Identificador
50278_01_130n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 22' 27.34'' , -0º 26' 11.91''
Idioma
Autor
Miguel Maldonado Sacasa
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Velilla de Ebro
Municipio
Velilla de Ebro
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Claves
Descripción
El templo se halla emplazado en un altozano amesetado, dominando el conjunto del pueblo y junto a los restos de época romana del yacimiento de Lépida- Celsa. Se puede acceder a él gracias a una pista en perfecto estado que parte desde la carretera a escasos metros del desvío de acceso al casco urbano. Se trata de una ermita advocada a San Nicolás de Bari, patrón de los marineros y navegantes, recuerdo quizá de una época en la que el río Ebro fue navegable. Los orígenes de esta ermita son remotos y mal conocidos debido a la escasísima documentación existente. Hay investigadores que afirman que está asentada sobre las murallas defensivas de la antigua colonia romana y sobre parte de un templo pagano, dedicado a la diosa Diana según alguna leyenda popular. En cualquier caso poco queda de esa fortaleza, salvo por la parte inferior de algunos de los muros del perímetro absidal en los que se puede apreciar perfectamente la diferencia entre varios tipos de aparejo. De época románica tan sólo se conserva la cabecera, ya que se trata de un conjunto muy alterado en su fábrica original. El resto de la edificación, con clara influencia barroca, pertenece al siglo XVII, concretamente al período 1679-1713, apareciendo esta última fecha en una inscripción en la columna más septentrional que sirve de soporte a los arcos del pórtico. Este pórtico da acceso a su vez a una edificación contigua que pareció servir de vivienda al ermitaño. Madoz nos indica que el cerro en el que se levanta el templo fue amurallado durante la contienda carlista, pero no especifica si esto influyó directamente en la apariencia actual de la ermita. La última restauración corresponde a la reciente fecha de 1971, taponándose en este momento el acceso a la galería subterránea de la cripta, que comunicaba ésta con el Ebro, pasando por debajo del templo actual. También se cubrió este espacio inferior con las escaleras de acceso al ábside. La planta cuenta con tres naves separadas por pilares cruciformes, que a su vez configuran tres tramos. La nave central es más ancha y elevada que las laterales, y sólo la del Norte acusa capilla en la cabecera, mientras que la del Sur cuenta con un espacio cuadrangular, dedicado a sacristía, cerrado a la iglesia mediante muro al que se accede por una puerta adintelada. Todo parece indicar que en origen la configuración de la primitiva iglesia románica contaría con una sola nave y ábside semicircular, siendo la cabecera lo único conservado de aquella. La iglesia actual mide 22,70 m en su eje longitudinal y 17,10 m de anchura, contabilizando las tres naves. La central abarca 4,85 m de ancho, algo mayor que la anchura del presbiterio, de 4,60 m, cifra que estaría más cercana a la anchura de la nave románica original. En la parte central del ábside abre al exterior un vano de medio punto. Se accede al interior mediante un vano adintelado situado a los pies de la nave principal, bajo el coro. Su alzado nos muestra claramente las diferentes adscripciones cronológicas y artísticas del edificio. Del sillarejo tenido por romano de la parte inferior del ábside se pasa al excelente trabajo de cantería románica de la piedra sillar de su parte superior, que culmina en el pequeño alero sustentado por canecillos lisos sin decoración. Contemplada en la distancia, puede verse que no sólo el semicilindro, sino también el inicio del presbiterio de época románica, están contenidos en la obra barroca. En el interior una bóveda de cuarto de esfera apuntada cubre el cilindro absidal. En el resto de la ermita, obra del siglo XVII, priman el ladrillo y la mampostería. La nave central está cubierta con bóveda de lunetos y las laterales con bóveda de arista. La capilla de la nave norte esta cubierta con cúpula sobre pechinas en la que abre una pequeña linterna. Los sillares que componen el cilindro absidal de la cabecera se organizan en hiladas de distinta altura, variando entre 20 y 45 cm, siendo frecuentes los engatillamientos para salvar estas diferencias de tamaño. En el centro del ábside, tras una talla actual en madera de San Nicolás, y flanqueado por otras dos de San Valero y Santa Águeda, se conserva el detalle más significativo de este edificio. Se trata de un vano de medio punto, con similar configuración exterior e interior, abocinado por igual en ambas direcciones. Lo enmarca una arquivolta dovelada, en la cual encontramos una muestra ornamental a base de nueve botones florales situados en el borde achaflanado de su intradós. Apea sobre ábacos lisos y sendos capiteles con una austera decoración a base de grandes hojas lanceoladas incisas, siendo más esquematizadas las situadas al exterior del edificio. Éstos apoyan en dos columnas de fuste cilíndrico que descansan sobre sus respectivas basas áticas, decoradas en su ángulo libre con sendas bolas. Todo el conjunto se enmarca por chambrana de fábrica sencilla. Por encima de él una imposta biselada separa el paramento vertical de la bóveda de cuarto de esfera ligeramente apuntada que se encuentra enmascarada por una decoración pictórica reciente. En el interior, debajo del altar central, bajo una trampilla de madera, podemos encontrar unas escaleras de obra nueva que nos conducen hasta la cripta, gracias a la cual se nivela el importante desnivel del terreno. Se trata de un breve espacio coincidente con la cabecera de la iglesia superior. Se compone de planta semicircular y está cubierto con bóveda de horno que arranca directamente de la solería. En su parte más oriental cierra el espacio una bóveda de cuarto de esfera sobre tres hiladas de sillares, las únicas libres de enfoscado en toda la cripta. En ella abre un ventanal de gran profundidad y muy abocinado, acabado en la aspillera al exterior. Cabe señalar que existía un retablo en alabastro en la cabecera románica que fue destruido durante le guerra civil, quedando escasísimos restos. Fue realizado por Damián Forment en 1532 y dedicado a San Nicolás de Bari. En él también se hacía referencia a uno de los hechos más conocidos del lugar, la leyenda de las milagrosas campanas, que “tañían sin presencia humana” anunciando desgracias o “cuando ha de acontecer alguna cosa notable, aunque sea lejos de este reino”. En la parte superior de la ermita, a los pies, existe un campanario-espadaña con tres vanos de medio punto con sus respectivas campanas. La fase románica de esta construcción la podemos fechar próxima al último tercio del siglo XII.