Sant Oïsme
CAMARASA
Castillo de Sant Oïsme
El bello pueblo de la Baronia de Sant Oïsme se encuentra sobre una colina, en la margen izquierda del río Noguera Pallaresa, junto a la sierra del Montsec y enfrente del valle de Àger. Perteneció a Fontllonga hasta 1970, fecha en la que pasó a formar parte del municipio de Camarasa. Se llega a dicha localidad recorriendo por la carretera C-13 unos 20 km desde Camarasa en dirección norte, hasta un desvío a la izquierda que lleva al caserío, al que se accede con el vehículo hasta el centro de la plaza, donde se halla la antigua iglesia románica de Sant Bartomeu, enfrente de la cual, en lo alto de una roca, se erige la torre y los vestigios de la antigua fortificación.
En varios documentos en los que se cita el fuerte se utiliza el topónimo original del caserío, Santa Eufèmia, posible advocación de una iglesia anterior a la actual. La primera noticia que se conoce data de 1095, cuando Ermengol, arcediano de Barcelona, dona unos bienes y ratifica las iglesias que había concedido al monasterio de Santa Maria de Meià su abuelo y fundador Guillem, señor de Meià, en la primera mitad del siglo xi, entre las que figuran Santa Hismia o Santuymia. Sancte Eufemie aparece como tal en un documento fechado en 1099 cuando, Guillem Guitard de Meià y su mujer Guilla donan un molino sito en dicho lugar, los beneficios del cual se destinan a Santa Maria de Urgell.
El vestigio más destacable del castillo es la torre que se encarama sobre un peñasco, la cual, tras ser restaurada a finales del siglo xx, se conserva en buen estado. Se trata de un edificio de 14 m de altura y de forma es troncocónica, a pesar de que da la impresión de ser cilíndrica. Su diámetro exterior es más amplio en la base, donde mide 4,20 m, que en la parte superior, donde alcanza tan sólo los 3,83 m. La torre se divide en tres pisos, que exteriormente quedan evidenciados por sus respectivos accesos. La puerta principal, al Sur, se abre en la segunda planta a 4 m sobre el nivel del suelo para dificultar el acceso en caso de ataque. Actualmente, los visitantes acceden por el Norte, a través de la fachada de una dependencia aneja, en donde se han habilitado unas escaleras que conducen a una puerta secundaria en el primer nivel. En la parte superior, a unos 8 m en el muro suroeste se halla una tercera puerta, que, como las otras dos, conserva el quicio y las marcas de la cerradura. Los accesos del primer y segundo piso están parcialmente reconstruidos, ya que sólo conservaban las jambas y la fisonomía del arco. Ambos se restauraron a semejanza de la puerta superior, similar a la de la cercana iglesia medieval, con un arco de medio punto. En el muro norte quedan un par de aspilleras en forma de hendiduras verticales con derrame, ensanchadas hacia la parte interna para poder tirar en ángulo y escalonadas al exterior.
Una vez en el interior, los huecos que han dejado las vigas de madera, de las que queda un pequeño resto, indican que las cubiertas serían de ese mismo material. Además, el resalte provocado por la disminución del grosor del muro en el primer nivel es un indicio de que la torre se estructuraba en diversos pisos, los cuales se corresponderían con los accesos que se han comentado. La escalera de caracol habilitada en la restauración, permite ver de cerca estos detalles. Respecto al aparejo, bien labrado, dispuesto en filas ordenadas y unido con argamasa, es posible apreciar un cambio en el grosor y la altura de las hileras que se van reduciendo a medida que va ganando altura. En la parte interna, sin embargo, se utilizó un material más descuidado, irregular y poco ordenado.
Al Norte de la torre, sobre la misma superficie donde se asienta, permanece en pie la fachada sur de lo que parece que fue una edificación aneja, posiblemente una sala o aula. El muro mide unos 5,4 m de ancho y tiene una altura de unos 9 m, dispone de una puerta realizada con arco de medio punto, una gran abertura superior y una ventana tapiada de arco apainelado al Oeste. Se conservan algunos mechinales. El material utilizado es argamasa y piedras. Encaramados al muro rocoso de la peña todavía quedan restos de hiladas de sillería, claramente visibles al Oeste. En fotografías de 1962 se aprecian otras estructuras, las cuales podrían ser paredes que habrían formado parte de edificios relacionados con el castillo, pero de los que hoy nada se ha conservado.
La predominancia de la torre sobre el resto de estructuras, la forma redondeada de la misma, el aparejo utilizado, la tipología de las puertas y la existencia de una sala unida a su cuerpo, son formas arquitectónicas típicas de un castillo de frontera catalán del segundo cuarto del siglo xi.
Texto: Raquel Cardona Segura - Fotos: Raquel Cardona Segura /Juan Antonio Olañeta Molina - Planos: Albert Reig Florensa
Bibliografía
Bolòs i Masclans, J., 2001, pp. 113-120; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 332-334; Castells Catalans, Els, 1967-1979, VI, pp. 363-367; Fité i Llevot, F., 1986a; II; 278-285; Junyent i Subirà, E., 1975, p. 187.