Sant Julià (y Santa Bassilisa)
ORDIS
El municipio de Ordis pertenece está situado en el sector occidental de la llanura del Alt Empordà, con una extensión de 8,52 km². El término municipal incluye, además del pueblo de Ordis, las vecindades de Pols y Sant Nicolau. Para llegar al municipio debemos tomar la carretera C-26 que va de la N-260, a la altura del golf de Torremirona en el término de Navata, al km 748 de la N-II. También se puede acceder desde la salida 4 de la autopista AP-7, siguiendo entonces por la mencionada C-26.
Si nos atenemos a la bula del papa Benet VIII, del año 1017, el monasterio de Sant Esteve de Banyoles tenía posesiones en Ordios, que a su vez pertenecía al condado de Besalú. En el año 1019 la iglesia de Ordeis pasó a depender de la canónica de la sede de Girona, y la villa quam dicunt Ordeos se menciona en el testamento del conde Bernat Tallaferro del año 1020. Ordis formó parte de la baronía de Navata, que estuvo bajo el dominio de los vizcondes de Peralada. Su templo parroquial, dedicao a san Julián, aparece, asimismo, en las Rationes decimarum de 1279 y 1280.
Iglesia de Sant Julià (y Santa Bassilisa)
La iglesia de Sant Julià y Santa Bassilisa se encuentra en el centro del pueblo de Ordis, conformado por un núcleo agrupado de calles estrechas. Los edificios tienen estructuras de los siglos xvi-xviii, y se observan algunas aberturas decoradas y dinteles con inscripciones y fechas de esta época.
La primera referencia escrita sobre el templo darta del año 1019, cuando la ecclesiam de Ordeis fue cedida a la canónica de Girona por el obispo Pere Roger. Más adelante, en 1092, aparece citada en una donación de Guillem Bernat a Ledgarda, y en 1106 en el testamento de Berenguer Ramon. Encontramos nuevas citas a la parroquia referentes a donaciones, permutas o testamentos en 1114, 1119 y 1138 respectivamente. En 1154, Ramon Guerau de Santa Eulàlia, Ramon de Cistella y sus respectivos hermanos renuncian a la mitad del diezmo de Sant Julià d’Ordis en favor del obispo de Girona. Ya en el siglo xiii, dentro de una cesión de bienes del infante Pedro al vizconde Dalmau de Rocabertí, en 1272, se encuentra la iglesia de Sant Julià de Ordis como posesión del castillo de Navata. Del mismo modo, en la Rationes decimorum de 1279 y 1280 se consigna la iglesia en los censos o diezmos que se debían recaudar como contribución a las Cruzadas. Dejamos constancia de que la parroquia de Sant Julià seguirá apareciendo en los nomenclátores a partir del siglo xiv en adelante, y se le añadirá la advocación a santa Basilisa.
Del edificio inicial del siglo xi no quedan vestigios, puesto que entre los siglos xii y xiii se construyó un templo nuevo que constaba de una nave, más corta que la actual, con dos capillas laterales que formaban un falso crucero sobrealzado a modo de cimborrio, bóveda apuntada y cubierta a dos aguas. De esta etapa se conservan parte del frontis y los muros y capillas laterales.
En la fachada de poniente se conserva parte del aparato románico, a base de sillería de buena factura dispuesta en hiladas regulares, donde podemos apreciar una ventana románica que se abría en el centro del muro, que posteriormente fue tapiada y sus arcos destruidos al construirse un pequeño rosetón. Posteriormente, entre los siglos xvi y xvii se añadieron las naves laterales, reutilizando sillares de los anteriores muros románicos. Probablemente en esta época se levantó el comunidor o reliquer en el ángulo suroeste de la fachada de poniente, construcción que se utilizaba para celebrar rituales relacionados con los fenómenos atmosféricos, bien para alejar tormentas o para implorar lluvia en tiempo de sequía.
De la reforma del siglo xviii datan la portada y el campanario, de base cuadrada y arranque octogonal, que no se llegó a coronar. También el crucero y la cabecera con ábside semicircular. La portada es rectangular, muy sencilla, enmarcada por dos falsos pilares rematados por sendos pináculos coronados con bolas que descansan sobre el dintel.
Entre 1989 y 1990 se llevaron a cabo obras de restauración de la azotea, apareciendo la cubierta original románica de pizarra que había permanecido escondida tras la reforma del siglo XVIII; se puede contemplar desde una pasarela metálica. Una intervención arqueológica del año 2006 alrededor de la iglesia localizó una zona de enterramientos de fosa que, por el material cerámico recuperado, se puede datar entre los siglos xi-xii y hasta el xvii.
Texto Montse Jorba i Valero – Fotos: Carmen Ropero Mochales/Montse Jorba i Vlaero
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