Identificador
33558_01_005
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
Sin información
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Mián
Municipio
Amieva
Provincia
Asturias
Comunidad
Principado de Asturias
País
España
Descripción
LO EXTRAÑO DE SU LOCALIZACIÓN, alejada de las poblaciones para las que se había edificado, puede sorprender en principio; sin embargo, diversas noticias históricas ponen este enclave en relación con la existencia de un antiguo lugar de culto, al que se habría superpuesto el edificio cristiano. Concretamente, en dicho emplazamiento existía un dolmen, excavado por Frasinelli y Sebastián de Soto en 1871, del que actualmente sólo se conservan dos hachas de piedra pulimentada en el Museo Arqueológico de Asturias. Esta asociación de monumento cultual precristiano e iglesia es relativamente habitual, como recurso de gran pragmatismo para difundir la nueva religión desde un emplazamiento al que las gentes de la zona ya estaban habituadas a acudir. Ejemplos de esta doble asociación religiosa los tenemos, sin ir más lejos, en Santa Eulalia de Abamia o en Santa Cruz de Cangas de Onís, la pequeña ermita que mandó construir el rey Favila en el siglo VIII sobre un dolmen que aún puede verse en su interior. La iglesia de Santa María de Mián ya aparece documentada a partir del siglo X. Esa referencia documental, que fue recogida por el Padre Carvallo en 1695, cita una serie de iglesias situadas in Subuarga, es decir, en los límites de lo que hoy día es la parroquia amievense de Sebarga y que son actualmente identificables con las existentes. Se trata de un documento de donación incluido en el Libro de los Testamentos de la catedral ovetense y fechado el 23 de septiembre del año 926, según el cual Ramiro II, hijo del rey Alfonso III y de la reina Jimena, confirma los privilegios y donaciones de sus antepasados a la catedral, añadiendo algunas nuevas donaciones por su parte: in Sebuarga ecclesie Sancte Marie et aliam ecclesiam Sancte Marie de Caço cum suis adiacentiis, et ecclesiam Sancti Martín de Argolibio, et ecclesiam Sanctorum Justi et Pastoris de Signam et ecclesiam Sancte Marie de Miam. De ser auténtico este documento, indicaría una organización parroquial muy desarrollada para lo temprano en que se fecha el escrito. Elena E. Rodríguez considera que este documento es una interpolación posterior, pero que posiblemente tenga fundamento histórico real. Para Fernández Conde, la organización parroquial de Asturias se produciría “a lo largo del siglo XI”. Prueba de ello es que a finales del siglo XI ya encontramos sendos documentos en los que se aprecia una delimitación más clara y racional de las áreas de influencia de las distintas parroquias, distinguiéndose entre las unidades de mayor entidad de Amieva y Ponga. El primero de estos documentos es un testamento de 1090 por el que un hombre llamado Pedro Gutiérrez donaría a la iglesia de León una serie de propiedades familiares in Teiaranes (identificable con la actual Taranes, en el concejo de Ponga) y en el alfoze de Ponga. El segundo de los documentos es otra donación, fechada en 1096, según la cual varios particulares ceden al monasterio de Sahagún una serie de bienes, entre los que se incluían unas propiedades per suos terminos antiquos de Ameva usque in Soto. Estos datos hacen suponer a I. Ruiz de la Peña que el escribano responsable de copiar, y quizá también de alterar, el documento que habíamos visto fechado en el año 926, probablemente no modificó la parte referida a la antigua delimitación de Sebarga, pues de lo contrario, no hubiera mantenido dicha nomenclatura, más general y amplia, sino que la habría adaptado a la estructura del momento, esto es, diferenciando las zonas de Amieva y Ponga. En cualquier caso, no parece posible adscribir ninguno de los elementos actualmente conservados en Santa María de Mián a la edificación prerrománica. Ya en el siglo XII, concretamente en el año 1113, se produjo una nueva donación de propiedades situadas en Amieva: se trata del abad de Santa Marina de Valdeón, quién deja a beneficio de la catedral de León una serie de bienes, incluyendo Carbes, localidad que pertenece a la parroquia de Santa María de Mián. En el inventario elaborado por mandato del obispo Gutierre de Toledo entre 1385 y 1389, como paso previo para llevar a cabo una reorganización interna de la diócesis de Oviedo, y que quedó recogido en el Libro Becerro, figuran una serie de iglesias de la zona, entre ellas San Iohan de Amieva, San Román de Amieva y Santa María de Amián. Y aún en el siglo XVI volvemos a encontrar una nueva referencia a Santa María de Mián entre el censo de población. La primitiva iglesia de Santa María de Mián hace tiempo que dejó de cumplir la función para la que fue construida, pues el culto se trasladó a una nueva iglesia, emplazada en Sames, la capital del concejo de Amieva, y actualmente se reserva para celebraciones muy concretas, como el día de la festividad local, el 16 de julio. Los condicionantes externos de la zona oriental de Asturias configuraron una serie de características arquitectónicas muy concretas en sus construcciones románicas, características que se mantendrán durante un prolongado período de tiempo y que suelen aplicarse tanto a las iglesias con función parroquial, como era el caso de Santa María de Mián, como a las pequeñas iglesias o ermitas rurales, levantadas para atender las necesidades religiosas de los pequeños núcleos de población dispersos por la abrupta geografía de la zona, razón por la que contaban con menores recursos económicos. Podría hablarse, por tanto, de un conjunto de iglesias, diferenciadas en cuanto a sus proporciones o su ornamentación, pero no tanto en lo referido a su tipología. Siguiendo la tipología arquitectónica más frecuente y extendida entre las edificaciones románicas del oriente asturiano, Santa María de Mián es una iglesia de pequeñas proporciones y de nave única muy corta; la cabecera es cuadrada y se cubre con bóveda de medio cañón. No existe arco triunfal, y la separación entre los dos espacios queda marcada por el arco fajón de medio punto de la bóveda, arco que arranca desde sendas impostas, desornamentadas, que se continúan a lo largo de todo el paramento interno hasta llegar al testero. La fachada occidental, actualmente muy alterada, iría protegida por un atrio de factura moderna que, en este caso concreto, se estrecha hacia la zona de la iglesia, y que actualmente está siendo restaurado. Los muros están construidos en su mayor parte con mampostería de piedra caliza y cuarcita, reservando, como suele ser habitual en las iglesias de recursos modestos, los sillares para los ángulos, los contrafuertes de la cabecera y los vanos. La articulación del muro en el románico de la zona oriental de Asturias no era demasiado frecuente, al menos en cuanto a los paramentos exteriores se refiere; sí resulta más fácil encontrar el interior de las cabeceras articuladas con impostas desde las que arrancan las bóvedas de cañón; en este sentido, Santa María de Mián es uno de los ejemplos que presenta su paramento exterior mínimamente articulado, aunque haya sufrido algunas modificaciones: todo el ábside se levanta sobre un zócalo alto y ligeramente biselado. En los dos ángulos del testero se sitúan sendos contrafuertes, que se unen a los que flanquean la nave y al que, en correspondencia con el arco triunfal del interior, se sitúa en el lado sur. Adosados al lateral sur se conservan algunos restos de lo que debió de ser el cementerio original. A pesar de las modificaciones y reconstrucciones, la iglesia de Santa María de Mián conserva varios elementos románicos, además del recuerdo planimétrico. Así, en el muro testero se abre una ventana de saetera; también en esta zona se conservan vestigios del alero original. En el exterior destacan los canecillos, que se sitúan bajo la cornisa rehecha, en el lado norte de la nave, y en los lados norte y sur del ábside. Precisamente, otros de los elementos más comunes en el románico rural del oriente asturiano son las cornisas de piedra y los canecillos, aunque estos últimos suelen ser las partes más afectadas por la erosión climatológica en una zona como ésta, tal como se aprecia en los canecillos de Santa María Mián, cuyo estado de conservación no es demasiado bueno, por lo que sólo puede identificarse la decoración de algunos de ellos, consistente en diversos motivos geométricos, rollos y cabezas de factura tosca y desmañada, con rasgos ya asexuados debido a su estado. Como también ocurrió en el interior de la capilla de Santiago de Vis, el paramento exterior de Santa María de Mián, fue pintado marcando los contornos para fingir las líneas de unión de los sillares. En el lado Norte del ábside se conserva, hoy día cegada, el perfil de una puerta, de remate de medio punto, de difícil datación debido a su sencillo aspecto y mal estado de conservación, aunque es probable que se debiera a una reforma posterior a la edificación de la iglesia; y en el lado Sur se abrió otro vano, en este caso una ventana de medio punto, con derrame tanto hacia el interior como al exterior. Santa María de Mián fue totalmente reconstruida después de que un incendio arrasara la fábrica original románica en el siglo XIX, según se recoge en la obra de carácter enciclopédico publicada por Fermín Canella y Octavio Bellmunt en 1895. Al hecho de ese incendio hay que sumar la nueva reconstrucción llevada a cabo tras la guerra civil. Además de los añadidos del atrio porticado en el frente y los vanos abiertos en los muros laterales de la cabecera, ya mencionados, también se vio afectada la portada occidental, siendo hoy en día una portada de medio punto, de amplia luz, cuya rosca se apoya en impostas, también de un momento posterior al original. Actualmente este gran vano de acceso se halla parcialmente tapiado y encalado, y en su frente se abren tres vanos apuntados de menores dimensiones, correspondiéndose a la puerta y dos ventanas. Todo ello rematado en una moderna espadaña. Las características del románico rural del oriente asturiano, unidas a las vicisitudes concretas por las que ha pasado este edificio, hace difícil datar de manera exacta la construcción de la iglesia de Santa María de Mián. Esta dificultad es apreciable entre las bibliográficas que hacen referencia a esta iglesia. G. Ceñal, responsable de tratar sobre Amieva en la ya mencionada obra de Bellmunt y Canella, no duda en relacionar algunos de sus elementos con su fundación prerrománica. Mucho más recientemente, María Soledad Álvarez retrasa la cronología de su construcción hasta los siglos XIV o XV. Los últimos estudios, realizados por Isabel Ruiz de la Peña, consideran que, si bien no se conserva nada de la etapa prerrománica, los restos arquitectónicos conservados permiten adscribir este templo a la fase románica, en el siglo XIII.