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Ventana decorativa del tramo oriental del muro norte. Interior

Identificador
09559_08_009
Tipo
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
José Manuel Rodríguez Montañés
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Miguel Arcángel

Localidad
Tartalés de los Montes
Municipio
Merindad de Valdivielso
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA PARROQUIAL SE EMPLAZA en la zona más elevada y al norte del actual caserío, aunque en la ladera sobre ella quedan restos de antiguas edificaciones arruinadas. Conserva del primitivo templo románico parte de la caja de muros de su nave única, levantada en buena sillería, respondiendo el resto a sucesivas reformas. La principal es la obra gótica que sustituyó la cabecera románica por la actual, amplia capilla rectangular de sillarejo y mampostería cubierta con bóveda de cañón apuntado en cuyo testero, que estuvo decorado con yeserías góticas de las que apenas restan fragmentos, se abrió una ventana apuntada de vano ajimezado con tracerías. También el muro meridional de la nave sufrió una importante reforma, en época bajomedieval o posterior, pues fue levantado en más descuidada sillería en la que se reutilizan numerosas piezas de la primitiva. La actual portadita, de arco parabólico, responde a un descuidado remonte moderno, pudiendo conjeturar que pertenecen a la románica tanto los fragmentos de imposta empotrados en la espadaña y el tramo occidental del muro meridional de la nave, sobre el pórtico, como la dovela con bocel sogueado en arista viva que vemos en el mismo muro sur, al interior. Sobre todo esta última pieza conecta con la decoración de numerosas iglesias de Valdivielso, como más tarde veremos. Así pues, se mantuvieron en pie del edificio románico únicamente el muro septentrional y el hastial occidental. En este último se abre, bajo la moderna espadaña -que reaprovecha una imposta con abilletado- y rodeando al modificado vano, una espléndida ventana de arco ornado con chevrons, una arquivolta de sección achaflanada decorada con bezantes y cadeneta de rombos concéntricos y chambrana con tres hileras de tacos. Apean los arcos en sendas impostas de tacos y en una pareja de columnas acodilladas de fustes monolíticos sobre basas áticas con garras y plintos moldurados, ambas coronadas por capiteles figurados. En el septentrional, sobre un fondo de hojas lisas rematadas por volutas y ramillete central, se afrontan dos leones que comparten cabeza en el ángulo de la cesta; en su compañero, sobre un fondo similar, se afrontan dos a modo de anfisbenas o basiliscos, híbridos de gallos de cuerpo reptiliforme y cola enroscada rematada por una cabecita de serpiente. Aunque esta bestia fabulosa no es muy frecuente en el románico burgalés, aparece en otros ejemplos, como las portadas de Almendres y Soto de Bureba o un capitel del arco triunfal de Aguilar de Bureba. Ya en el interior y pese a las transformaciones sufridas por la nave, son bien visibles los tres tramos separados por columnas entregas en los que se articulaba originalmente, al menos en lo conservado. Resta aún, reutilizada como apoyo del coro alto de madera que ocupa el fondo de la nave, parte de la semicolumna que dividía el tramo occidental con su basa de perfil ático degenerado sobre plinto, así como las rozas de la que marcaba la división entre el segundo y tercer tramo. Sobre ellas volteaban arcos fajones que reforzaban la primitiva bóveda, de la que apenas restan dos hiladas de sus riñones y las rozas de la rasurada imposta sobre la que partía. Quizá fuese el colapso de esta bóveda lo que obligó a la reconstrucción de la nave, a causa de la acusada ladera sobre la que se asienta el edificio. Hoy cubre la nave un cielo raso de entramado. Al exterior, la división interna aparece marcada por estribos prismáticos que se corresponden con las semicolumnas y contrarrestaban el empuje de los fajones. Quizás proceda de una de estas columnas entregas, dado su tamaño, el fragmento superior de un capitel conservado en la sacristía, ornado con un fondo de hojas lisas de puntas avolutadas, de una de las cuales pende un cogollo gallonado y dado central del ábaco decorado con una tosca carita monstruosa mostrando los dientes. En la misma sacristía se conservan varios tambores de columna entrega y restos de basas de la misma probable procedencia. Interiormente, como en Gredilla de Sedano, la ermita de Escóbados, Huidobro, Butrera, San Felices junto al Rudrón y otros muchos ejemplos, los tramos de este muro septentrional van animados con ventanas ciegas de arcos doblados de medio punto, rodeados por rasuradas chambranas y sobre columnas acodilladas. En la del tramo más occidental, visible desde el coro que la solapa parcialmente, el arco interior se decora con un bocel y el exterior es liso, sobre simples cimacios de nacela y capiteles de ruda talla; en el occidental volvemos a encontrar uno de los iconos más recurrentes en el románico de Valdivielso, Manzanedo, el extremo noroccidental de Burgos y sudeste de Cantabria, como es el águila de alas explayadas, rodeada aquí por volutas y triángulos curvos decorados con reticulado, a modo de dados del ábaco. El otro capitel es vegetal, con una gran hoja triangular nervada con una bola en la punta y sendas volutas y dados a los lados, muy similar a otros de El Almiñé o Valdenoceda. La ventana del tramo central de la nave muestra el arco interior también baquetonado y el que le dobla decorado con fina banda de dientes de sierra. En los capiteles que lo sustentan -coronando las columnillas alzadas sobre basas de tosco perfil ático con bolas y plinto-, volvemos a encontrar en esquema vegetal antes citado, mientras que en el otro capitel, muy deteriorado, se afrontan dos cuadrúpedos que comparten cabeza, probablemente del estilo a los de la ventana del hastial. Finalmente, la ventana del tramo oriental de la nave nos muestra el arco interior abocelado y el otro con bocel sogueado en arista viva y cenefa de hojitas flanqueadas por volutas. Las columnas, de basas idénticas a las anteriores, se coronan con una pareja de capiteles de idéntica decoración, con dos estilizadas y curiosas aves afrontadas entre volutas, especie de pavos reales de prominente penacho y largos cuellos vueltos como ordenándose el plumaje. Los deteriorados cimacios reciben puntas de diamante y ramas. Similares aves encontramos en San Martín del Rojo y, sobre todo, en la ventana occidental de la parroquial de El Almiñé y portadas de San Pedro de Condado y Panizares de Valdivielso, así como en las zonas del Valle de Sedano donde dejaron sentir su oficio estos talleres septentrionales, caso de la ventana de la parroquial de Escóbados de Abajo, parte de la escultura de Gredilla de Sedano, etc. Son también recurrentes en estos talleres las aves de alas explayadas, boceles sogueados en arista viva -seguramente derivados de los modelos onienses asimilados en San Pedro de Tejada-, la decoración de losanges, la de zigzag, los dientes de sierra y sobre todo los estilizados acantos de seco tratamiento entre dobles volutas. En el muro meridional de la cabecera gótica de la iglesia se reutilizaron, bajo la cornisa de nacela, varios canecillos procedentes de la fábrica románica, sumariamente decorados con simples tableros, bocel entre mediascañas, nacela entre dos rollos, un tosco busto masculino y un prótomo de carnero. En función de las analogías antes señaladas, podemos datar esta iglesia de Tartalés de los Montes dentro del último cuarto del siglo XII.