Iglesia de Sant Esteve

La iglesia parroquial de Sant Esteve de Caldes está situada en el centro de la población de Caldes de Malavella.

La iglesia aparece citada por primera vez en un documento del año 1053. Inicialmente era una posesión del monasterio de Sant Salvador de Breda, pero en 1058 fue restituida por la condesa Ermessenda al obispo de Girona, Berenguer Dalmau. Otros documentos mencionan el templo en 1131 y 1194, o en 1264.

Se trata de un edificio de planta basilical, con tres naves, que ha padecido muchas modificaciones desde su construcción en época medieval, pasando por cambios notables en los siglos xv y xvi, hasta la incorporación de capillas laterales y la modificación de la fachada oeste ya en el siglo xviii.

De la etapa medieval conserva el ábside central y las dos absidiolas laterales. El ábside central va cubierto con bóveda de cuarto de esfera, que arranca de una cornisa en bocel biselada. Posee dos ventanas de doble derrame, una en el centro y otra lateral. El ábside abre a la nave a través de un sencillo arco, ligeramente apuntado, por encima del cual se observa una abertura de ojo de buey con un motivo escultórico. Las absidiolas cubren también con sendas bóvedas de cuarto de esfera, y poseen respectivamente una ventana de doble derrame.

Las tres naves están separadas por grandes pilares cuadrados que sustentan seis grandes arcos formeros. Hay cuatro capillas de planta cuadrada, dos por cada lado, que abren a las naves laterales. Destacamos la columna romana, reaprovechada, que se situó para sustentar el arco que separa la nave central de la lateral norte. La nave central, reseguida por una cornisa en caveto, está cubierta por bóveda de cañón apuntado, y las naves laterales con bóvedas de sección de cuarto de esfera.

El aparejo del ábside y las absidiolas es a base de sillares de buena factura y tamaño, dispuestos en hiladas regulares. El ábside central está decorado, en la parte superior, con un friso de arquillos ciegos monolíticos, sin decoración, que descansan sobre pequeños y austeros canecillos de piedra volcánica negra que se alternan con otros de piedra clara. Todo va rematado por un friso de dientes de sierra que alternan, de modo parecido, las piedras negras volcánicas de la zona, con piedra más clara. Las absidiolas poseen los mismos arquillos ciegos monolíticos pero sin canecillos ni el friso de dientes de sierra. Cierran con una cornisa en bocel. Las ventanas del ábside y absidiolas son, como hemos descrito, de doble derrame, con arcos de medio punto adovelados, rematados por chambrana lisa.

El único elemento escultórico románico es la figura de un ángel que decora una de las dovelas que conforman el óculo que hay abierto en la parte superior central del ábside. Se trata de una figura alada en posición frontal, vestida con túnica larga y recta que presenta una sutil decoración en bandas diagonales en su parte superior. Se supone que es el único vestigio que se conserva de lo que pudiera haber sido una primitiva portada románica, que se substituyó por la actual barroca.

Dicha portada se encuentra en la fachada occidental, en la que se abre también un gran óculo y que va decorada con esgrafiados. El campanario, situado junto a la absidiola norte, tiene forma de torre cuadrada y, pese a ser la primitiva torre románica, ha sufrido diversas modificaciones. En la parte superior vemos cuatro parejas de aberturas alargadas, cerradas con arco de medio punto.

Como ya hemos apuntado, la datación de la etapa románica puede situarse en el siglo xi, mientras que la remodelación del campanario correspondería al siglo xiv o xv, y el añadido de las capillas laterales y la portada corresponderían a las reformas del siglo xviii.

Texto y fotos: Montse Jorba i Valero – Planos: Ángel Cerezo Cerezo

Bibliografía

Botet i Sisó, J., s.d., pp. 969, 974; Catalunya Romànica, 1984-19978, V, pp. 291-296; Merino i Serra, J. y Agustí i Farias, B., 1990, pp. 219-238; Monsalvatje y Fossas, F., 1889-1919, XVII, pp. 18-20; Peidró i Rami, E., 2000, pp. 29-30; Pladevall i Font, A. y Olavarrieta i Santafé, J., 1989, pp. 67-68.