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Vista exterior de la cabecera de Santa Maria de Talló

Identificador
25051_18_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42.360000, 1.780000
Idioma
Autor
Montse Jorba i Valero
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Santa Maria de Talló

Localidad
Talló
Municipio
Bellver de Cerdanya
Provincia
Lleida
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Santa Maria de Talló

Descripción

BELLVER DE CERDANYA

Iglesia de Santa Maria de Talló

La aldea de Talló (Tellone, Sancte Marie Tallonensis, siglo ix; Tollone, siglo x; Castro de Tollo siglo xii; Podio de Teló siglo xiii; Talló siglo xvii), está situada en el centro del llano de la Batllia, a 600 m al sur de Bellver, en la ribera izquierda del Segre, en lo que fuera un enclave de caminos desde la época romana a la medieval, llamado pla de Tomed. Se accede a la villa de Talló por una carretera local desde Bellver, que luego sigue hasta el valle del Ingla.

 

La historia del lugar se relaciona con el pagus tollonensis. El vocablo latino pagus significa aldea, villa, pueblo, lugar, cantón o distrito. Los pagi eran antiguas divisiones territoriales, político-administrativas que se podrían remontar a la etapa romana o incluso anterior. Si se tiene en cuenta que la base estructural de los primitivos condados catalanes se basaba en la realidad geográfica de los valles que ocupaban, se puede entender mejor la división del condado de Cerdanya en cuatro pagi: Liviense, el más extenso e importante, documentado a partir de 913 y que ocupaba los territorios de la denominada “plana cerdana” actualmente localizada en la zona francesa de la Cerdanya; Baridanense,  citado en 953, segundo en extensión y que corresponde a la actual subcomarca del Baridà; Ollorbitense, datado en 994, abarcaba los municipios de Meranges, Alf, Olotpte, Èller, Cortàs, Gréixer, Girul y seguramente Isòvol; y finalmente el pagus Tollonensis, documentado en 949 y formado por Talló, Nas, Pi, Nerellà, Vilella y Prullans, cuyos límites coinciden con los de la comarca de la Batllia. Se tiene constancia de ocupación en la etapa romano-ceretana por los vestigios de esta época hallados en excavaciones realizadas en las inmediaciones de la iglesia (algunas monedas ibéricas y otras romanas de época imperial, así como cerámicas finas y restos de ánfora localizadas tanto en la zona de la iglesia como en las cercanías de Talló). El vocablo Talló podría estar relacionado con la voz latina Tellus, “Madre Tierra”, diosa romana que también se identifica con la deidad griega Gea. Siguiendo con las relaciones, se podría entender la cristianización del lugar con un templo dedicado a la Madre de Dios (Santa Maria de Talló). Otra posibilidad pasa por el vocablo Teloneum “oficina recaudatoria de impuestos”, identificada como centro fiscal de un determinado territorio. Estos centros se debieron originar en época tardoantigua, y ya se mencionan en la lex visigotorum.

 

La primera cita escrita que se refiere a Talló data de 835, en un precepto de Luis I el Piadoso, y al cabo de más de una centuria, en 958 vuelve a aparecer en otro de Lotario, donde, confirmando las posesiones del monasterio de Cuixà, citaba una in comitatu sardaniense, in loco qui dicitur tollonis cum domibus et terris et finibus suis, que se puede identificar como Talló. Se conoce también la existencia de un castillo de Talló que, según parece, fue construido por Guillem Ramon, conde de Cerdanya, poco después de 1072. Los documentos lo mencionan entre finales del siglo xi hasta la segunda mitad del xii, bajo el dominio de los condes de Cerdanya. En sendos documentos de 1090 y 1091, se establecían conveniencias entre Folc II, vizconde de Cardona y obispo intruso de Urgell, y el conde Guillem I de Cerdanya, por las que se cederían uno a otro los castillos de Cardona y Talló. Más adelante, en 1105, el caballero Ramon Arnau, antes de emprender viaje al Santo Sepulcro, hizo testamento en el que constaba la donación de un terreno que se hallaba junto al camino que pasaba bajo el castillo de Talló –ipsa pecia de terra qui est subtus Castro de Tolló, subtus ipsa via–. En el Liber Feudorum Maior, se cuenta que entre 1117 y 1131, Ramon Guillem de Prullans, prestó juramento de fidelidad a Ramon Berenguer III de Barcelona, conde de Cerdanya, por el castillo de Talló y todas sus pertenencias. La última referencia a esta fortaleza se encuentra en un documento de 1156, en el testamento de Bernat Guillem, alcaide del castillo de Talló. No obstante, no se conoce el emplazamiento de dicho castillo, si bien existen varias hipótesis, entre las que destaca la que defiende que se asentaba en el promontorio que posteriormente ocuparía el castillo de Bellver.

 

La importancia de Talló en esta época deriva del lugar que ocupaba en la Via Ceretana, que comunicaba las comarcas de Urgell y Conflent pasando por los castillos de Sant Martí y el situado en el Puig de Talló. Otra ramificación seguía hacia Coborriu y Vilavedra para, después de cruzar el coll de Pendís, llegar a Gréixer y Bagà.

 

Por la documentación se tiene constancia de la existencia de dos iglesias, hoy desaparecidas. En 983 se cita la iglesia de Sant Tomàs de Talló, que Oliba Cabreta, conde de Cerdanya, donó como dotación al monasterio de Sant Llorenç de Bagà (Berguedà). Algunos estudiosos, como J. Blasi, apuntan que posiblemente estuviera ubicada en el lugar donde se levantó la actual iglesia de Santa Maria de Talló. Esta hipótesis vendría avalada por el descubrimiento en una excavación de 1994, de una estructura anterior al siglo x. Otra iglesia, Sant Vicenç de Talló, aparece mencionada en una bula del papa Sergio IV del año 1011, donde se confirman bienes a favor del monasterio de Cuixà: Eclesie Sti. Vicentii qui est in Puio in Vila Tellone. Parece que su origen estaría relacionado con el traslado en 863 del cuerpo incorrupto de san Vicente desde Valencia hasta Zaragoza, pasando por Balaguer, Berga, Alp y Llívia, hasta su destino de Castres, en Francia.

 

No desglosaremos los numerosos documentos que citan el lugar de Talló desde el siglo ix en testamentos. Sólo nos referiremos a los que hacen referencia a la iglesia de Santa Maria de Talló, y en algún caso Santa Maria Cabanària, en alusión al lugar de población constituido por cabañas de pastores en el entorno de la iglesia. Para determinar su antigüedad, nos basaremos en las sucesivas excavaciones y sondeos arqueológicos por georradar, que han tenido lugar en la zona de la iglesia y adyacentes, desde 1993 hasta la actualidad, y que han puesto de manifiesto una ocupación cultual del lugar, y también de carácter funerario que por la tipología de las tumbas localizadas se puede datar a partir del siglo vi-vii, hasta el siglo xiv. Como dato curioso, cabe citar que algunas de las tumbas corresponderían a clérigos o sacerdotes, como lo indican los fragmentos de cálices de peltre encontrados, datados entre los siglos x y xii, y que avalarían la existencia de una comunidad canónica. La creencia de la posible existencia de una cripta motivó una prospección con radar en 1994, que permitió conocer la existencia de una estructura en el sector del presbiterio, de sección casi semicircular a modo de bóveda, además de un muro que, en línea recta, seguía la misma orientación que el templo actual, pero un tanto tangencial con relación al muro sur del edificio. Con posterioridad, se realizó la intervención arqueológica que sacó a la luz un muro de 1,40 m en la zona del presbiterio, que se correspondía con el perfil descubierto por el radar. Dicha estructura contenía tegulae y algunos fragmentos de cerámica fina, bajo imperial. En otra intervención en un campo cercano, aparecieron tumbas de fosa de planta ovalada, con restos óseos, que las dataciones radiocarbónicas situaron entre la segunda mitad del siglo vi y el primer tercio del vii.

 

Como resumen, podemos establecer una secuencia cronológica provisional del área que ocupa la iglesia de Santa Maria en el actual núcleo de Talló:


1 - Una ocupación romana (siglos i-iii), en la actualidad considerada puntual, y una de época tardorromana (siglos v-vi) claramente más consolidada.


2 - Una primera fase de necrópolis (tardorromana o paleocristiana) y un posible templo o lugar de culto (siglos v-vi al x) asociado a ella, que tendría una cabecera cuadrangular, típica de las edificaciones de la etapa prerrománica, como la de la cercana de Sant Martí i Sant Serni de Vilavedra (vall de l’Ingla), que apareció en la excavación llevada a cabo en 1997, y que hoy se encuentra, de nuevo, oculta por la vegetación.


3 - La edificación de la iglesia románica, de planta en cruz latina y con cabecera triconque, con un ábside central y dos laterales (siglos xi, xii y xiii), así como el inicio de la segunda fase del cementerio (siglos xi-xiv). Posible existencia de un claustro algo posterior (siglos xiii-xiv).


4 - Reformas modernas efectuadas en el edificio románico original (campanario, porche, rebajes, etc.) y continuidad del lugar como cementerio (siglo xvii hasta la actualidad)

 

La iglesia de Santa Maria de Talló es, sin duda, el edificio religioso alto-medieval, más destacado de la arquitectura religiosa de Cerdanya. Aparece citada en primer lugar en la lista de iglesias que se relacionan en el acta de consagració de la catedral de Santa Maria de la Seu d'Urgell, en 839 - fecha sobre la cual se tienen dudas razonables, ya que se tiende a situarla realmente entre finales del s. X y el inicio del s. XI (c. 978-1024) -. Destacamos que es la única de la larga lista que se cita con su advocación y que el obispo Sissebut asignó a Santa Maria d'Urgell en la citada acta de consagració, con las aldeas que le pertenecían.  Se supone que ya funcionaba como canónica agustiniana el año 891, pues en el acta de consagración de la iglesia de Sant Andreu de Baltarga se anuncia que estaban presentes el arcediano y seis clérigos de Santa María de Talló. Entre los años 1003 y 1098, aparece el nombre de Talló en diversos testamentos. En concreto, el testamento del canónigo Isarn, redactado el 12 de enero de 1098, que reparte sus bienes entre varios destinatarios en los que se incluye Santa Maria de Talló.

 

Su construcción debió de iniciarse a partir de 1059, fecha en la que el presbítero Arnal, legó un mancuso de oro ad opera de Santa Maria de Talló. Un documento muy importante en la historia de Talló es el que describe la dotación que otorga Ramon Guifré, conde de Cerdanya, el 26 de octubre de 1098, con motivo de la consagración del templo, con el consentimiento de sus hijos Guillem Ramon y Enric, a petición de su hermano Guillem, obispo de Urgell. La dotación, que tuvo lugar entre 1042 y 1068, consistió en el diezmo que se entregaba al obispo de Urgell y que a partir de ese momento sería asignado íntegramente a la parroquia de Talló. Se cobraba a las villas de: Talló, Nèfol, Cerinyà, Vilella, Garantoll, Greixantur, Sant Agustí, Envalls, Lavescort, Corcs, Cardils, Planell i Santa Maria. La donación se completaba con alodios, tierras, prados, viñedos, bosques, y el agua que discurría por el valle de Vallvedra, para que construyeran molinos. Terminaba insistiendo que nadie de su familia, incluido su hermano obispo y sus sucesores, no osaran tomar ninguno de dichos bienes. Pocos años después, en 1105, Ramon Arnau, antes de partir al Santo Sepulcro, hizo testamento, en el que dejó sus bienes a Talló, y, en 1136, el obispo Pere hizo donación de la iglesia de Santa Maria de Talló a Santa Maria de la Seu d’Urgell. En el testamento de Bernat Guillem de 1156, hay donaciones para Santa Maria de Talló, donde pedía ser enterrado y Bernat de Coborriu, antes de partir al Santo Sepulcro en 1170, hizo también testamento donde constaban donaciones a Santa Maria de Talló. En el Liber Feudorum Maior, se cita en 1265 al “doyen” o decano de Talló, Mestre Thomas, que explicaba cómo se constituyó y dotó la iglesia de Talló por el conde Guillem Ramon, a petición de su hermano Guillem, obispo de Urgell. También aparece en la relación de iglesias devastadas por las huestes del vizconde Arnau de Castellbò y del conde Ramon Roger de Foix. El documento se debió de redactar entre 1241 y 1251, y se trataba de una enumeración de daños sufridos por la misma catedral de Santa Maria de la Seu d’Urgell, y unas treinta iglesias del obispado. Su impulsor fue el obispo de Urgell, Ponç de Vilamur y el receptor el arzobispo de Tarragona, Pere de Albalat. A pesar de todo, en el Memorial de greuges, consta que sólo se llevaron ocho bueyes y dieciocho cerdos de las casas de la parroquia de Talló, pero no entraron en la iglesia.

 

La primacía de Talló empezó a decaer a partir de 1225, momento en que Nunó Sanç fundó la villa fortificada de Bellver y la dotó de importantes privilegios. A pesar de todo, la iglesia no perdió su primacía en la estructura religiosa de la Cerdanya, con un decano al frente de una comunidad de canónigos que a partir de 1299. Por obra de Guillem de Moncada, obispo de Urgell, se constituyó en el centro de la archidiócesis de la Cerdanya. El más notable de sus arcedianos fue Ramon de Morer, impulsor de la reforma del edificio, que murió en 1307 y cuyo sarcófago, con sus escudos de armas, se encuentra en la iglesia de Santa Maria de Talló, junto a la pila bautismal. A partir del siglo xvi, la comunidad se trasladó a Bellver y, finalmente se extinguió en 1842.

 

Santa Maria de Talló, la iglesia de mayores dimensiones de la Cerdanya, es un edificio que a lo largo de su historia ha sido objeto de transformaciones hasta llegar a su estado actual. Consta de dos cuerpos claramente diferenciados, uno construido seguramente a mediados del siglo xi, que comprendería el gran ábside y la zona del presbiterio, con una sacristía en el lado sur y la gran torre campanario adosada al ábside noreste, ambas añadidas el siglo xvii. El otro cuerpo se identifica con la gran nave trapezoidal, más ancha en los pies que en la cabecera, y con el porche de entrada, obra de finales del siglo xiii.

 

El ábside semicircular, realizado en el siglo xi, con bóveda de cuarto de esfera, y muros de 1,5 m de grosor, está construido con un aparejo a base de piedras de la zona, de tamaño mediano y corte irregular, colocadas en hiladas horizontales. La única decoración la constituyen unos grupos de arquillos ciegos, bajo el alero, sostenidos por ménsulas triangulares lisas, propios del primer románico. Debajo se encuentran tres ventanas abocinadas, de doble derrame, con dovelas enmarcadas por una chambrana de piedras finas, según un modelo también presente en Santa Cecília de Beders, Sant Martí de Víllec y Sant Andreu de Baltarga.

 

Desde el presbiterio se accede, por una puerta situada en el lado del evangelio, a la ya citada torre-campanario, de 22 m. de altura y tres niveles separados por una cornisa de sección semicircular. Otra puerta, en el lado de la epístola, da paso a la sacristía, que conserva el muro oeste de la etapa románica inicial. La puerta tapiada ubicada en este muro podría indicar el paso a las dependencias canonicales, hoy desaparecidas, y que estarían situadas en la zona que actualmente ocupa un manso que se dedica a la explotación agrícola. El tramo del presbiterio, más elevado que el ábside, está cubierto por una bóveda de cañón apuntada, y en el exterior se distingue por el frontispicio que sobresale, a continuación del ábside, y que deja entrever un óculo tapiado en el centro. Los muros norte y sur de la nave –construida hacia los siglos xii y xiii– destacan por los contrafuertes circulares, poco frecuentes en el románico catalán, y cuyos homólogos más cercanos se encuentran en la antigua abadía cisterciense de Santa Maria de Benifassà (Maestrazgo), primer monasterio cisterciense que se fundó en tierras valencianas en 1230. El aparejo es similar al del ábside, al igual que las ventanas abocinadas, de doble derrame, con dovelas y chambrana, en número de cuatro en cada lado. En el interior, se observan unos arcos formeros apuntados que refuerzan los muros, y que reforzarían la anterior bóveda, probablemente de cañón apuntada, que no se ha conservado. La bóveda actual es de ladrillos, encalada y pintada, y, al estar a un nivel más bajo que la anterior, oculta las ventanas. Entre ésta y la cubierta se asienta una estructura de cimbras de madera.

 

La entrada a la iglesia está ubicada en la fachada occidental, y a ella se accede por un porche de tres anchos arcos, construido en una etapa posterior que se puede situar en el siglo xvii. La puerta, de unas dimensiones proporcionadas al resto del edificio, está enmarcada por un arco peraltado, con dovelas de altura creciente desde el salmer hasta la clave, con una chambrana formada por  piedras alargadas.

 

La planta original era rectangular y la cabecera triconque (similar a las de Sant Jaume de Frontanyà, o Sant Andreu de Sagàs, Berguedà), como se puso de manifiesto con las citadas prospecciones arqueológicas. Los distintos restos aparecidos en las sucesivas campañas de excavación, conducen a pensar que, además de la iglesia, debían de existir unas dependencias adjuntas destinadas a albergar a la comunidad de canónigos y clérigos, mencionadas por Mn. Martí, según el cual la casa se llamaba “Dignidad” y estaba ubicada donde actualmente está Can Renda. Parece que la canónica se erigió en 1299, en tiempos del obispo Guillem de Urgell, coincidiendo con la reforma del obispado en la que se habría creado la archidiócesis de Talló, unida a la Seu d’Urgell. Los canónigos habrían permanecido en el lugar, haciendo vida común conforme a la Regla de san Agustín, hasta el siglo xiv. Una de las dependencias sería, probablemente, un claustro, al que se accedería, como ya hemos dicho, desde la puerta, actualmente tapiada, de la sacristía. Esta hipótesis viene avalada por determinados elementos aparecidos en las mencionadas campañas de excavación, como capiteles y basas de columnas, y otros como las diversas lápidas sepulcrales o pies de cálices de peltre, entre otros. Estos elementos arqueológicos se pueden dividir en dos tipos. El primero, probablemente procedente de un claustro, consiste en dos capiteles de piedra granítica, de forma cuadrangular, y decorada en sus caras, con aves y cabezas humanas. La dimensión de las piezas (36 x 33,5 x 33,5 cm), corroboraría su pertenencia a un claustro. Su sencilla decoración y tamaño recuerdan a las producciones seriadas de la Cataluña del siglo xiii. Por su parte, el segundo grupo, posiblemente procedente de una portada, se trata de un capitel de piedra de Isòvol, de mayor tamaño y altura, mejor proporcionado, decorado por figuras humanas sentadas entre elementos vegetales arborescentes y un águila. Por su estilo, recuerda a producciones del último tercio del siglo xii, como la catedral de Solsona. Para confirmar todas estas teorías, sería necesario proceder a excavar en la finca adyacente, que por ser una propiedad particular y en pleno uso, de momento no parece factible.

 

Cabe mencionar, también, la existencia de un grupo de estelas funerarias, halladas en el entorno de la iglesia durante las sucesivas campañas arqueológicas. Se pueden distinguir dos grupos claramente diferenciados. Uno sería el que corresponde a la etapa medieval, datadas en el siglo xii, y que en algún caso han sido reutilizadas en épocas posteriores. Son de piedra calcárea gris, en bajo relieve, de tipo discoidal, cruciforme y tabular. Algunas con relieves en forma de cruz griega, latina o flores de seis pétalos.

 

Elementos de forja de la puerta de acceso

 

Está documentado que ya existían batientes de puertas de madera adornados con trabajos de hierro forjado en el siglo ix. A partir del siglo xi se inició el uso de elementos de forja en las puertas de las iglesias del Rosselló, Alt Empordà, y la Garrotxa, y, a inicios del siglo xii, se extendió su uso por el Camino de Santiago.

 

El hecho de cubrir toda la puerta con dichos elementos se puede entender en base a una doble función de unir las tablas yuxtapuestas y además, como una forma común de protección. Su diseño en espiral se atribuye a la fácil elaboración de estas formas. También se ha relacionado su simbología con la forma en que acaban los báculos de los abades y obispos que rememora el bastón del pastor hasta conducir el rebaño a buen recaudo. De este modo, se indicaría que los fieles han arribado a su receso espiritual, donde encontrarían al pastor que los guiaría hacia el camino celestial. También señalaría la entrada al Paraíso. Según Fernando de Olaguer, la espiral se asemeja a las olas del mar y lo relaciona con el bautismo o con el viaje del alma después de la muerte.

 

Talló cuenta con una puerta de madera de dos batientes, toda ella cubierta con herrajes de buena factura, pero de dibujo irregular, bien conservados. Se trata de grupos de volutas acanaladas en forma de espiras, repartidos en ocho registros que van alternando barras de ocho volutas con otras formadas por tres grupos de cuatro volutas cada uno. Además, en el segundo registro superior observamos un grupo de barra rematada por sendas volutas con grupo de barra vertical y espiras en forma de C en el centro, con una especie de flor de cuatro pétalos. No se ha conservado el cerrojo y sólo queda el tirador, muy sencillo, formado por una anilla de sección circular con incisiones paralelas cruzadas, sujeta por una argolla de triple acanaladura.

 

Virgen con el Niño

 

En la iglesia de Santa Maria de Talló se venera desde antiguo una imagen de la Virgen con el Niño. Se trata de una talla de madera policromada, datada en la primera mitad del siglo xiii, que mide 89 cm y representa a la Madre sedente (sedes Sapientiae) con el Niño en el regazo. El trono o cátedra de la Virgen, también de madera, posee cuatro montantes de sección cuadrada, con adornos de pedrería pintados, rematados por formas poliédricas, sin almohada. La Madre viste velo, manto y túnica. El velo cubre su peinado y desciende por los lados de la cara hasta los hombros, en forma redondeada por la espalda. El manto, en forma de casulla, según Tim Heilbrohner, representa a María como símbolo de la iglesia jerarquizada o institucionalizada, y también alude al concepto de María como sacerdote o ministerio sacerdotal, idea que se irá extendiendo a partir del siglo xii. La túnica desciende hasta los pies en tres grupos de pliegues simétricos, dejando asomar el calzado que descansa en una especie de escabel, en forma de bisel. El Niño, que mide 49 cm, está sentado en el centro del regazo de la Madre, que, sin llegar a tocarlo, lo acoge en actitud protectora. Lleva corona, terminada en tres almenas con forma de lirio estilizado. Viste, como María, túnica amarilla, en forma de casulla ribeteada en cuello y bajos, y manto a modo de toga. Levanta el brazo derecho en actitud de bendecir, pero con los dedos cerrados, quizás fruto de una pasada restauración. El brazo izquierdo descansa en su regazo y llama la atención que no sostiene el libro.

 

Este modelo iconográfico, ya se encuentra en Cataluña anteriormente, en la pintura mural románica de los valles pirenaicos del Noroeste como la Virgen entronizada del ábside de Santa Maria de Tahull, la de Sant Joan de Tredós, la de Santa Maria d’Àneu o la de Sant Pere de Sorpe. El ambiente histórico y cultural que lo inspiró, hay que buscarlo en el contexto de la reforma religiosa que tuvo lugar en los condados catalanes durante los siglos xi y xii.

 

Narcís Camós, en 1657, la describió con notables diferencias respecto a la imagen actual. Según él, la Virgen sujetaba una manzana,“un pomico colorado”, en su mano derecha y el Niño sostenía un libro abierto en la izquierda. Se conoce una restauración realizada por Casanovas en el siglo xix, que mencionó Mn. Martí en 1927. Recientemente ha sido objeto de una nueva restauración.

 

Durante la Guerra Civil de 1936, visto el cariz que tomaban los acontecimientos en diversas poblaciones de la comarca, un grupo de vecinos de Bellver, con su párroco al frente, se afanaron en proteger ciertas obras de arte, orfebrería y vestuario de las iglesias de Sant Jaume de Bellver y Santa Maria de Talló. Las piezas más estimadas por la población, la Virgen de Talló y la del Rosario de Bellver, fueron trasladadas a una letrina inutilizada del juzgado que estaba ubicado en el segundo piso del Ayuntamiento de Bellver. De este modo, se salvaron de una destrucción casi segura y, al acabar la guerra, se colocaron provisionalmente en la iglesia de Bellver, mientras se llevaban a cabo los trabajos de reconstrucción de la maltrecha iglesia de Talló, que había sido utilizada como fábrica de tubos de cemento durante la contienda.

 

Texto y fotos: Montse Jorba i Valero - Planos: Laura Mas Tudó

Bibliografía

 

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