Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes
OS DE BALAGUER
Monasterio de Santa María de Bellpuig de les Avellanes
A 14 km de Balaguer, al pie de la carretera que va lleva a Àger, rodeado de bosques, montañas y viñas, se encuentra el monasterio de Santa Maria de Bellpuig de les Avellanes. Por lo que se deduce de la poca documentación conservada, el monasterio nació de la fusión de dos comunidades establecidas a poca distancia y en el mismo año 1166, la comunidad de Bellpuig Vell o Monte Malet, formada por canónigos regulares premonstratenses seguidores del orden fijado por san Norberto de Generep, protegida por el conde de Urgell Ermengol VII y su esposa Dolça -de la casa de Foix- y la comunidad establecida en Fuentes Amenas, a pocos km de Monte Malet, erigida como filial de la abadía gascona de Casa Dei (1135) impulsada y avalada por el noble Guillem de Anglesola, señor de Bellpuig y de Anglesola que quería fundar un nuevo monasterio premonstratense.
La primera comunidad que en 1159 se establece en Monte Malet, cerca de Vilanova de la Sal, también conocida con Bellpuig el Viejo o Sant Cap, bajo las directrices de Juan de Organyà, se unirá a la instalada en Fuentes Amenas, algunos como el mismo Juan se quedarán en Monte Malet dedicándose a una vida eremítica, de hecho aún se puede ver la entrada a la cueva ocupada por Juan.
Este monasterio albergó la primera casa premonstratense catalana y de la cual surgieron las de Bonrepòs del Montsec, Sant Nicolau de Fondarella y Santa Maria de Artà en Mallorca. De todos ellos, en la actualidad tan sólo se conservan restos de Bellpuig y Santa María de Bonrepòs, que pasó a depender de les Avellanes en 1205.
La comunidad creada por Joan de Organyà, junto a otros compañeros, en Sant Cap, lugar situado en Mont Malet (Vilanova de les Avellanes), dió origen, en febrero de 1166 a un monasterio premonstratense, denominado Bellpuig el Vell, que contó con la protección de los condes de Urgell, Ermengol VII y Dolça. En septiembre del mismo año, Guillem II, señor de Bellpuig y Anglesola, decidió fundar un nuevo monasterio de la misma orden en el lugar denominado Fonts Amenes, a escasos 5 km del anterior. Esta iniciativa debió de provocar algún conflicto, que fue resuelto con gran rapidez, en el mismo año 1166. Con la intermediación del abad de Casa Dei, ambas comunidades acordaron que aquellos que quisieran vivir como canónigos regulares premonstratenses quedarían en la segunda comunidad, que en adelante se denominaría Bellpuig el Nou. Ese mismo año, Guillem de Anglesola donó a la comunidad Sant Nicolau de Fondarella.
En 1168, Arnau de Preixens, obispo de Urgell, consagró el altar de la iglesia. Años más tarde, en 1177, Ermengol VII donaba al monasterio la villa de Bellcaire, legado que hizo efectivo antes de morir para ayudar a la fábrica del mismo, y manifestaba su decisión de ser sepultado en Bellpuig. La elección como panteón dinástico de los condes de Urgell, fue fundamental para el futuro de la comunidad, que en adelante gozó de especial protección y numerosos privilegios materiales. Ademán, incentivó a que otros nobles decidieran ser enterrados en dicho lugar, lo que conllevó tuvo como consecuencia la donación de cuantiosos bienes al monasterio. En 1195, el rey Alfonso el Casto tomaba bajo su real patrocinio al monasterio, y les concedía ciertos privilegios, como el uso de leña, hierbas y pasturas en todo el reino. Ermengol VIII se comprometía en 1202 a la protección del monasterio, y a que tanto él como sus sucesores le otorgarían toda clase de privilegios, donaciones e inmunidades, las cuales fueron confirmadas por Ermengol X en 1284. En un documento de venta de 1202 por parte de Arnau de Malet y su esposa al monasterio, se hace referencia al abad Ramon y sus “hermanos y hermanas”, lo que ha llevado a pensar que en ese momento podrñia ser una comunidad dúplice. Con la exclaustración de 1835 fue suprimida la comunidad premonstratense de les Avellanes y el monasterio fue a parar a manos del Estado, que lo vendió en 1840 al gobernador militar de Lleida. Después de numerosas vicisitudes, los hermanos Maristas lo adquirieron en 1913, y lo reconstruyeron y ampliaron, hasta convertirlo en el lugar de hospedaje que es actualmente.
El conjunto actual es en gran parte una construcción del siglo xx. De época románica tan sólo se conservan el claustro y las plantas del refectorio y la sala capitular, junto con alguna de las puertas que dan a las galerías claustrales. El claustro, que está adosado al ángulo suroeste de la iglesia, y tiene planta rectangular, es fiel reflejo de la austeridad y sencillez premonstratense. El lema de los condes de Urgell, Pax vobiscum fiat (la paz sea con vosotros), que figura en la clave de la puerta oeste del claustro, también romànica, y que proviene del destruido palacio de los condes, resume a la perfección la sensación que produce el espacio claustral, su silencio, paz y recogimiento. Se sabe que el claustro fue lugar de enterramiento de nobles y eclesiásticos, pues algún autor describió la existencia de “sepulturas de abades y religiosos por todas las paredes del claustro”. Estas tumbas pudieron verse hasta que fueron destruidos a inicios del siglo xviii.
Mientras que algunos historiadores proponen que el claustro fue construido en varias fases, que se adaptaban a la situación económica del monasterio y al afianzamiento de la comunidad, otros han defendido su realización en un proyecto unitario. Las galerías cortas del claustro, que están divididas en dos tramos por un pilar central, tienen ocho arcos de medio punto, mientras que las pandas más largas se divididen en tres tramos por dos pilares y cunetan con once arcos. Las galerías oriental y septentrional fueron reformadas en época moderna, en los siglos xviii y xx, respectivamente. Aunque en la actualidad las galerías se cubren con bóvedas de ladrillo y revoque de escayola, originalmente debieron de estar cubiertas con techos envigados, testimonio de los cuales son los agujeros aún visibles en el muro de la galería meridional. Únicamente la galería meridional mantiene en sus lados oriental y occidental los arcos de ángulo diagonal que marcan el punto de encuentro con las galerías adyacentes. Las arquerías de medio punto tienen como ornamentación una moldura de punta de diamante en los ábacos y en el guardapolvo. Descansan sobre dobles columnas asentadas sobre un banco corrido e interrumpidas por pilares cruciformes. Éstos, al igual que los machones de las esquinas, cuentan con cuatro columnas adosadas en sus ángulos.
Los treinta y seis capiteles decorados, situados en las galerías sur y oeste, se han vinculado tanto con las obras atribuidas a la denominada escuela de Lleida, como con los de la portada de Castelló de Farfanya. En ellos se encuentran diferentes motivos vegetales, más o menos estilizados, zoomórficos, heráldicos y algunas figuras humanas. En todos ellos el relieve es plano. Algunos autores consideran que los de la galería occidental, más toscos, son más antiguos, y que a medida que se avanzaba hacia la galería sur el trabajo de los relieves fue evolucionando para mostrarse algo menos esquemático, con temas más libres, como flores de lis, leones rampantes –que podrían ser el escudo de alguno de los abades. Entre ellos destaca la figura de un monje y una cara humana con barba partida.
Mientras que en la galería occidental los capiteles decorados miran mayoritariamente hacia el patio, los de la galería meridional, por lo general, se esculpieron hacia el interior, con el claro objetivo de ser admirados por quienes transitaban por la galería.
Del refectorio, obra realizada en el siglo xii, tan sólo queda el sencillo portal de entrada desde el claustro, formado por un arco de medio punto y una chambrana, y la planta de la sala. La sala capitular, situada en el ala este, es de planta cuadrada compartimentada en nueve tramos cubiertos con bóvedas de artista modernas que apoyan en cuatro columnas en el centro de la sala.
Texto: Roser Gort Riera – Fotos: Juan Antonio Olañeta Molina/Marc Santacreu Ortet - Planos: Marc Santacreu Ortet
Bibliografía
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