Castillo de la Pertusa
Castillo de la Pertusa
En el extremo oeste del valle de Àger, por donde discurría el río Noguera Ribagorzana, hoy transformado en el embalse de Canelles, y justo cuando se levantan los impresionantes acantilados de Mont-rebei, en un desfiladero que se conoce como el portell de la Pertusa, se emplazan en un pico imposible, a un lado el castillo y al otro la capilla de la Mare de Déu. Desde Corçà, el pequeño pueblo situado a 2 km de Àger y al que se accede desde un desvío que hay en la carretera C-12 que va a Balaguer, se llega fácilmente por una pista de tierra que en pocos kilómetros salva gran parte del desnivel. Se debe dejar el coche en una explanada y continuar a pie unos minutos por un estrecho sendero que discurre hacia la cresta. Una vez arriba, se debe coger un sendero que bordea peligrosamente el risco hasta la fortaleza. El paraje y sus vistas son absolutamente espectaculares y desde las alturas el castillo debió dominar la entrada y la salida del valle y el curso del río.
Del topónimo Pertusa no se tienen noticias hasta bien entrado el siglo xii, cuando se empezó a utilizar como sustituto de la Espadella. Por ello se cree que las referencias que se hacen al lugar habitado de rupem Espatellam, cuando se habla del término de Corçà, se refieren a la actual Pertusa. El primer documento que cita el castillo y la iglesia que había en la Espadella, data de 1060 y corresponde a la concesión de estos por parte de Arnau Mir de Tost y su mujer Arsenda a la abadía de Sant Pere de Àger. Formaba parte del sistema defensivo existente en el valle, en el contexto de reconquista y, según se dice, era el primer emplazamiento defensivo para el castillo de Sant Llorenç del Montsec.
Se trataba de una fortaleza sólida e infranqueable de la que quedan escasos vestigios, tan sólo unos muros que debieron ser, por lo menos, el doble de altos. Situado en un terreno muy abrupto y de difícil acceso, necesitó adaptarse a la irregularidad de la roca, la cual condicionó su forma. Aún así, su planta es esencialmente cuadrangular, de unos 5 m de lado, aunque sus muros, de 1 m de grosor, no siempre tienen una forma rectilínea. Mientras sus muros oeste, que está adosado a la roca, y norte son rectos, los de las zonas sur y este, que se asoman al acantilado, son algo más redondeados. Todos están construidos con sillarejo pequeño, bastante irregular, dispuesto horizontalmente y unido con mortero de cal. Actualmente, la pared más alta, la de levante, mide unos 4 m. En la misma hubo una aspillera estrecha y alargada. El interior está lleno de escombros procedentes de los propios muros derruidos, pero posiblemente, al igual que muchas torres de vigía de los alrededores, tuvo varios niveles habitables. De acuerdo con los escasos documentos conservados y la tipología constructiva, el castillo ha sido datado a principios del siglo xi.
Texto y fotos: Juan Antonio Campos
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 150-151; Fité i Llevot, F., 1985, pp. 150-257; Fité i Llevot, F., 1993, p. 26.