Santa Maria de Vallverd
OS DE BALAGUER
Antiguo monasterio de Santa Maria de Vallverd
Para llegar a los restos del monasterio cisterciense femenino de Santa Maria de Vallverd, conocido en el lugar cómo monasterio del Pla o de las Bernardas, se ha de coger una pista forestal desde Ivars de Noguera y recorrer unos 15 km. Las ruinas de la cabecera del templo, que se intuye mucho antes de llegar a la explanada, parecen desafiar al tiempo, situadas en un lugar aislado, en medio de un bello paraje circundado por montañas y con el río Noguera Ribagorzana a sus pies. El de Vallverd cumplía a la perfección con la búsqueda del aislamiento que perseguían los monasterios cistercienses, construidos “en lugares apartados del movimiento de los hombres”, según los estatutos del Císter de 1152. El Císter femenino estuvo representado en las tierras de la Noguera por los monasterios de Santa Maria de Vallverd y de Santa Maria de les Franqueses de Balaguer, que acabarían fusionándose a finales del siglo xv, para desaparecer poco tiempo después absorbidos por Poblet.
La primera referencia a a la iglesia de Santa Maria de Tragó, no al monasterio, se remonta a 1092, cuando se le hace donación del castillo de Canelles con todas sus pertenencias, viñas y molinos, a la comunidad de “hermanos y hermanas”. Hay un vacío documental hasta 1171, año en el que Arnau de Anglesola y su mujer Ermesen donaron a la iglesia de Santa Maria del Pla de Tragó las décimas para que se rezara por sus almas. Es en 1196 cuando aparece la primera referencia a su condición de monasterio, pues se le denomina monasterium Sancte Marie Plani de Trogo. Además, en este documento, se habla de Petro de Besora et fratibus et sororibus. El nombre de la primera abadesa, Peronella, figura en la donación que en 1198 realizó un matrimonio de las décimas que tenían en el lugar de Cérvoles in manu Petronille eiusdem loci abbatisse. Parece, por tanto, que a finales del siglo xii convivieron una comunidad masculina regida por un clérigo y una femenina dirigida por una abadesa. Hay constancia documental de una iglesia nueva, que durante un tiempo debió de convivir con la anterior, de altares, enfermería, refectorio y claustro. Durante el siglo xiii, el período más próspero de la comunidad y en el cual se consolida, se incrementó notablemente el patrimonio del cenobio, gracias a las donaciones derivadas del interés que mostraron las familias poderosas de la zona en ser enterradas en él. El declive y decadencia del monasterio, que se inició en el siglo xiv, condujo a su final extinción en 1474. En el siglo xvii, el monasterio, que siguió perteneciendo a Poblet hasta la Desamortización, consta que estaba en ruinas.
Del edificio original solamente se conservan la cabecera de la iglesia, compuesta por tres ábsides semicirculares, uno de ellos, el sur, de planta ultrapasada, y un falso transepto. Originalmente tenía una sola nave cubierta con bóveda de cañón de perfil apuntado. Mientras que el ábside central se comunicaba con la nave mediante un arco apuntado, que se ha conservado, apoyado sobre semicolumnas coronadas por capiteles trapezoidales totalmente lisos, los laterales se abren directamente al transepto. En ábside principal se abrían tres ventanas, de las que las laterales eran de doble derrame y la central, la mejor conservada, está formada por un doble arco en degradación tanto al exterior como al interior. Cada uno de los ábsides laterales contaba con sendas ventanas de doble derrame, de las que tan solo se ha conservado, muy fragmentariamente, la del septentrional. Los muros occidentales de las capillas laterales, que daban al exterior, también cuentan con dos alargadas ventanas de doble derrame y arco de medio punto monolítico. Debajo de las mismas se abren dos ventanas rectangulares realizadas en época moderna, y, en el brazo sur del transepto, una puerta con arco de medio punto formado por grandes dovelas. Los dos arcos apuntados que comunican las capillas laterales del transepto son apuntados. De ellos, el del lado sur fue parcialmente cegado por un tabique de época moderna, al que se adosaron unas escaleras para acceder al piso que se creo al cubrir con un techo la capilla. En esta estancia se conserva un arcosolio de arco apuntado. En el exterior del ábside central se conservan algunos de los canecillos, en uno de los cuales se representa un barril.
Junto al capitel norte del arco absidal se encuentra una ménsula con la cabeza de un animal de orejas puntiagudas, ojos almendrados separados y morro prominente, que bien podría tratarse de un cerdo o una vaca. Este esquemático motivo, a pesar de su simplicidad, resulta un elemento de cierto interés por hallarse en un edificio caracterizado por su austeridad ornamental.
Los sillares de piedra calcárea que componen el aparejo utilizado en los paramentos están muy bien escuadrados y pulidos, y perfectamente dispuestos en hiladas horizontales. En algunos de ellos se pueden apreciar marcas de los cantero, sobre todo una con forma de pirámide invertida que se aparece de forma reiterada.
En el Museu Comarcal de la Noguera en Balaguer se conserva un fragmento de la imposta interior de la nave de la iglesia, en él se puede apreciar una cabeza humana. En el redondeado rostro se aprecian un ojo, una nariz achatada y una minúscula boca trazada con una leve incisión. La parte derecha de la cara es la que está más dañada.
La austeridad ornamental y la pulcritud en la talla de la piedra encajan perfectamente en las prácticas constructivas cistercienses. Puede datarse el edificio en la primera mitad del siglo xiii.
Texto y fotos: Roser Gort Riera- Planos: Marta Buira Ferrè
Bibliografía
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