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Pila bautismal

Identificador
34844_01_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 47' 44.19'' , -4º 31' 18.96''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Fructuoso

Localidad
Colmenares de Ojeda
Municipio
Dehesa de Montejo
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA IGLESIA DE SAN FRUCTUOSO de Colmenares, tal y como ha llegado hasta nosotros, se presenta como un edificio de planta rectangular, compuesto de dos naves separadas por pilares y testero plano, construido en dos fases góticas de fines del siglo XIV o inicios del XV e inicios de siglo XVI respectivamente, con adiciones y reformas del siglo XVIII. El único elemento románico conservado lo constituye la magnífica pila bautismal colocada en la cabecera de la nave meridional. La primera campaña gótica (ca. 1400) configuró un edificio de una nave dividida en tres tramos culminada por un ábside cuadrado reforzado exteriormente por contrafuertes angulares. Probablemente a este momento corresponda la erección de la torre, cuadrada y de dos pisos, que se eleva a los pies de la nave septentrional. La reforma de la estructura a principios del siglo XVI añadió el coro alto a los pies de la nave, la sacristía y una colateral al sur en la que se abrió la portada, a la que posteriormente (siglos XVII-XVIII) se protegió con un pórtico cuadrado de grandes dimensiones. En el siglo XVIII se replantearon los pilares de la nave, se añadieron una serie de contrafuertes de sección triangular y se abrió el ventanal de la cabecera de la nave sur (datado epigráficamente en 1787). El conjunto, tanto en la obra gótica como en la moderna, se levantó en excelente sillería arenisca de veta amarilla y grano fino con improntas muy claras de talla a gradina. La decoración escultórica del edificio refleja esa referida duplicidad de campañas góticas. Los capiteles del arco de triunfo se decoran respectivamente con toscas hojas planas con crochets y un entrelazo acogiendo un brote acorazonado el izquierdo y un centauro-sagitario y un personaje sentado sosteniendo una especie de báculo entre hojas con digitaciones secamente tratadas el derecho. Este último, pese a su tosco aspecto, es interesante por representar la recuperación de una plantilla románica en una obra de fines del siglo XIV. La pila bautismal de Colmenares, actualmente situada en el testero de la nave sur, es el único resto románico del edificio y constituye uno de los más ricos ejemplares de la provincia. De forma troncocónica invertida, 84 cm de altura y 123 de diámetro superior, se alza sobre su basa original, lamentablemente deteriorada. El borde superior se decora con semicírculos y ovas y la peana recibe clípeos vegetales formados por tallos que brotan de máscaras monstruosas. La profusa decoración de la copa, organizada a modo de friso, agrupa cuatro escenas o motivos sin otra compartimentación que la compositiva. En primer lugar, según un orden de lectura que más adelante justificaremos, aparece la escena de las Santas Mujeres portando los óleos ante el sepulcro vacío de Cristo, siguiendo fundamentalmente la narración del evangelio de Lucas (XXIV, 1-12). Vemos así los dos ángeles, uno turiferario a la cabecera del sepulcro y el otro a los pies mostrando el sarcófago vacío a las tres mujeres, mientras que los guardias armados caen a tierra presos de temor. Continuando la lectura en el sentido de las agujas del reloj, la escena siguiente presenta un grupo de tres personajes, dos abrazados y un tercero posando su diestra sobre el hombro del central. Iconográficamente complejo ha sido interpretado como el forcejeo de tres personajes indeterminados (Lojendio) o como la resurrección de Lázaro (García Guinea). A nuestro parecer ya título de hipótesis, dada la falta de precisión de la escena, estos tres personajes pudieran ilustrar la aparición de Jesús a los dos discípulos en el camino de Emaús, pasaje recogido en Lucas, XXIV, 13-35, es decir, inmediatamente después de la escena del sepulcro vacío, escena que, como señala Louis Réau, evoca de forma indirecta la resurrección de Cristo. Asistimos seguidamente a una escena de bautismo: en el centro de la composición, y tras la representación de una pila bautismal decorada con motivos vegetales, aparece un personaje barbado sosteniendo una copa o cáliz y realizando con su diestra un gesto de bendición generalmente reservado a figuraciones divinas o dignidades eclesiásticas (índice y corazón extendidos). Flanquean esta figura una pareja de asistentes, uno de los cuales porta una cruz, que introducen sus manos en la pila y, a la derecha, una figura femenina repite el gesto de los anteriores. A la izquierda, dos personajes barbados portan sendos infantes al bautismo. La escena reproduce pues una representación de bautismo, sin que podamos identificar un episodio concreto, y la única duda reside en precisar si éste es por inmersión -como sugiere García Guinea- o por aspersión. Si, como creemos, esta escena pretende ilustrar la realización de las últimas instrucciones dadas por Cristo a sus discípulos (“Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuera bautizado, se salvará, mas el que no creyere, se condenará”, Marcos, XVI, 15- 16), tendríamos en la pila de Colmenares una sintética exaltación del Bautismo como sacramento fuente de vida, puerta de acceso al reino divino abierta por el sacrificio y resurrección de Cristo, puerta instituida como tal por el propio Cristo y regida por sus ministros, es decir, por el clero, representado en nuestro relieve por las tres figuras centrales de la escena. La decoración se completa con la representación de un grifo rampante entre follaje. Desde el punto de visto estilístico el relieve manifiesta la manera de un artista local, hábil a la hora de integrar sus composiciones en la superficie curva del soporte y cuya talla enérgica no rehuye el alto relieve, creando fuertes contrastes de luces y sombras. Apoyando la evidente teatralidad de las escenas el escultor imprime una fuerte expresión a los personajes, llegando en algunos rostros -como señala Lojendio- al patetismo. Este expresionismo no está exento de arquetipos arcaizantes como las desproporciones de los cánones, de grandes cabezas de ojos almendrados, acusada exoftalmía e iris marcado por puntos de trépano, el acartonado rictus de los labios de comisuras caídas, la rigidez de miembros y actitudes o el acartonamiento de los plegados. El rústico carácter de la escultura dificulta el establecimiento de conexiones claras con otras obras palentinas. Luis M.ª de Lojendio la relacionaba con los capiteles de Lebanza y la portada de la Asunción de Perazancas y García Guinea buscaba paralelos en Arenillas de San Pelayo, apostolado de Moarves y Moradillo de Sedano. Los amplios plegados en tubo de órgano paralelos, el tipo de tocado de las Santas Mujeres y la figura del grifo nos hacen pensar en el conocimiento, por parte de nuestro escultor, bien de los cercanos capiteles de la iglesia del monasterio de Aguilar -principalmente el de las Tres Marías ante el sepulcro- bien de la portada de Revilla de Santullán, donde aparece reflejado idéntico asunto. En cualquier caso, la personal interpretación por parte del escultor de Colmenares no permite avanzar más allá de la especulación. Por su riqueza iconográfica y decorativa la pila de Colmenares aparece como uno de los ejemplares tardorrománicos más interesantes de la provincia, junto a las de Calahorra de Boedo, Cantoral de la Peña y Valcobero. Cronológicamente debe situarse en los últimos años del siglo XII.