2005 se cubrió el interior de la nave con revoque de color neutro, si bien se dejaron a la vista varios fragmentos para que se pudiera apreciar la diversidad de materiales empleados en la construcción del templo, así como algunos de los escasos vestigios de pintura mural que pudieron recuperarse.

 

La articulación de los paramentos exteriores permite situar la construcción de este edificio en el siglo xi, aunque posteriormente fue modificado empleando formas tardías, más propias de los siglos xiii y XIV.

 

Texto: Esther Solé Martí/Juan Antonio Olañeta Molina - Fotos: Esther Solé MArtí - Planos: Xavier Cerqueda Ribó

 

Bibliografía

 

Arbués i Garcia, C., 2001; Arbués i Garcia, C. y Gascón i Chopo, C., 2004-2005; Arxiu Diocesà d’Urgell, 1575, fols. 26-27; Arxiu Diocesà d’Urgell, 1758, fols. 186-190; Baraut i Obiols, C., 1983, p. 69; Baraut i Obiols, C., 1984-1985b, pp. 126-127, 157-158 y 178-180; Baraut i Obiols, C., 1986-1987, p. 83; Baraut i Obiols, C., 1988-89, p. 147 y 176-177; Baraut i Obiols, C., 1992-1993, ap. 57; Catalunya Romànica, 1984-1998, vi, pp. 218-219; Fiol i Colomar, A., 2005; Junyent i Subirà, E., 1975, p. 200; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1977, pp. 129 y 132-133.