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Iglesia de San Andrés, desaparecida. Vista aérea

Identificador
09443_01_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Anónima
Colaboradores
Álvaro Monzón
Derechos
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de San Andrés

Localidad
Gumiel de Mercado
Municipio
Gumiel de Mercado
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
LA ACTUAL GRANJA DE LA VENTOSILLA se encuentra a 4 km al sur de Gumiel de Mercado, en medio de espesos bosques de encina ribereños del Duero y de extensos campos de cultivo donde en los últimos años se va imponiendo de manera abrumadora la vid. Constituye hoy en día una gran explotación agropecuaria cuyo origen está en una pequeña aldea que sin embargo a finales de la Edad Media se vio convertida en un gran coto privado vinculado a la realeza y a los principales linajes nobiliarios del reino. Consta su existencia en el año 1143, citada en el privilegio por el que Alfonso VII da a la villa de Roa y a sus aldeas el Fuero de Sepúlveda. No obstante no formaba parte de la Comunidad de Villa y Tierra de Roa, sino del alfoz de Clunia, puesto que su mención es puramente circunstancial, apareciendo en aquel documento al situarse geográficamente una de las aldeas raudenses: Valbona, quae est inter Ventosiella et Aquilera. Debió surgir al amparo de una pequeña torre defensiva que controlaría el camino norte entre Roa y Aranda de Duero y quizá también entonces con uno de los pocos vados con que contaba el río Duero, donde se levantó un gran puente desmantelado en el siglo XVII. De esa torre sólo quedan rastros de un foso abierto en un montículo próximo a la iglesia, sobre el que en el siglo XVIII se levantó una torre de comunicación con heliógrafo. A mediados del siglo XIV, según el Libro Becerro de las Behetrías, era ya lugar solariego perteneciente a Garcí Fernández Manrique y a Ruy González de Castañeda, dando paso posteriormente a un radical proceso de señorialización que acabó por convertir a la antigua aldea en un afamado coto. Así, a finales de la Edad Media pertenecía a Pedro de Villandrando, conde de Ribadeo, y a Antonio Francos, regidor de la ciudad de Valladolid, quienes en 1503 la vendieron a Isabel la Católica. Desde este momento comenzó a adoptar un destacado papel como cazadero real, a pesar de que Carlos I lo enajenara en 1521 a favor del segundo marqués de Denia y señor de Gumiel de Mercado, don Bern a rdo de Sandoval y Rojas, a través del que llegaría a manos de Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, cuarto duque de Lerma y privado de Felipe III. Fue durante estos años de comienzos del siglo XVII cuando La Ventosilla fue visitada en numerosas ocasiones por la Corte y cuando el duque mandó levantar un palacete, aún conservado, obra del arquitecto Francisco de Mora. Pero la caída en desgracia del de Lerma eclipsó también el papel del coto, que continuó en manos de la familia hasta que en 1850 los duques de Medinaceli, sus propietarios entonces, la vendieron a Fermín Lasala Urbieta. En 1921 fue adquirida por la familia Velasco y reconvertida en moderna explotación agropecuaria, hasta que en las postrimerías del siglo XX cambió de nuevo de manos, manteniéndose como granja -aunque con una evidente inclinación hacia el sector vitivinícola- bajo la firma empresarial Real Sitio de Ventosilla, S.A. La iglesia de San Andrés, parroquia de la antigua aldea medieval, era un pequeño templo románico que fue completamente destruido hacia 1948-1949 y sustituido por una moderna capilla aneja al palacio de los Lerma. A pesar de tan lamentable pérdida y de que ningunos de sus elementos decorativos ha sobrevivido -al menos que sepamos-, podemos reconstruir la morfología del edificio a través de algunas viejas fotografías que amablemente nos han sido cedidas por don Álvaro Monzón, antiguo residente en el lugar. Era un edificio levantado íntegramente en mampostería, con ábside semicircular, presbiterio recto y una nave sobre cuyo hastial de poniente se alzaba una pequeña espadaña. El hemiciclo, cuya mampostería era muy menuda -tal vez de encofrado de cal y canto-, contaba con un corto zócalo y estaba dividido exteriormente en tres paños separados por dos semicolumnas adosadas que partían de pequeño podio y alcanzaban el alero, coronadas muy posiblemente por capiteles. En los tres paños se abrirían sendos ventanales de medio punto, cuya composición es imposible de precisar con la información de que disponemos, aunque se puede apreciar la convivencia en el paño meridional de la ventana románica con el típico ventanal cuadrangular abierto en época posmedieval. La cornisa estaba sostenida por un conjunto de canecillos que en una de las fotografías parecen mostrar ciertas diferencias, lo que daría pie a pensar en que pudieran estar decorados. El presbiterio, más ancho y de igual altura que el ábside, estaba hecho con la misma mampostería de pequeño módulo, contando con sillares en el codillo. Carecía de vanos y bajo la cornisa -al menos en el muro sur- se disponían seis o siete canecillos. La nave, como nos muestran las fotografías, había sufrido ya profundas transformaciones. Mostraba la misma altura que el presbiterio, con la fachada meridional soportada por dos contrafuertes de aspecto cuando menos gótico, uno situado en el extremo oriental del paramento y otro hacia el centro, inmediato a la portada, de la que sólo cabe señalar que estaba a ras de muro. Parte de este paramento meridional podría corresponder a la primitiva fase románica pues el espacio comprendido entre los dos contrafuertes participa de la misma mampostería menuda de la cabecera. Pero ahora ya no hay canecillos coronando el muro sino una cornisa de gola que indicaría que la reforma del templo pudo hacerse en el siglo XVII, tal vez en el mismo momento en que se construye el palacio y se reordena todo el entorno. A esta fase correspondería también la ventana que se aprecia en el muro sur de la nave y muy posiblemente la espadaña, a pesar de seguir el mismo tipo que tiene sus orígenes en época románica. Del interior nada sabemos, aunque cabe suponer que la cabecera tuviera los típicos abovedamientos de horno y de cañón y que la nave se cubriera con armazón de madera. De este templo sólo han sobrevivido dos piezas, el magnífico retablo tardógótico, obra del llamado Taller de San Andrés de Ventosilla, decorado con una serie de tablas del igualmente conocido como Maestro de Ventosilla, y por otro lado, la pila bautismal, una pieza de cronología románica. Tal pila, de 84 cm de altura y 117 cm de diámetro, está tallada en piedra caliza, con pie cilíndrico y vaso hemisférico cuyo cuerpo está recorrido por catorce de sencillos arcos de medio punto en relieve, con una morfología muy similar a la de la bautismal de Villanueva de Gumiel e incluso a las de Revilla de Gumiel y Reveche, ambas en Gumiel de Izán. José Pérez Carmona, que no llegó a ver en pie el viejo templo, recoge una noticia dada por Gaya Nuño en la que se describiría la portada del derruido edificio como “apuntada con zigzag y dientes de sierra” y con la siguiente inscripción: IN HONOREM SANCTI IACOBI ... SUB ERA MCCXXX (año 1192). Sin embargo es una evidente confusión con la iglesia de otro lugar, también llamado Ventosilla, pero situado en la provincia de Segovia.