La Pietat de la Roca
Capilla de la Pietat de la Roca
Conocida anteriormente como Mare de Déu de Pelancà, la capilla de la Pietat de la Roca es el único testimonio visible del castillo de Pelancà que, junto con el Catllar i la Sala, constituyen las tres fortificaciones localizadas dentro de los límites del municipio de Vilallonga de Ter. Catalogado como Bé Cultural d’Interès Nacional (BCIN), al pintoresco pueblo de la Roca se llega desde un desvío situado en el km 3 de la vía GIV-5264, que da acceso a la pista conocida como carretera d’Abella.
La situación geográfica de la Roca, en el punto más elevado del término de Vilallonga, en la sierra de Sant Bernabé, le confirió durante toda la Edad Media el valor de localización estratégica en el marco de los conflictos bélicos que se sucedieron durante los siglos xiii i xv. De hecho, el domino del castillo de Pelancà, vinculado al condado de Besalú, comprendía el núcleo de población amurallado de la Roca y la mayor parte del territorio del actual municipio de Llanars, que determina el límite oriental de Vilallonga de Ter.
La primera mención al castillo que aparece en la documentación histórica lo sitúa, durante el segundo tercio del siglo xi, en la órbita de los condes de Cerdanya. Así queda expresado en el texto que, con fecha de 22 de junio de 1061, explica el pleito entre el conde Ramon Guifré de Cerdanya y el vizconde Bernat, encargado de velar por la seguridad del castillo y al que se culpa de su pérdida y consecuente retorno al condado de Besalú: Item, comendavit predictus Raimundus, comes, ad predictum Bernardum ipsum castrum de Pellencha, et perdidit eum per sua mala guarda (...).
Durante la Baja Edad Media la documentación conservada permite definir a grandes rasgos una sucesión ordenada de los diferentes linajes nobiliarios que ostentaron la titularidad y dominio del castillo: los señores de Milany durante el siglo xiii; los So, entre los siglos xiv y xvi, y por último los Descatllar a partir de los primeros años del siglo xvii, quienes, pese haber tenido anteriormente derechos señoriales en el castillo, no obtuvieron su total posesión hasta este momento, la cual mantuvieron hasta la supresión de los señoríos. Como se ha mencionado, la situación geográfica del castillo de Pelancà hacía de él un lugar que reunía las perfectas condiciones para la defensa de los territorios comprendidos en el valle de Camprodon. Por ello, tuvo un papel importante en la guerra civil catalana del siglo xv, siendo erigido por el rey Juan II como una de las dos capitanías que se instalaron en la comarca.
Del conjunto de la fortaleza, únicamente resta en pie la capilla castral, dedicada a la Virgen de la Piedad y situada en el extremo occidental de la fortaleza. El edificio, adosado a los restos de la antigua muralla, se adapta al desnivel del terreno, el cual determina su estructura y justifica su orientación siguiendo el eje Norte-Sur.
Se trata de una construcción de pequeñas dimensiones, creada a partir de una nave rectangular que, al Norte, asume como base del muro presbiteral la propia roca en la que se encuentra inmersa. Está cerrada por una bóveda de cañón seguido bajo una cubierta inclinada de una sola vertiente orientada de oeste a este y situada por debajo del nivel de la muralla. Los exámenes arqueológicos realizados en la zona de la cubierta permitieron localizar los restos de un paso de ronda en la muralla que, como ya se ha apuntado, constituye el muro oeste de la capilla.
Como en muchas otras iglesias de la comarca, durante la época moderna la Pietat fue sometida a algunas reformas que afectaron a las zonas este y sur. Por un lado, se levantó una rectoría anexa al muro oriental del templo, lo que supuso la necesidad de practicar una apertura, junto a la cabecera, que permitiese el acceso desde el interior. Por otro lado, la falta de homogeneidad en el tratamiento y disposición de los sillares del muro sur revela una importante reforma en la fachada que alberga el acceso al templo. La comparación del exterior y del interior de los elementos que la componen, indica que en un momento inicial la entrada estuvo formada a partir de un arco de descarga de medio punto sobre el cual se situó una ventana aspillera, elementos que fueron modificados dándoles el aspecto actual. La fachada está coronada por una espadaña de un solo ojo que en su costado occidental está parcialmente tapiada por los sillares de la muralla.
Las zonas en que todavía es visible la fábrica románica muestran un aparejo irregular formado por sillares de diferentes medidas y sin pulir, pero con una tendencia a formar hileras horizontales ordenadas que nos lleva a situar la obra a caballo de los siglos xi y xii, si bien los condicionantes físicos de la construcción y las modificaciones a que fue sometida no nos permiten precisar la cronología con seguridad.
En la Pietat de la Roca se han realizado trabajos de consolidación en dos ocasiones: la primera, en la década de 1990, y la segunda durante los primeros años del presente siglo.
Texto y fotos: Margarida Muñóz Milán
Bibliografía
Castells Catalans, Els, 1967-1979, V, pp. 129-139; Catalunya Romànica, 1984-1998, X, pp. 473-474; Codina Reina, D., 2004a, pp. 523-524.