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Restos de entalladura para encastrar la techumbre

Identificador
50148_01_280n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 22' 12.46'' , -1º 1' 21.05''
Idioma
Autor
Jesús Andrés Navarro
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Torre del Castillo

Localidad
Luesia
Municipio
Luesia
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
La torre del castillo de Luesia, visible desde cualquiera de los flancos de la villa, se eleva en el punto más elevado de ésta, adaptándose a la superficie de la peña que le sirve de base. De la primitiva fortaleza musulmana que debió de ocupar este lugar no ha quedado nada, al igual que de la primera construcción cristiana, que Cabañero incluye dentro de la tipología de castillos lignarios, en la época de Sancho Garcés I. De ella tan sólo se aprecian los mechinales y entalladuras en la roca, dispuestos para incrustar las vigas y las techumbres de madera. Más tarde, en época de Sancho III el Mayor, según testimonio documental de finales del siglo XI, se construyó el castillo pétreo previo a los restos actuales, del que queda un fragmento del recinto murado. Durante los primeros años del reinado de Sancho Ramírez se debió de reconstruir por completo dando lugar a los restos que podemos contemplar hoy en día. En la parte introductoria referente a la villa de Luesia se ha reseñado gran parte de la documentación conservada, como la concerniente al castillo de Lawasa, el puesto fronterizo musulmán identificado por Lacarra. En el año 911, queda constancia de que este lugar estaba en manos del monarca navarro Sancho Garcés I, ya que tropas musulmanas, bajo el mando de Ibn Lubb, intentaron tomarla sin éxito. En el documento de 938, también citado en la introducción, aparece una completa nómina de las fortalezas que en aquellos momentos guarnecían este territorio, entre las que se encuentran la de Luesia y la de Sibirana, ambas protegiendo el acceso al valle de Onsella. Prueba de esta importancia geoestratégica es el abultado número de tenentes documentados, que la defendieron hasta finales del siglo XII, momento en que cesó su importancia estratégica. El recinto y la torre de época románica fueron reparados por iniciativa del arzobispo Hernando de Aragón, a mediados del siglo XVI. De esta época queda en pie una puerta de medio punto, sobre la que se dispone el escudo arzobispal y una inscripción con la fecha de 1546. Alrededor de la torre, según Almería, hubo un recinto murado que se mantuvo en pie hasta bien entrado el siglo XX, fecha en la que el ayuntamiento autorizó a los vecinos para recoger piedra para uso particular. Por esta causa sólo se ha conservado parcialmente el tramo que lo unía con la iglesia parroquial del Salvador, que probablemente formaba parte de la fortificación. Por otro lado, recientes excavaciones han sacado a la luz varios hallazgos de la modificación realizada en el siglo XVI y también un aljibe de época medieval. La torre, exteriormente, tiene una planta ligeramente pentagonal, aunque el interior es trapezoidal. Internamente, tiene una longitud en su lado más largo de 7,52 m, mientras que su anchura varía entre los 2,95 m del lienzo occidental y los 3,70 m del oriental. La puerta de acceso abre en el lienzo occidental en forma de arco de medio punto, de 1,79 m de luz, pero no es la única ya que existe otro vano sobre ella, correspondiente a la altura del segundo piso, que serviría para acceder a una estancia anexa que no ha llegado hasta nuestros días. De ella quedan los mechinales practicados en el muro exterior y la entalladura para encastrar la techumbre a doble vertiente que la cubría. Parece que el interior de la torre estuvo estructurado en cuatro alturas, a juzgar por los apoyos perfectamente visibles en el alzado de la parte interna de los lienzos. Las dos plantas inferiores corresponderían con las puertas, presentando vanos en aspillera al Norte y al Sur, con finalidad defensiva. La tercera planta tendría menor altura que las anteriores, y daría acceso a la cuarta, que acabaría en una terraza. El aparejo utilizado es la piedra sillar, presentando hiladas que rondan los 23 y 28 cm de altura. El vano de la puerta deja apreciar una potencia de los muros cercana a 1,50 m, creando un espacio que Cabañero califica de vestíbulo, cubierto por bóveda de cañón, de la que tan sólo se conservan los arranques, ya que el resto ha sucumbido al paso del tiempo. Aparte de la torre, del resto de la fortaleza tan sólo se conservan algunos muros rebajados que articulan diversas estancias. En las últimas excavaciones, además de llegar al nivel de suelo original del recinto, se descubrieron un aljibe y una estancia subterránea a modo de almacén. El aljibe se sitúa en el lado oeste, junto a la escalera de acceso, mientras que la estancia subterránea se ubica junto a la puerta de acceso a la torre. A ambos lados de la peña sobre la que se levanta, se aprecian dos lienzos de muralla que descienden hasta la iglesia del Salvador, incluyéndola dentro de un recinto inferior y creando un segundo espacio protegido, llamado albacara. Se repite en este caso, una vez más, el binomio altoaragonés formado por castillo e iglesia. Para algunos autores como Esteban Lorente, Galtier y García Guatas esta torre presenta similares sistemas de aparejo y soluciones de fábrica que las de Sibirana, Biel y Obano, todas ellas contemporáneas de la que nos ocupa, cuya construcción está fechada entre 1070 y 1075, durante los primeros años del reinado de Sancho Ramírez (1064- 1094).