CUENTA INOCENCIO CADIÑANOS que la iglesia de Cernégula durante toda la Edad Media no pasó de la categoría de ermita, alcanzando la de parroquia ya con la Edad Moderna, y que originalmente se halló bajo la advocación de San Miguel, pasando después la titularidad a Santa María y San Vicente y más m odernamente a su actual advocación. Aun así la presencia del primer patrono continúa todavía muy arr a igada y es tradición en el lugar que una ermita dedicada a este santo arcángel se levantó inmediata a la iglesia, de donde proceden algunas imágenes suyas que se guardan hoy en el templo. Es un pequeño edificio levantado en sillería y mampostería de caliza, con una sola nave y cabecera sin diferenciar, cubierto todo por bóveda de cañón ligeramente apuntado, sostenida por cinco arcos fajones cuyos apoyos son alternativamente pilastras y ménsulas. Una capilla funeraria se adosa al norte de la cabecera, que en su testero muestra otro curioso cuerpo adosado, con la parte inferior correspondiendo a la sacristía y la superior a un habitáculo con acceso independiente, que la tradición identifica con la ermita de San Miguel, a la que acudían especialmente los arrieros que transitaban por la zona y cuya imagen debió ocupar una hornacina en la fachada oriental, hoy vacía. Sobre los pies se eleva la espadaña y la portada, típicamente tardogótica, se abre al mediodía. El edificio es en su conjunto obra gótica, aunque la imagen interior pueda remitirnos a formas constructivas románicas, sobre todo por el tipo de abovedamiento. Sin embargo nada de la fábrica se remonta al estilo artístico que nos interesa y sólo la pila bautismal creemos que encaja en esa cronología. Es una curiosa pieza tallada en caliza un tanto porosa, con una altura total de 99,5 cm, compuesta por un corto basamento ochavado -seguramente posterior-, sobre el que se eleva un tambor de 18 cm de altura, con su arista superior abocelada, y que sirve a su vez de apoyo al vaso, de 51 cm de altura. Este vaso tiene una forma cúbica, de 78,5 x 79 cm de lado, con todas sus aristas recorridas por boceles o cortadas a chaflán y con los ángulos inferiores ochavados mediante dos planos en cada esquina. El hueco es también cuadrangular y en la embocadura presenta dos profundas incisiones que parecen indicar la intención de trazar boceles perimetrales que no se llegaron a ejecutar. En la cara que actualmente mira hacia la nave aparecen otras sutiles incisiones, aunque nada tienen que ver con la labra original de la pieza sino que son simples grafitos, en los que parece entreverse la figura de un castillo. El trabajo de talla a hacha que se aprecia en sus superficies, especialmente en el vaciado interior, es el argumento que mejor nos permite dar una cronología dentro del estilo románico, donde las pilas bautismales cuadradas, sin ser muy abundantes, sí están bien documentadas. Son casi una veintena las que se conocen a lo largo de Castilla y León, sobre todo en la provincia de Burgos, como en la cercana localidad de Castil de Lences. Sin embargo ninguno de los modelos conocidos se puede equiparar a la forma que presenta la de Cernégula.