LA IGLESIA DE SANTA MARÍA se encuentra ampliamente reformada; de su fábrica original sólo pervive el ábside, que se aprecia únicamente al exterior, ya que en el interior está oculto por el testero de un nuevo presbiterio. Afortunadamente, la reforma no supuso la destrucción de la capilla original, que conserva sus muros perimetrales y su bóveda de horno, y desempeña la función de almacén. Es de suponer que el presbiterio original constase de un tramo recto cubierto de bóveda de cañón antes del remate en cuarto de esfera, y que, antecediendo todo el conjunto, se hallase un arco triunfal de medio punto o ligeramente apuntado. La obra, como todas las de la zona occidental, está construida con piedra pizarrosa y carece de ornamentación integrada de tipo escultórico. Tampoco ha conservado los canecillos que, aunque desornamentados, tuvieron que existir bajo la cornisa. El actual cuerpo de naves de Santa María es mucho mayor que el original, que sería más sencillo al tener una sola nave. La primitiva estructura románica experimentó numerosas intervenciones a lo largo de la historia, la primera en el siglo XVI y la segunda, y más importante, en el XVIII.