Identificador
24320_01_029
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 22' 22.52'' , -5º 1' 46.91''
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Sahagún
Municipio
Sahagún
Provincia
León
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA IGLESIA DE SAN LORENZO está algo alejada del original Camino de Santiago, que transcurre por el costado meridional de la villa. A pesar de ello el peregrino curioso puede descender desde la explanada en que se alzan las iglesias de la Trinidad y de San Juan de Sahagún por la llamada calle del Arco, que antaño fue la principal de la villa y contó con casas de hidalgos y Tribunal del Santo Oficio. Finaliza su recorrido a la altura del portillo de San Lorenzo, donde puede contemplarse la masa latericia de los tres magníficos ábsides de la iglesia del mismo nombre. Bajando a la izquierda llegaremos a la plaza de San Lorenzo, donde se encuentra su entrada principal. Caminando unos 20 metros hacia poniente llegamos a la calle de la Morería, donde muy posiblemente residieron hacia 1200 los constructores de este templo, de la casi totalmente desaparecida iglesia de Santiago y del muro meridional de la iglesia de San Tirso. Al norte del templo se hallaba el paño de muralla que coincidía con la actual ronda del Ferrocarril, donde en tiempos pasados se abría el portillo de San Lorenzo. Es mencionada la parroquia de San Lorenzo en un documento fechado el 15 de diciembre de 1110, donde se dice que en 1092 el conde Gonzalo Muñiz se había construido unos palacios en Sobradillo, lugar situado entre Villamol y Villapeceñil, en unas tierras situadas a espaldas de la iglesia de San Lorenzo. Esos palacios fueron ahora adquiridos por el abad don Diego a cambio de una heredad en Moratinos. La actual iglesia de estilo mudéjar debió construirse a partir de 1200 y ya estaría terminada cuando tuvieron lugar las revueltas burguesas de 1253 y 1255. Durante aquellos conflictos el merino del monasterio había dado muerte en violenta pelea a Domingo Bordejo, un facineroso “que había muerto un mozo en la taberna sin causa alguna, mas con gran soberbia y crueldad”. Enterado de ello el sahagunense Ruy Fernández, juez de corte del rey Alfonso X el Sabio y enemigo de los monjes, “alborotó toda la villa para matar al merino; pero como el merino sintiese apresurarse campaña para le matar, presto se encerró con todos los suyos en la Iglesia de Sto. Lorenzo, e aquellos que le querían matar combatían a él en la iglesia con diferencia de armas, e a uno de los suyos firieron con una saeta echada por una fenestra; el cual luego cayó muerto en la iglesia; las cuales saetas luego quedaron fincadas en las paredes hasta el enforcamiento de Ruy Fernández y los suyos; más en la hora en que fueron enforcados, cayeron en tierra sin movimiento alguno”. Lampérez consideró a la iglesia de San Lorenzo de Sahagún como la primera obra totalmente románica de ese tipo de arquitectura. Años más tarde Valdés Fernández la incluyó en la “fase clásica” del mudéjar del siglo XIII, reconociendo la existencia de un foco sahagunino de construcción que desarrolló en la zona dos conceptos arquitectónicos diferentes: el basado en esquemas de una “fase preclásica” anterior, representado en iglesias como las de Saelices del Río, Gordaliza del Pino (León) y Santa María de la Vega (Palencia), y el contaminado de gusto goticista, que se hace patente en las iglesias sahagunenses de San Lorenzo y “La Peregrina” (antiguo monasterio de San Francisco). Más acertado nos parece el criterio de Azcárate, para quien la iglesia de San Lorenzo representa “la concreción del estilo que se libera del condicionamiento románico y que tendrá amplia difusión a lo largo de este siglo XIII, tanto en templos de una nave con un sólo ábside, como en las de tres naves con tres ábsides”. Nosotros consideramos que nos encontramos ante el mejor ejemplo de iglesia mudéjar de carácter ya plenamente híbrido, donde se entremezclan elementos románicos, góticos y musulmanes. Construida enteramente de ladrillo y revocada en su interior, la iglesia de San Lorenzo es de planta basilical, de 26,50 m de largo por 19 de ancho, compuesta de tres naves separadas en tres tramos por arcos apuntados y ligeramente túmidos que apoyan sobre pilares acodillados de sección cruciforme. No existe crucero y las tres naves se cubren con techumbre de vigas de madera a dos aguas, aunque hacia el siglo XVIII la nave central se cubrió con tres bóvedas de arista de yeso, de sección semicircular. No es posible determinar con exactitud cómo era originariamente el interior, debido a las numerosas reformas posteriores. Del siglo XIII son las arquivoltas de los arcos de separación de las naves y su continuación en las articulaciones de los pilares. También es medieval la portada del muro septentrional, de arco apuntado y cuatro arquivoltas, inscrita en un recuadro con friso de esquinillas superior. Fue restaurada en 1983 y su aspecto es similar al de la portada meridional de la iglesia de San Tirso, hoy cegada. Todo el atrio meridional, con su portada y frontón triangular, parece ser obra del siglo XVII, como la capilla de la Cofradía de Jesús Nazareno, sita a los pies del templo. Interiormente, el muro del evangelio fue ahuecado cerca del ábside para abrir una capilla de arcosolio y lo mismo ocurre hacia la mitad del muro meridional. Se trata de viejas capillas funerarias que debieron ser vaciadas a mediados del siglo XVIII, debido a la nueva legislación borbónica sobre enterramientos y cementerios. Pero los enterramientos no se limitaban a estas capillas, pues sabemos que en 1704 había sido enterrado en el lado del evangelio de la capilla mayor don Juan Cabeza de Vaca y Reyero, regidor de Sahagún, hijo del capitán don Lupercio Cabeza de Vaca de Castro y Sandoval, señor de Villamoratiel y de Valdespino Vaca, y de doña Felipa de Castro y Sandoval. Forman la cabecera tres ábsides semicirculares con entrada en arco apuntado, tramo recto cubierto con bóveda de cañón y semicírculo absidal cubierto con cuarto de esfera. Un arco fajón, también apuntado, divide en dos partes desiguales la bóveda del tramo correspondiente de la capilla mayor. Como es característico del mudéjar sahagunense, la torre no asienta sobre el crucero, sino sobre el tramo recto y cuadrado del ábside central, razón por la cual los muros son mucho más gruesos en esta zona de la cabecera que en el resto del templo. Dos vanos en esviaje comunican los tres ábsides a la altura del inicio de sus semicírculos. Aparecen éstos interiormente enjalbegados, ocultando el central un retablo barroco del siglo XVIII que sigue el esquema del diseñado por Narciso Tomé para la catedral de León (hoy en la iglesia de los Capuchinos). La articulación exterior de estos ábsides delata un excepcional sentido decorativo. Se disponen en el central dos cuerpos de arquillos ciegos de ladrillo, doblados en el primero y envueltos en rectángulo con friso de esquinillas en el superior. Marca el eje central en esta banda un rectángulo con friso de esquinillas superior y arquillo ciego de herradura, en el que se abre el vano original, también de herradura y hoy cegado. Se extiende hasta una tercera altura, donde se dispone una banda de diez recuadros ciegos. En el ábside de la epístola vuelve a repetirse la composición anterior, reducida ahora a una banda inferior de arquillos ciegos de herradura enmarcados en rectángulos con friso de esquinillas superior en cada uno de ellos, y a otra superior de igual factura en la que un rectángulo más alto señala el eje central como en el caso anterior. La primera banda de arquillos ciegos del ábside del evangelio repite la composición de su contrario, pero por encima corre un ancho friso de esquinillas con diez ladrillos por cada diente, más cinco fajas horizontales dispuestas alternativamente con los ladrillos en horizontal y en vertical. Dos filas de ladrillos salientes en el ábside central y una en los laterales, sostienen las cornisas en voladizo sobre las que se alzan las cubiertas. Los tramos rectos del ábside central presentan a cada lado frisos de esquinillas, spinapes ce, recuadros y un arco ciego apuntado, descansando el meridional a modo de arcosolio sobre un sepulcro de piedra encajado directamente en el muro. Al norte se encuentra la escalera de subida a la torre, de planta circular, con un remate cónico realizado en 1983. De planta cuadrada es la torre, más esbelta y gótica que la románica de San Tirso. Asienta sobre el tramo que precede al ábside y posee cuatro pisos de ventanas. Ciegas, dobladas y de herradura, son las de la primera altura, cinco en cada cara, con friso de esquinillas superior. En el segundo cuerpo presentan más altura y son cuatro en cada lado, abiertas y dobladas, como las de la tercera altura, que aunque dobladas son ya apuntadas. El último cuerpo presenta cinco vanos más pequeños a cada lado, también apuntados. Decrece la anchura de los cuerpos conforme nos acercamos a la cumbre, dando como resultado un aspecto de torre troncopiramidal. A los pies del templo se conservan dos capiteles mozárabes que, unidos por la base, sostienen un cimacio que fue ahuecado para servir como pila de agua bendita. Tan extraordinarias piezas de mármol proceden del antiguo monasterio de Domnos Sanctos y debieron ser realizadas en torno al año 930. Presentan los capiteles collarino de doble sogueado y doble fila de hojas de acanto de aspecto espinoso. Solamente el superior conserva uno de los extremos con caulículos. No faltan las características muescas verticales en el remate de ambos capiteles y en las molduras del cimacio. De fines del siglo XIII es el sepulcro de arcosolio situado en el comienzo de la nave de la epístola, junto a la cabecera del templo. Cobijada bajo un arco apuntado de ladrillo, sobre un fondo del mismo material, la imagen yacente del fallecido, de piedra, se toca con bonete, lleva los cabellos cuidadosamente recortados sobre las orejas, viste hábito eclesiástico de pliegues rectos, con capuz anguloso en torno al cuello, y deja entrever sobre pies bien calzados una túnica de pliegues ondulantes. Descansa su cabeza sobre un almohadón, al tiempo que sujeta sobre el pecho un libro cerrado, disponiendo la mano derecha sobre el lomo y la izquierda en la base. Hay restos de policromía: rojo en el hábito y el bonete, negro en el calzado. Se perdió la inscripción, pero en la cama de piedra destaca la presencia de tres escudos de forma española que llevan sobre el campo tres bandas, constituyendo un buen ejemplo de la sencillez del diseño heráldico temprano. Además debemos mencionar los tres crucificados góticos que pueden verse en el interior. El situado en el pilar derecho del arco triunfal de la capilla mayor es de madera policromada, con patética geometrización corporal, pudiendo fecharse a finales del siglo XIV. También es gótico, aunque de comienzos del siglo XVI, el situado en la capilla lateral de la nave del evangelio, caracterizado por la acentuada curvatura de las piernas. De fines del siglo XIII podría ser el crucificado que adorna el muro de los pies del templo, cuyo paño de pureza avanza hasta las rodillas. Su hechura parece coincidir con el descrito por Gómez-Moreno en la iglesia de Santiago. En el ábside de la epístola puede contemplarse una pila bautismal gallonada, de difícil datación, situada sobre un soporte barroco de piedra.