Identificador
33556_02_026
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Adriana Carriles García
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Grazanes
Municipio
Cangas de Onís
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
SI BIEN SE CONSERVAN DOCUMENTOS datados en fechas relativamente tempranas referidos a la organización parroquial del valle del Güeña, que estaba conformado por las iglesias de Abamia, Villaverde, Grazanes, Con y Onís, la primera referencia documental que hace mención explícita a la iglesia de San Martín de Grazanes es de los años 1385-1389, cuando en la relación de iglesias pertenecientes al obispado de Oviedo, elaborada por mandato del obispo Gutierre de Toledo, se incluye San Martino de Graçanes en el arçiprestalgo de Cangas de Onís y se dan algunos datos sobre la extensión de su manso, o tierras de su propiedad, lo que indica la riqueza de esta parroquia en auel entonces. Una nueva mención a San Martín de Grazanes aparece en el censo de fines del siglo XVI, donde se la nombra como pila del arciprestazgo de Cangas de Onís. El origen del topónimo podría estar en relación con un antropónimo de origen latino; en efecto, numerosas localidades deben su actual denominación a un antiguo nombre de persona, por ejemplo, el propietario de una explotación agrícola, cuyo nombre perdura una vez que se ha desarrollado en torno un núcleo de población, al que pasa a identificar en su totalidad. En ocasiones, a este proceso ha de sumarse, por influencia goda, la combinación con una nueva declinación cuyo genitivo terminaría en -anis o -anes, y cuyo recuerdo se mantiene en algunos topónimos asturianos, como sería el caso de Grazanes, resultado de la derivación de algún personaje de nombre Grattius. Se trata de una iglesia de estilo tardorrománico, fechándose ya en el siglo XIII, y que fue muy alterada a lo largo de su historia. San Martín de Grazanes es una iglesia de nave única, de trazas rectangulares aunque cortas de proporciones; la nave se ensancha, muy ligeramente, hacia la cabecera, que es cuadrada y está cubierta por bóveda de cañón apuntado. El interior se mantiene relativamente inalterado en cuanto a su disposición espacial y a su sistema de cubiertas, pero el exterior ha sufrido transformaciones importantes; concretamente, en el lateral sur se adosan un pórtico al cuerpo de nave y la sacristía a la cabecera. Al parecer esta iglesia también tuvo un pórtico en la fachada Oeste, pero no se ha conservado, llegando a nosotros sólo el lateral y quedando un imafronte de aspecto muy sencillo. Adosado al lateral norte se encuentra el actual cementerio parroquial. La iglesia de San Martín de Grazanes sigue en grandes líneas la tipología constructiva habitual entre las edificaciones de carácter religioso en la zona oriental de Asturias, tanto en lo que respecta a su planimetría como a sus elementos constructivos básicos. Los condicionantes externos, geográficos en gran medida, de la zona oriental de Asturias configuraron una serie de características arquitectónicas y escultóricas muy concretas en sus construcciones románicas, de aspecto vulgarizado o tosco las más de las veces, características que se mantendrán durante un prolongado período de tiempo. Son tres las razones que ayudan a comprender la pervivencia del románico rural o popular. En primer lugar, la falta de una adecuada formación en las técnicas constructivas por parte de los canteros que trabajan en núcleos rurales, artesanos que en muchos casos desconocían ciertos procedimientos o novedades constructivas, quizá por el propio aislamiento geográfico (un ejemplo de esta insuficiente formación técnica lo tenemos en San Martín de Grazanes, tal como veremos al referirnos al arco triunfal); otra razón es la persistencia de modelos planimétricos arcaizantes, por tratarse de esquemas ya conocidos y suficientemente funcionales; y por último ha de hacerse mención de un proceso particular, en casos en los que la presencia de un edificio importante y de prestigio, por ejemplo, un gran centro monástico, proporciona modelos arquitectónicos o decorativos, que generalmente se vulgarizan progresivamente debido al desconocimiento técnico o iconográfico de los artesanos rurales encargados de trasladar esas novedades a la parroquia local. Las características del románico rural son apreciables también en los materiales constructivos; el paramento de San Martín de Grazanes, por ejemplo, y como era habitual en la zona, se levantó con sillarejo, reservando los bloques de sillares para reforzar las partes estructuralmente más importantes del edificio, como el arco triunfal, los aleros o los marcos de los vanos. Esto es lo que puede apreciarse aún en Grazanes, a pesar de lo reformado de su fábrica medieval. Se ha de destacar el engrosamiento de los muros de la cabecera, quizá debido a la precaución de unos canteros no demasiado experimentados (elucubra I. Ruiz de la Peña), con la cubrición abovedada de los espacios. Es precisamente el ábside uno de los elementos más destacados de esta iglesia, junto a la portada Sur, de la que hablaremos más adelante. El arco triunfal se articula en dos arquivoltas de perfil levemente apuntado y ambas desornamentadas, aunque sí molduradas; la primera rosca, es decir, la exterior, aparece animada por un vértice biselado y se prolonga, sin ningún tipo de apeos, hasta el suelo; la arquivolta interior descansa en un grupo de tres columnas acodilladas a cada lado. Todas las columnas, de fuste liso, están coronadas por capiteles, bastante dañado alguno de ellos, de curiosa decoración esculpida. Aunque las formas de cada uno de ellos son identificables e individualizables, aparecen unidos a través de los grandes y potentes collarinos, que conforman en realidad una única moldura continua, como también ocurre en la parte superior de los capiteles con la moldura de los cimacios. Entre ambas molduras, de aspecto algo tosco, se sitúa una hilera de apomados, que se complementa, en el capitel central del lado derecho, con el relieve de una flor de lis. Este tipo de decoración fitomórfica y la abundancia de apomados, junto a la cubrición con bóveda de cañón apuntado, podrían hacer pensar en una adscripción estilística próxima al protogótico, pero éste no es el caso de San Martín de Grazanes. Este templo, como San Pedro de Con, que también presenta este tipo de novedades, parece relacionarse con el influjo, aunque superficial, del cercano monasterio de San Antolín de Bedón; de hecho, ya han sido varios los autores que han señalado la introducción de elementos nuevos dentro de su estructura plenamente románica. Así, las basas de las columnas del arco triunfal de San Martín de Grazanes también aparecen articuladas mediante una serie de molduras de perfil un tanto irregular en algunos puntos. Lo más llamativo de este arco triunfal es que la columna central e interior de cada lado carecen de función tectónica, pues las arquivoltas no apoyan sobre ellas, como sería de esperar; esta situación parece relacionarse directamente con un error técnico por parte del taller de canteros. La cabecera se cubre, como ya se ha dicho, con una bóveda de cañón apuntado, que arranca desde una línea de imposta que recorre los muros laterales hasta llegar al testero. Esta bóveda, hoy con algunos problemas estructurales que muestran un abombamiento en alguno de sus puntos, está completamente cubierta de pintura de época muy posterior, probablemente de finales del siglo XVIII o principios del XIX, con motivos geométricos de formas estrelladas, en colores cálidos (predominando los rojos y ocres) y blancos. No es el único ejemplo románico de la zona que conserva pinturas de época barroca en su interior; la cercana iglesia de San Pedro de Con o la ermita de Santa María de Villaverde, ambas también en el concejo de Cangas de Onís, experimentaron un proceso similar al de Grazanes al decorarse sus ábsides con pinturas de diferente temática, el de San Pedro de Con con repertorios vegetales, lacerías y motivos heráldicos y el de Santa María de Villaverde con temas de carácter narrativo relacionados con Santiago Matamoros y con Cristo. Aún en el interior, a los pies de la nave y adosado al lateral derecho, se encuentra la pila bautismal original. Se trata de una pila labrada en un único bloque de piedra, de cuenca troncocónica irregular, que apoya sobre un pie de 15 cm de alto. La pila bautismal propiamente dicha mide 82 cm de altura y 80 cm de diámetro, y aparece levemente decorada en el frente con una hilera de triángulos isósceles, y, algo más abajo, con una banda de círculos en relieve. Las pilas bautismales románicas conservadas en Asturias presentan en la mayor parte de los casos un aspecto similar, de gran sencillez, aunque pueden distinguirse varias etapas según la tipología. La pila bautismal de Grazanes pertenecería al modelo implantado mayoritariamente a partir del siglo XII, es decir, un modelo de copa, con una cuba decorada sobriamente y sostenida por un pie más o menos alto. Esta pila guarda estrecha relación con la conservada en San Pedro de Con, tanto en su morfología como en su decoración, con lo que podrían datarse ambas, y, por extensión, los templos que las albergan, en un margen temporal similar, entre finales del siglo XII y el primer tercio del siglo XIII. El exterior es la parte más alterada por las sucesivas remodelaciones a las que se vio sometida esta iglesia. De la fábrica original románica se conservan los canecillos de los laterales norte y sur del edificio, bajo la cornisa original, y muy deteriorados por los agentes atmosféricos. Son fundamentalmente canecillos de carácter geométrico o perfil en caveto, pero destaca especialmente uno, situado en el lateral norte, decorado con la imagen de un animal, de cabeza pequeña, hocico fino y grandes orejas. Sin duda, lo más interesante es la portada abierta en el flanco sur de la nave, quizá debido a alguna reforma llevada a cabo a principios del siglo XVI. Se trata de un vano de medio punto con guardapolvo de escaso resalte y articulado en una única arquivolta sin apoyos exentos, pero descansando sobre sendos capiteles impostados. Esta estructura no presentaría ninguna novedad de no ser por el alfiz que la enmarca y que se decora de manera similar al resto de la portada. La rosca del arco se recorre por sendas molduras cóncava y convexa, entre las que se sitúan dos hileras de motivos geométricos: la exterior es una sucesión de pequeños círculos, y la interior, sobre el límite de la rosca, se recorre con pequeños apomados o perlas. La banda de círculos se repite en la parte superior de los capiteles imposta, complementados en su perfil biselado inferior con una serie de sencillas incisiones. La línea de perlas de la arquivolta se continúa en ambas jambas, pero convirtiéndose ahora en una sucesión de puntas de diamante, aunque muy erosionadas. Sobre uno de los sillares de la jamba derecha se talló una cruz inscrita en un círculo. El alfiz que enmarca esta estructura, y que parte de las mismas impostas que la arquivolta, está también decorado con la sucesión de perlas sobre moldura cóncava. La moldura en alfiz decorado puede encontrarse en algunos templos castellano-leoneses, como las iglesias de San Bartolomé de Pinares o San Juan de la Encinilla, ejemplos fechados ya entre finales del siglo XV y principios del XVI; sin salir de Asturias, también podemos encontrar algunos ejemplos en el concejo de Cabrales, en las iglesias, ya góticas, de Santa María de Llas y Santa Eulalia de Puertas. En San Martín de Grazanes, toda la estructura del vano está pintada con trazos rojos sobre fondo amarillo, fingiendo el despiece regular del paramento y las dovelas. La iglesia de San Martín de Grazanes sufrió numerosas reformas en época moderna. Además de los añadidos de la sacristía y del pórtico, ya mencionados, hemos de señalar, como obras barrocas, la espadaña y el contrafuerte levantado en el muro norte, en correspondencia con el arco triunfal interior. El interior de la iglesia, como hemos visto, se mantiene bastante fiel al original, con los únicos añadidos del coro, situado a los pies de la nave, la decoración pictórica de la cabecera y un retablo que desapareció durante un incendio en 1934. La iglesia de San Martín de Grazanes o la pequeña ermita de San Bartolomé de Sobrepiedra son algunos de los pocos templos del románico tardío rural del oriente asturiano que ilustran el proceso de incorporación de nuevas formas, como el arco apuntado, al margen de los grandes centros monásticos. Su estado actual de conservación no es el adecuado, pues los problemas de humedad son patentes en su interior, donde el arco triunfal empieza a estar seriamente afectado y sería necesario un proceso de restauración.