PESE A LAS ATROCES REFORMAS sufridas por el templo, en San Acisclo podemos dar buena cuenta de las particularidades estilísticas del territorio de Naviego. Consta de una sola nave cubierta con bóveda de cañón (sustituida en la actualidad por un techo plano) y una cabecera de ábside semicircular precedido de tramo recto, cubiertos por bóveda de horno y de cañón semicircular, respectivamente. Este mismo ábside al exterior se cubre de un modo muy particular y que veremos repetido en otros templos de la zona: la parte superior se cubre con teja árabe y la parte inferior (la que concordaría con el alero) se cubre con pizarra. En la portada, al igual que en San Vicente de Naviego se combinan el alfiz y el arco, en este caso de medio punto, que es fruto de una intervención tardomedieval. En el interior conviene señalar la existencia de algunas piezas de imaginería medieval, aunque de cronología posterior al románico. Destacan los dolientes, María y San Juan, de un Calvario, de estilo arcaizante y de ejecución rústica, que actualmente están colocados en el retablo mayor. Se trata de piezas monolíticas trabajadas en un único bloque de madera, rígidas y frontales, al modo románico, lo mismo que el tratamiento convencional de los paños y la inexpresividad de los rostros. No conservan su policromía original y su estado de conservación es deficiente.