Santa Coloma de Fitor
Iglesia de Santa Coloma de Fitor
El vecindario de Fitor, situado en el corazón del macizo de las Gavarres, lo forman un grupo muy diseminado de mansos y construcciones agrícolas, de cronología posterior al siglo xvii. El lugar presenta indicios ancestrales de ocupación humana (hay un gran número de monumentos megalíticos en el entorno). En la actualidad, el templo de Santa Coloma, junto con su rectoría anexa –que actualmente sirve de domicilio, punto de información y restaurante–, actúa como núcleo vertebrador de la zona. Hay varios caminos que llevan a la iglesia, uno de los cuales, debidamente indicado, sale de la carretera de Girona a Palamós (C-66), a pocos metros de los cruces que desvían hacia Santa Susanna de Peralta y Sant Climent de Peralta. Hay unos 20 minutos de trayecto en coche, primero por un breve tramo asfaltado y luego por una pista forestal; al final del camino, la iglesia se yergue visiblemente sobre un espacio libre de boscaje.
La primera referencia escrita sobre el templo es una copia del siglo xiii del acta de consagración y dotación de la ecclesia in honore Sancte Columba, situada in locum que nuncupant Ficturo, fechada el 29 de enero del año 948. Gracias al texto del acta se conocen los patronos de la iglesia (el presbítero Altimir, los levitas Placià y Tassi y un séquito de fieles de la región), así como los derechos eclesiásticos concedidos por el obispo Gotmar de Girona, que son otorgados a la villa de Fitor y a las aldeas de Calvos et Quinciana et Kastello et Canedo et Villanova. El templo es aludido, ya como parroquia, en varias noticias administrativas y eclesiásticas a lo largo de
En los últimos treinta años, el edificio ha sido intervenido en dos ocasiones. En el año 1984 se llevó a cabo un acondicionamiento de la iglesia, que presentaba un precario estado de conservación, momento en el que se procedió, entre otras cosas, a descubrir sus paramentos, derribar una sacristía anexa al sur de la cabecera, y apuntalar y cimentar el campanario, que presenta una ligera inclinación hacia el norte. Recientemente, se han finalizado las últimas obras de restauración y consolidación del templo –incluidas en del programa Romànic Obert, promovido por
Santa Coloma de Fitor presenta una estructura singular por haber sido objeto de diversos añadidos y ampliaciones que pueden dificultar parcialmente su lectura. La planta rectangular del edificio está configurada por la yuxtaposición de dos naves rematados con sendos ábsides semicirculares, siendo la nave sur la que realiza las funciones principales y confinándose la septentrional, que es de menor longitud, como espacio secundario. El templo, cuyo sector occidental aparece adosado a las dependencias de la antigua rectoría, mantiene su entrada en la fachada sur, una austera puerta de granito conformada por dos arcos de medio punto superpuestos, con dovelaje radial y sin más ornato que dos impostas naceladas, lisas.
Sobre la entrada se abren tres vanos rectangulares de diversas medidas –siendo, el central, de mayores dimensiones y elaborado con ladrillos–, que dan luz al nivel superior de la iglesia levantado sobre una estructura preexistente. En el sector occidental, y situada a menor altura, aparece otra abertura arquitrabada, posiblemente establecida al incrementar las dimensiones del templo. Una ventana de arco de medio punto abocinada se dispone en el centro de cada ábside, siendo la meridional modificada durante la última intervención del templo, y en cuya base se disponen unas grandes hiladas de opus spicatum, desplegadas por toda la mitad inferior el muro. Cabe mencionar que, en el lateral meridional del ábside sur, aparece tapiada la entrada que daba acceso a la antigua sacristía –a la que le han practicado una pequeña obertura que da luz a la cabecera–, derribada durante una campaña de rehabilitación de mediados de los años ochenta del siglo xx. Otra ventana rectangular dota de iluminación al Norte de los pies de la nave.
Exceptuando los tejados individuales de cada ábside, todo el conjunto va cubierto por una gran cubierta a dos aguas, truncada por la disposición del campanario, que descansa sus grandes dimensiones sobre la medianera de la nave septentrional. Se trata de una torre de planta ligeramente rectangular, cuya base es reforzada en el muro norte, formando una especie de talud. Está culminada por una cubierta piramidal coronada por una veleta ornamentada con una cruz griega. Tienen dos niveles de altura. El primero se dota de una gran apertura de arco ligeramente peraltado y dovelado por lado, mientras que el segundo dispone de ventanas de medio punto geminadas, cuyas columnillas divisorias exhiben capiteles trapezoidales, y van enmarcadas por una lesena de cinco arquillos ciegos tallados en piedra monolítica, que descansan sobre ménsulas que insinúan ciertos relieves completamente erosionados. A un nivel inferior, en la fachada sur del campanario aparece una pequeña ventana en forma de arco de herradura, prácticamente escondida sobre el tejado del piso alzado sobre la nave sur.
Por el interior, la nave principal de Santa Coloma de Fitor se cubre con una bóveda de cañón apuntada, de arco muy irregular, reforzada por un arco fajón ojival adovelado, de semejantes características al triunfal, que da paso a un presbiterio elevado y separado del resto de la nave por un cancel balaustrado de hierro forjado. Tras un leve tramo de bóveda de cañón, el ábside se cubre por una bóveda de cuarto de esfera, presentando una morfología similar su compañero, edificado a imitación de ésta cabecera primitiva. En cambio, la nave septentrional diverge notablemente de la meridional ya descrita, pues su fábrica ha sido levantada mediante la yuxtaposición de diversos módulos, adaptándose a las estructuras primigenias. A los pies de éste sector se encuentra lo que, hasta la última reforma, fue una cámara aislada y cubierta por una bóveda de cañón ligeramente apuntada –que muestra los vestigios del antiguo encañizado–. Actualmente éste módulo aparece integrado a la iglesia, incluyéndose en la nave mediante la recuperación de los dos arcos tapiados, comunicando uno de ellos con la nave sur y el otro con la bóveda de la base del campanario, que es de eje perpendicular y de altura superior al resto de la nave. Éste sector es abierto al ábside norte por medio arco en diafragma, que se embebe en ambos muros, apareciendo lo que se diría un vestigio de su refuerzo en la parte inferior del exterior de la pared norte del edificio.
La comunicación entre ambas naves se solventa mediante la apertura de tres arcos, de diversa morfología, en el muro del Evangelio de la nave principal, disponiéndose, desde la cabecera a los pies, un arco escarzano, una arcada de arco de medio punto y otra rebajada. Es preciso hacer mención de un coro de madera y balaustrada forjada dispuesto a los pies de la nave, al que se llega mediante una nueva escalera de caracol; una puerta tapiada muestra el antiguo acceso al elemento desde la rectoría.
Exceptuando la zona de la cabecera, los arcos y gran parte de la nave norte, recientemente el paramento interior de la iglesia ha sido recubierto por una capa de rebozado pintado de color crema, que dota al edificio de un aspecto renovado y luminoso. El resto deja al descubierto el aparejo constructivo, que se halló durante las dos últimas intervenciones de restauración, cuando se procedió a arrancar los rebozados interiores del templo, en cuyo tramo oriental –y tras retirar el retablo barroco que cubría el ábside principal– emergían los vestigios de unas policromías de difícil identificación y datación, desafortunadamente repicadas durante los primeros años del siglo xxi. Actualmente, en éste sector resaltan las mismas hileras de opus spicatum visibles desde el exterior, donde los muros aparecen íntegramente al descubierto, testimoniando un aparejo de mampostería ordinaria –considerablemente blanqueada por la limpieza a la que ha sido sometida– elaborada con losas de pizarra aglutinada por una pasta de mortero y cal –que en ocasiones recubre sutilmente los muros–. En la intersección que éste ábside meridional forma con la nave aparece sillería angular de piedra arenosa también vista en el sector occidental de dicho muro (a un metro hacia el oeste de la puerta de entrada), marcando la pretérita dimensión longitudinal del edificio. El campanario, en cambio, muestra un aparato más homogéneo, siendo su primer tramo erigido a base de las mismas losas de pizarra encontradas en el resto del templo dispuestas en regulares hileras, y culminado por un paramento de sillería uniforme.
Por su complejidad formal, resulta difícil constatar una datación concluyente de la iglesia de Santa Coloma de Fitor. Sus principales estructuras guardan similitudes con Sant Esteve de Canapost, así como con la iglesia parroquial de Peratallada. La lectura de los paramentos testimonia que la fábrica del edificio ha sido transformada con el paso de los siglos, siendo ardua la clasificación de cada etapa constructiva. Asimismo, es posible entender que el templo corresponde a una fase de transición hacia las formas románicas. Por sus características morfológicas, el sector oriental de la nave sur podría corresponder a una cronología temprana, posiblemente coincidiendo con el primitivo templo consagrado en el siglo x, en cuyo lado del Evangelio se le adosaba el primer tramo del actual campanario. Más adelante, ésta primera estructura fue completada con la adición al norte de una nave que, adaptándose a la obra preexistente, se formó a imagen y semejanza de su precursora, a la que se le dotó de su presente cubierta. La elevación del campanario debió ser contemporánea a este hecho, construcción que conviene fechar entre los siglos xi y xii, tal y como demuestra la tipología evolucionada de los elementos decorativos de la linterna superior.
Ya posteriormente, y en orden indeterminado, se llevó a cabo la edificación de la sacristía y la ampliación del templo en longitud y altura, así como la anexión de las dependencias del rector. De todos modos, existen algunas huellas que desmienten parcialmente estas hipótesis, pues la bóveda sobre la que descansa el campanario muestra signos de haber fracturado la cubierta del tramo noroccidental del templo, hecho que mostraría la pretérita existencia de éste último módulo –sin poder verificar que se tratase de una dependencia eclesiástica–. Por el exterior, éste elemento evidencia un aparato constructivo de apariencia arcaica, similar al de la cabecera Sur.
Texto y fotos: ANA VICTORIA PAUL MARTÍNEZ
Bibliografía
Badia i Homs, J., 2003, I, pp. 43-70; Catalunya Romànica, 1989, VIII, pp. 371-373; Mallorquí García, E., 2007; Mallorquí Garcia, E., 2008; Marquès i Planagumà, J. M., 1996a, pp. 35-67; Puig i Aleu, I, 2006, pp. 392-393.