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Vista general desde el este de la Mare de Déu de la Pertusa

Identificador
25002_01_028
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.0442051,0.6703084
Idioma
Autor
Juan Antonio Campos
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Mare de Déu de la Pertusa

Localidad
Àger
Municipio
Àger
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Mare de Déu de la Pertusa

Descripción

Capilla de la Mare de Déu de la Pertusa

La capilla de la Mare de Déu se encuentra junto al castillo de la Pertusa, en lo alto de un peñasco. En 1162, en la bula librada a la abadía por el papa Alejandro III, en la que figuran sus posesiones y jurisdicciones, se cita el templo ya como la iglesia de la Pertusa. Es documentada nuevamente en 1209 en el testamento de Guillem de Montfalcó. Durante mucho tiempo ostentó la categoría de parroquial, hasta que en fecha indeterminada quedó finalmente relegada a capilla de Corçà.

 

La iglesia se alza sobre un gran zócalo construido con sillares medianos algo irregulares y bastante toscos, que nivela el terreno y funciona como sólida base del edificio. Está encajada en la roca, lo que condiciona su dibujo en planta, que no es del todo regular y adopta una forma ligeramente trapezoidal. Igualmente, lo abrupto del terreno dificultaba su acceso, lo que obligó a situar la puerta, a la que se llega por una escalinata excavada en la misma roca, inusualmente en el lado norte. Es una iglesia pequeña y sencilla, formada por una sola nave cubierta por una bóveda de cañón ligeramente ultrapasada y un ábside semicircular liso. Está techada a dos aguas con losas, tiene tres ventanas y unos muros sólidos y gruesos que delatan, por lo menos, dos fases constructivas distintas, una primera del siglo xi y otra del siglo xii que reformó algunas zonas originales. El cuerpo de la nave, que corresponde a la primera fase, presenta una factura y un aparejo bastante rústico. Los sillares utilizados son pequeños e irregulares, sin pulir y dispuestos en hileras que tienden a la horizontalidad. En el muro norte está la puerta, compuesta por un sencillo arco de medio punto de grandes sillares toscamente trabajados. Entre ésta y la cabecera hay una pequeña ventana, de doble derrame y arco de medio punto construido con dovelas de piedra toba y jambas colocadas verticalmente, una de ellas de mármol blanco reaprovechada. En el muro opuesto hay otra ventana totalmente diferente, cuadrada y recta. Además, en el muro de levante existió otra puerta, hoy en día tapiada, pero bien visible tanto desde el exterior como del interior, donde ha quedado un nicho, que debió conectar el templo con algunas dependencias exteriores que en la actualidad están desaparecidas. Gran parte de las zonas altas de la nave fueron reformadas y se realzaron en el mismo momento en el que se sustituyó la cabecera por lo que presentan un aparejo idéntico al de esta.

 

El ábside se levanta sobre el gran zócalo perfectamente visible que conforma los cimientos del edificio. Originariamente existió otro ábside, del siglo xi, que debió ser reemplazado en el siglo xii por el que existe actualmente. La factura y el material utilizado demuestran claramente las diferentes fases constructivas, el cambio de taller y de técnica respecto a la obra originaria. Así, todo el ábside presenta unos sillares regulares, pulidos, bien escuadrados y dispuestos perfectamente en hileras horizontales y uniformes que contrasta con el material del resto del templo. Posee una pequeña ventana de doble derrame y arco de medio punto monolítico, a la altura de la cual el muro reduce unos centímetros su grosor hasta el tejado, que es algo más bajo que el de la nave, lo que se puede interpretar como otra fase constructiva. Las paredes no poseen decoración alguna, pues son totalmente lisas, y muestran claramente las dos fases constructivas comentadas.

 

El espacio interior es reducido, está bastante bien iluminado y es unitario. El suelo está desnivelado hacia el lado sur y partes de la roca natural afloran en la zona de los pies. Adosado al muro sur hay un pequeño banco corrido que va desde la mitad de la nave hasta la cabecera. La bóveda de cañón, recubierta de revestimiento y pintura azul, arranca de una imposta biselada que recorre el perímetro de la nave. El ábside, que está cubierto con una bóveda de cuarto de esfera, se encuentra enmarcado por un arco presbiterial que facilita la transición a la mayor anchura de la nave. Un escalón salva el diferente nivel del suelo de la cabecera. En la cara interior de la ventana norte se ha reutilizado a modo de jamba una pieza esculpida que parece representar la figura de un ángel que posiblemente sostenía un incensario.

 

Texto y fotos: Juan Antonio Campos - Planos: Marta Buira Ferrè

 

Bibliografía

 

Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 151-152; Fité i Llevot, F., 1985, pp. 392-393; Vidal Sanvicens, M. y López i Vilaseca, M., 1984, p. 395.