Castillo de Montllobar
Castillo de Montllobar
Se llega a Montllobar, despoblado cuyo topónimo hace referencia a la presencia abundante de lobos en dicho monte, por la carretera C-1311 en dirección a Puente de Montañana. Tras dejar atrás Fígols de Tremp, se llega a lo alto del collado de Montllobar, desde el que se domina una amplia vista de las vertientes del Noguera Pallaresa, al Este, y del Noguera Ribagorzana, al Oeste. En lo alto del collado se conservan los restos del antiguo castillo, reducidos prácticamente a la solitaria presencia de una torre de planta circular, accesible mediante una estrecha senda que arranca desde el área de descanso o mirador, en lo alto del puerto.
A lo largo de los siglos ha mantenido una función destacada en el control de la sierra que separa la Conca de Tremp y la cuenca del Noguera Ribagorzana, y, por extensión, en el acceso a los condados de Pallars.Ya desde el siglo xii, el castillo de Montllobar ha estado relacionado con el cercano de Eroles, como queda documentado en una conveniencia establecida en 1149 entre los condes de Pallars Jussà Arnau Miró I y Oria con el castellano Roger de Eroles, a quien se le concedía la potestad sobre las dos fortificaciones.
Uno de los escasos elementos que se conserva del castillo de Montllobar, y, sin duda, el más destacado, es la torre, que aunque decapitada, todavía muestra la privilegiada situación del emplazamiento fortificado, construido sobre una gran roca alargada de más de 17 m de longitud. Dicha torre es de planta circular, tiene unos 6,5 m de diámetro exterior y 7,5 m de altura, y se vio visiblemente afectada por el derrumbamiento parcial en su sector oeste. Coincidiendo con la zona más alta en la actualidad, a 1 m escaso de la parte superior, puede observarse una pequeña zona de muro reforzada, algo más gruesa, en la que debió de ubicarse una puerta de acceso al interior, siendo posible que la propia torre dispusiese, como mínimo, de un piso más y una cubierta por encima de éste. El resto de la fortificación, de la que se conservan algunos fragmentos de muro muy maltrechos de unos 4 m de longitud y 1,30 m de grosor, se extendía hacia el lado sur desde la misma base de la torre.
Los paramentos de la torre están realizados con un sillarejo rectangular y bastante alargado, dispuesto en hiladas horizontales bastante regulares. En líneas generales, se asemeja notablemente a gran parte de las torres de vigilancia construidas en las primeras décadas del siglo xi, y tan frecuentes en el Norte de los condados catalanes.
Texto y foto: David Rico Tortosa
Bibliografía
Castells Catalans, Els, 1979, vi (ii), pp. 1367-1368 y 1412; Catalunya Romànica, 1984-1998, XV, p. 500; Fité i Llevot, F. 1986c, p. 98.