Identificador
34004_03_026n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 48' 37.68'' , -4º 22' 32.41''
Idioma
Autor
Sin información
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Barrio de Santa María
Provincia
Palencia
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
EL PEQUEÑO EDIFICIO -que no cumple funciones litúrgicas en la actualidad- se ubica en la vertiente norte de un pequeño cerro, rodeado de prados y tierras de cultivo, y muy cerca -apenas unos 200 m- de la población de Barrio de Santa María, en el lugar conocido como Ordejón. Fue la parroquia de la desaparecida aldea de Barrio de Santa Olalla, citada así en el Libro Becerro de las Behetrías. Hoy la tradición oral señala en este lugar la existencia de un despoblado, al pie de la iglesia, del que todavía se conservan restos constructivos traducidos en piedras sueltas y tejas. Navarro afirmaba en 1939, y tras él otros muchos autores, que éste fue erigido bajo los auspicios de doña Sancha Alfonso y como dependiente de Santa Eufemia de Cozuelos; sin embargo no se conserva ningún testimonio documental al respecto. La iglesia de Santa Eulalia de Barrio de Santa María -declarada Monumento Histórico-Artístico el 20 de enero de 1966- se asienta en una empinada ladera, emplazamiento que afectará a la estabilidad de los muros, que presentan grandes grietas, sobre todo en el paramento absidal. Presenta una planta sencilla, de pequeño tamaño y muy equilibrada en su concepción espacial: nave única -recorrida en su parte inferior por un banco de piedra- articulada en cuatro tramos y ábside semicircular precedido de presbiterio. Sobre el hastial occidental de la nave, se alza una pequeña espadaña -rematada por un frontón curvo flanqueado por bolas y coronado por una cruz- de cronología barroca. El hecho de que se mantenga sin aditamento alguno hace de este edificio uno de los ejemplos mejor conservados de la provincia y modelo de aquellas iglesias populares palentinas de una sola nave. Casi todo el conjunto se levantó utilizando sillares de piedra arenisca, incluyendo los elementos decorativos de las ventanas absidales en piedra caliza blanca. Uno de los contrafuertes del muro sur fue probablemente rehecho en mampostería debido a algún desmantelamiento o desplome posterior. La nave se cubre con bóveda de cañón apuntado, aunque a simple vista da la impresión de ser una simple bóveda de cañón un tanto elevada. El despiece de la misma se realiza en perfecta sillería, dividida por tres arcos fajones que apoyan en semicolumnas con capiteles decorados y basas de toro plano. La unión de la bóveda con los muros -recorridos en su parte inferior por un pequeño rebanco sobre el que descansan las columnas- aparece remarcada por una línea impostada con simple bocel. Tan sólo una pequeña ventana saetera abocinada que se abre en el hastial ilumina su interior que, a juzgar por los canecillos en forma de proa (concretamente seis en cada uno de sus muros norte y sur) y por los mechinales conservados, tuvo en su momento una especie de coro superior que llegó a ocupar tres de los cuatro tramos. En la actualidad el templo está totalmente exento y libre de añadidos, aunque en el muro oeste todavía es visible una profunda roza que nos indica la posible existencia anterior de un tejadillo o habitáculo adosado. Señalar por último que dos estrechos contrafuertes escalonados refuerzan ambos ángulos del grueso hastial. En general el interior de la nave de Santa Eulalia es muy similar al de otros edificios de las mismas características, como puede ser San Vicente de Becerril del Carpio, Villanueva de Pisuerga, Cillamayor o Santa Cecilia en Vallespinoso de Aguilar. El arco triunfal apuntado y de triple rosca que separa la nave del presbiterio descansa sobre soportes idénticos a los de la nave, aunque de mayor grosor, si bien las basas presentan un toro más grueso, fuerte y abombado. El presbiterio, de menor anchura que la nave, se cubre de nuevo con bóveda de cañón apuntado -en este caso es algo más pronunciado- y posee también un zócalo adosado a sus muros. Una línea de imposta nacelada y totalmente lisa nos vuelve a señalar la unión de bóveda y muro. El espacio absidal es semicircular, se cubre con bóveda de cuarto de esfera, y tres impostas de perfil nacelado y decoradas recorren interiormente todo su perímetro. Hasta no hace muchos años (1939) este espacio estaba oculto por un retablo. Exteriormente el paramento se refuerza por la presencia de dos columnas entregas rematadas por sendos capiteles decorados que poseen basa con collarino y toro aplanado, descansan sobre un plinto de gran altura y de sección prismática. Dichas columnas dividen verticalmente el lienzo absidal en tres paños; en cada uno de ellos se abre una ventana saetera abocinada con derrame interior. Se decoran con arquivolta de medio punto, compuesta por baquetón entre medias cañas, guardapolvo y dos pequeñas columnas con sus correspondientes capiteles y cimacios. Horizontalmente el tambor absidal también se articula en tres espacios gracias a las dos líneas de imposta, una como p rolongación de los cimacios de los capiteles de las ventanas y la otra bajo estas mismas ventanas, que lo recorren abrazando, inclusive, los fustes de las columnas. Como viene siendo norma, el ábside se remata con un alero con canecillos en forma de proa de nave. El edificio presenta en su conjunto una gran unidad formal. A tenor de lo expuesto podemos afirmar que la iglesia románica se construyó durante los últimos años del siglo XII y principios del XIII. Posteriormente se llevaron a cabo algunas reformas en su caja muraria, tal y como se desprende del hecho de que algunos sillares de los muros norte y sur de la nave presenten una disposición irregular que rompe con la unidad del conjunto. Estas reformas pudieron deberse a la inestabilidad del edificio, motivada por su ubicación en una pronunciada ladera de tierras arcillosas. La espadaña, ubicada sobre el hastial, es de estilo barroco. La portada, abierta en su muro norte recoge buena parte de la ornamentación esculpida de Santa Eulalia. Se compone de cuatro arquivoltas apuntadas formadas por simples baquetones lisos y listel interior tallado con motivos de ovas andresinas muy esquemáticas. Los cimacios tienen decoración de hojas carnosas trepanadas, apalmetadas y entrelazadas que nacen de máscaras. Las arquivoltas descansan sobre dos semicolumnillas y dos columnas exentas a cada lado, con sus correspondientes capiteles vegetales de gran esbeltez, decorados a base de estrechas palmetas cruzadas del mismo tipo que las de Rebolledo de la Torre y Vallespinoso. En el frente del cuerpo de la portada, a uno y otro lado del arco, bajo la línea de imposta, se abren una serie de arquillos. Hay que señalar también que la puerta conserva parte de los herrajes medievales, con grandes alguazas rematadas en curvas que insinúan motivos vegetales y espacios rellenos con hierros en forma de V. La decoración escultórica más interesante se concentra en el exterior de las tres ventanas absidales. La del lado norte posee dos capiteles decorados, uno con la representación bíblica del Pecado Original, situadas las figuras de Adán y Eva una a cada lado del frondoso árbol del Bien y del Mal en cuyo tronco se enrosca la serpiente, mientras que el cimacio se ornamenta con anillos entrelazados. El otro lleva un motivo vegetal de hojas muy angulosas rematado en acantos, presentando unas formas coronando la cesta del capitel que muy bien pudieran tratarse de cabezas muy deterioradas; sus cimacios presentan relieves de tallos serpenteantes y flores estrelladas o cuatripétalas con rosetón central. Esta representación de Adán y Eva es muy común dentro de la iconografía románica palentina y aparece en otros edificios, como por ejemplo en Pozancos, Cabria o Villanueva de Pisuerga. En la ventana abierta en el tramo central, la única que lleva decoración también al interior, la chambrana o guardapolvo aparece decorada con semiesferas cuarteadas y las restantes molduras con simples boceles. Sus capiteles, muy esquemáticos, presentan la cesta casi lisa, tan sólo decorada con remates en formas ligeramente apiñadas entre líneas de puntos y estrechas volutas en lo alto. En cambio los cimacios se ornamentan de forma más prolija a base de hojas carnosas en el interior de círculos enlazados o bien hojas curvas vomitadas por una máscara desde la esquina. Posee, además, un tímpano contorneado por diminutas puntas de diamante y un extradós polilobulado en el que se representa un ángel barbado bendiciendo, con las alas extendidas. En el interior presenta dos capiteles con cesta lisa y decoración vegetal, mientras que los cimacios muestran ovas afrontadas. Por último, la ventana abierta en el lado sur tiene sus capiteles figurados con representaciones de arpías afrontadas tocadas con gorros frigios y un grifo atacando a un león, ambas piezas con fondo de entrelazos y cimacios decorados a base de tallos ondulantes y perlados que surgen de máscaras. El estilo recuerda indudablemente a los escultores de Rebolledo de la Torre (Burgos) que informan toda una escuela activa en Cabria, Pozancos o Barrio de Santa María de Becerril del Carpio. Pero además de capiteles y cimacios las impostas molduradas que articulan el tambor absidal, tanto interior como e x t e r i o rmente, también aparecen decoradas: las primeras a base de motivos geométricos (celdillas romboidales, semic í rculos afrontados y ajedrezado), mientras que en las segundas se alterna la ornamentación de carácter vegetal y geométrico. En el exterior, las impostas que rodean las semicolumnas presentan una reducida y curiosa escena con un combate entre dos dragones. Por su parte las columnas e n t regas enlazan con el alero mediante unos anchos capiteles que se decoran a base de esquemáticos acantos. En cuanto a la nave, su interior presenta una humilde decoración escultórica. Todos los capiteles, tanto los del arco toral como los de los fajones, tienen cestas lisas aunque decoradas con motivos vegetales a base de hojas en espiral, pomas, piñas, etc., sus cimacios enlazan con la línea de imposta de la nave. También aparecerán decoradas algun a s basas de las columnas del muro sur a base de dientes triangulares. Exteriormente los muros de la nave se coronan por un alero con simples canecillos de proa de nave, idénticos a los del ábside. Para García Guinea los capiteles exteriores de las ventanas de ábside siguen en la línea de los realizados por el maestro de la portada de Moarves, mientras que los del interior de la nave y arco toral presentan unos cimacios y capiteles muy similares a los de Santa María de Mave, “ambas iglesias probablemente del mismo momento”, algunos de ellos realizados bajo la influencia del maestro de Piasca o de su escuela y en su conjunto, “artistas que trabajaron en Villanueva de Pisuerga, labraron muchos motivos de la iglesia de Santa Eulalia”. Y si para Enríquez de Salamanca los capiteles de la portada son de tipo andresino, Hernando Garrido relaciona las máscaras de la portada con las existentes en otros edificios palentinos y ve en la decoración de sus capiteles la huella del maestro de Rebolledo de la To rre (Burgos), visible en San Cebrián de Mudá y Ve rgaño entre otros. Santa Eulalia de Barrio de Santa María conserva en su interior un interesante conjunto pictórico decorando los muros del ábside y parte del paramento sur de la nave. Representan una serie de escenas que aparecen encuadradas en varias cartelas, separadas por bandas decoradas con distintos motivos geométricos: cruces, dientes de sierra, ajedrezados, etc. Según Mingorance i Ricart, el programa iconográfico haría referencia al Juicio Final y a los castigos infernales. En general, la gama cromática utilizada fue muy reducida, predominando los colores ocres, rojo, azul, negro y blanco. En cuanto a su cronología hay diversas opiniones: mientras que García Guinea las cree contemporáneas a la edificación de la iglesia (primeros años del siglo XIII), Sureda las retrasa a la segunda mitad del siglo XIII. Por su parte Mingorance las considera góticas -en torno al 1300- realizadas “por un maestro de segunda fila que aún no ha asimilado plenamente las formas nuevas” y caracterizadas por un notable carácter lineal y fuerte capacidad narrativa, a pesar de ser una obra de marcado acento popular. Sea como fuere las pinturas de Santa Eulalia de Barrio de Santa María hemos de considerarlas como uno de los conjuntos pictóricos medieval más interesantes y mejor conservados de la provincia de Palencia. La simbiosis de su arquitectura, pintura y escultura convierten al edificio, para Lojendio y Rodríguez, en “uno de los monumentos más bellos y más perfectamente concebidos de la región de Palencia”. Rafael Navarro llegó a ver una Vi rgen sedente con el Niño “de gran valor arqueológico” pero nada nos dice al respecto; sin embargo distintos testimonios nos hacen pensar que pudiera tratarse de una pieza de cronología románica o gótica. Actualmente se supone en la Colección Fontaneda. El mismo autor señala también la existencia de un Cristo “románico-gótico” del siglo XIII, que tampoco se conserva. La pila bautismal es muy simple, de forma troncocónica invertida y sencilla moldura en el borde, y apoya directamente en el suelo; aunque carece de decoración, el tipo de talla utilizado nos indica que pudiera tratarse de una pieza perteneciente al mobiliario litúrgico original, de época románica. Se encuentra en el cuarto tramo de la nave. RESTAURACIONES Podemos dividir las intervenciones restauradoras tipo realizadas en Santa Eulalia en dos tipos: arquitectónicas y pictóricas. En las primeras, realizadas en la década de los 80 del presente siglo, las actuaciones se limitaron a sustituir el pavimento original. Se procedió igualmente a la realización de una zanja perimetral de drenaje, que desgraciadamente rompió todos los posibles niveles arqueológicos que relacionasen el edificio con su entorno. Esta misma intervención introdujo algunos sillares deteriorados en el interior, limpió gran parte de los muros interiores y tapió una hornacina que se había abierto en el muro epistolar del presbiterio. También se llevó a cabo la restauración de la primitiva puerta, añadiéndose en ferralla algunas de las piezas en forma de V; de momento estas nuevas piezas aún se pueden distinguir de las originales, pero la oxidación avanza de tal modo que en muy pocos años será muy difícil distinguir las primitivas de las modernas. La restauración de las pinturas murales fue realizada por el equipo de restauración de pintura mural del Centro de Estudios del Románico, de Aguilar de Campoo, dado el lamentable estado de conservación en el que se encontraban. El deterioro de las pinturas (evidente ya en 1939), según el informe técnico elaborado por Barbero Encinas y Martínez Valverde, surgió por el cúmulo de varios factores: una enorme falta de estabilidad estructural (motivada por la ubicación topográfica del edificio), las malas condiciones climatológicas de la zona (un grado de humedad muy elevado) y el estado de abandono prolongado en el que se sumió el edificio. La restauración de la iglesia efectuada en los años 80 tampoco mejoró las condiciones de conservación de la pintura mural que fue concebida sin ninguna capa de enlucido en la preparación de los muros. El resultado final de la restauración iniciada a finales de 1989 permitió fijar y desenmascarar una serie de frescos que se encontraban en un lamentable estado.