Palacio Episcopal de Girona
Palacio Episcopal
Cabe buscar los orígenes del actual y complejo conglomerado de edificaciones que hoy forman el gran Palacio Episcopal de Girona, anexo al muro de mediodía de la Catedral, en la Alta Edad Media, con el traslado del complejo episcopal, que originalmente se habría desarrollado extramuros, ubicado en torno a la antigua iglesia martirial y catedral de Sant Feliu, hacia el interior del recinto amurallado de la ciudad. Un proceso de larga duración que debemos situar entre los siglos viii y xi, siglos en los que se afianza la soberanía feudal eclesiástica del obispado en la ciudad. Los canónigos y clérigos construyeron sus casas, antes del año 1000, en torno a las dependencias de la catedral tardoantigua y cerca del antiguo palacio condal, hoy desaparecido y cuya ubicación exacta desconocemos. Un importante documento del año 988 nos informa de la venta que el conde de Barcelona y Girona, Borrell II hace al obispo Gotmar de su palacio condal en la ciudad, por necesidad de capital a raíz de los ataques musulmanes: “a Gotmar, obispo de la sede de Girona, y a sus sucesores [vendo] aquel amplio casal nuestro que tenemos para nuestro uso en la ciudad de Girona más allá del muro viejo de esta ciudad ya en muy mal estado, no muy lejos de este muro, por el precio de cincuenta onzas de oro puro de Valencia, que afronta, a levante, con el muro viejo, a occidente con la sinagoga, a cercio con la sede de Girona [sede prerrománica de Santa Maria] y a mediodía con la casa de Gausfred Poleni […] con el acuerdo que cuando vayamos a Girona habrás de dejarnos la dicha casa durante toda nuestra vida”. La documentación posterior constata que el contrato se cumplió y que el palacio episcopal funcionó también como residencia condal y real durante toda la Edad Media.
Tras la muerte del conde Borrell, ocurrida en el año 993, nos consta por un documento del 20 de enero de 994 recogido en el Cartoral dit de Carlemany, que enseguida el obispo Arnulf II convirtió el palacio condal en su residencia, con cocina, dormitorio, despensa y atrio. Entre el 988 y el 994 la sinagoga desaparece de la documentación y se describen en su lugar las casas del arcediano Guitart, pronto donadas a la iglesia de Girona. Dichas casas afrontaban con la del diacono Goltred, con la del sacerdote Guifred y con el mismo Palacio. Veinticinco años después, en 1019, el obispo Pere Rotger, hermano de la condesa Ermessenda vuelve a realizar una gran dotación, esta vez explícitamente para la canónica. Desconocemos que pasó en aquel momento con la casa episcopal ubicada en el antiguo palacio condal.
Si creemos la nota necrológica que aparece recogida en un obituario del siglo xiii de la catedral, dónde se dice: “El día 13 antes de las calendas de abril (20 de marzo) del año de la Encarnación de 1167, murió el obispo de esta Sede, Guillem de Peratallada, el cual construyó el Palacio”; debemos entender, como apunta N. Soler, que se trata de una primera construcción románica ex novo, que el mismo arqueólogo relaciona con la llamada torre “de la prisión” y el salón del trono episcopal, antigua aula episcopal; dependencias hoy convertidas en salas de exposiciones del Museu d’Art de Girona. A principios del siglo xiii Guillem de Cabanilles (1227-1245), llevaría a cabo una segunda y gran ampliación del edificio, sobre dos edificios o casas episcopales anteriores, en el sector noroeste, que incluiría la construcción de la capilla de Santa Maria (o de Sant Salvador), de la fachada con galería románica que hoy vemos desde la plaza de los Apóstoles con el pasaje y el edificio septentrional del patio dónde aparecen los vestigios de una perdida galería porticado que comunicaba estas nuevas dependencias con el palacio del siglo xii construido por Guillem de Peratallada y que habría permitido unificar el conjunto y presentar en la parte posterior, una fachada septentrional unitaria del palacio a la calle Cartanyà, ante la catedral.
De finales del xiii son las plantas inferior y noble de la llamada torre de poniente o delantera, que cierra el patio principal por el oeste y al sur de la cual se abre la gran puerta de entrada al recinto hoy museo. A partir de entonces las reformas se suceden con continuas e importantes ampliaciones que llevan a la enorme dimensión del edificio actual que sigue organizado en torno a un gran patio central.
Hoy, gracias a los completos estudios, primero de J. Marquès y de J. M. Marquès i Planagumà, y luego por los trabajos arqueológicos y de investigación de N. Soler i Masferrer, entre otros estudios y artículos puntuales, podemos apuntar con cierta seguridad la evolución constructiva del Palau Episcopal. Una evolución en la que, como afirma N. Soler, “no ha habido substitución, si no reformas, transformaciones y añadidos”. El edificio rehabilitado en los años ’80 acoge desde entonces el Museu d’Art de Girona, que ocupa buena parte del edificio, mientras las dependencias adosadas directamente a la Catedral, la capilla de Santa María (o de Sant Salvador) y parte la galería de la plaza de los Apóstoles con sus dependencias anexas, forman parte aún del actual complejo episcopal, dónde el obispo recibe sus visitas. Aquí, por ser de época posterior no describimos la totalidad del enorme edificio actual organizado en torno a un gran patio central, ni su evolución en épocas posteriores a la románica; para ello pueden consultarse los artículos y estudios más recientes de N. Soler (2004). La lectura de las estructuras románicas integradas en este gran complejo ha suscitado varias hipótesis poco unánimes entre ellas y con frecuencia confusas sobre la evolución y organización del edificio durante la primera fase llevada a cabo en época románica.
En el complejo actual se localizan las estructuras más antiguas en dos lugares diferenciados e inconexos: las estructuras de la parte inferior de los dos edificios perpendiculares del sector noroeste (situadas tocando a la calle Bisbe Cartanyà en su extremo oeste), y en la casa aislada llamada “la nevera” que se encuentra a levante del complejo, en los jardines del museo y que fue incorporada al palacio en el siglo xiv. Los primeros dos módulos del siglo xi corresponderían a dos edificios románicos identificados por Soler como las primeras casas episcopales, con estructuras paramento de sillarejo unido con abundante argamasa de cal, evidentemente románicas, dispuestas en el ángulo noroeste (bajo las estructuras de ampliación del edificio llevadas a cabo por el obispo Guillem de Cabanilles en el siglo xiii: bajo la capilla de Santa María o de Sant Salvador, en el pasaje sobre la calle Bisbe Cartanyà y en la fachada posterior del edificio septentrional del patio sobre el cual se construye la galería).
Las construcciones románicas del extremo noroeste asumen el ámbito formado por dos edificios en ángulo recto con fachada en la plaza de los Apóstoles, en la calle Bisbe Cartanyà y únicamente el segundo de ellos con fachada al patio principal del Palacio.
El primero de los edificios, orientado de norte a sur, corresponde al cuerpo anexo a la fachada de mediodía de la catedral, con la capilla episcopal de Santa María (o Sant Salvador), construida sobre la capilla de los Santos Evangelistas de la Catedral (capilla que presenta uno de sus muros en paramento de mampostería sin labrar, fechado según H. Pladelier en torno al siglo xi como el muro externo de esta misma capilla visible bajo la vuelta o pasaje que da acceso a las escaleras de la calle Bisbe Cartanyà) y el cuerpo annexo a la capilla de Santa María con el pasaje sobre la calle Bisbe Cartanyà y la galería porticada. Este primer edificio o módulo, el más tardío de la etapa románica construido por Guillem de Cabanilles en el siglo xiii, aún mantiene su uso episcopal y permanece cerrado al público.
Interiormente se accede en primer lugar una sala-recibidor, con la mencionada galería porticada en su fachada de poniente que da a la plaza de los Apóstoles, de la que hablaremos posteriormente. Una puerta abierta en el muro septentrional de esta sala-recibidor da acceso a una la capilla habitualmente llamada de Sant Salvador, cuya advocación original, según el mismo Soler debió ser de Santa María. Ésta, hoy restaurada, presenta un ábside de perfil semicircular a levante cubierto con bóveda de cuarto de esfera ligeramente apuntada o almendrada, que se abre a la nave a través de un ancho arco triunfal, algo mayor, también apuntado que forma la característica gradación en este punto. El paramento del muro semicircular permanece revocado y pintado hasta la altura de la línea de imposta dónde se aprecian los restos de una posible cornisa repicada únicamente interrumpida por las tres ventanas de medio punto que equidistantes se abren en este muro, de éstas, la central es algo más alta que las laterales pues sus seis dovelas bien labradas descansan sobre la cornisa que hace las veces de imposta. El vano de estas ventanas es ancho y profundo, sin abocinar, aunque de doble derrame, como veremos en el exterior. La bóveda y el arco triunfal presentan sillería regular y bien labrada en piedra caliza gris de Girona, de tamaño medio, tendente al cuadrado. La disposición de las hiladas a soga y tizón es muy regular y exacta, con poca argamasa, y su regularidad únicamente se ve algo alterada en el cierre superior de la bóveda, dónde ésta se apunta. El resto de la corta nave deja a la vista la parte superior de sus muros, aparejados con sillarejo sin desbastar y abundante argamasa de cal, cuya cubierta con envigado de madera a dos aguas sostiene un gran arco toral apuntado de sillería similar a la descrita en la cabecera, y con restos de pintura gótica en las enjutas. Restos similares se descubren en la parte superior del tramo occidental, en los muros laterales y sobre el muro de poniente, en el que se encuentra emparedada una apertura de vano rectangular posterior.
El segundo edificio o construcción noroeste corresponde al cuerpo que, en perpendicular al anterior y en paralelo a la calle Cartanyà va de poniente a levante. Corresponde al edificio septentrional del patio principal del edificio, en la fachada meridional del cual se aprecian, desde el patio, en un primer piso, integrados en el muro, restos de los arcos de una galería porticada que interiormente se corresponden con tres columnas recuperadas durante la rehabilitación y que permanecen in situ evocando la antigua galería del palacio, el actual vestíbulo del museo. Esta galería se construiría en el siglo xiii, contemporáneamente al edificio anterior y se levantó sobre un pórtico de tres grandes arcadas de medio punto, en el centro de las cuales se encuentran las escaleras barrocas de acceso al piso noble desde el patio.
El segundo gran ámbito corresponde al edificio levantado ex novo por Guillem de Peratallada en la segunda mitad del siglo xii. Forman parte de éste la primera aula episcopal o salón del trono episcopal, cuya fachada románica conservamos y tres de las salas de la torre llamada “de la prisión” (oculta exteriormente tanto desde levante como desde el norte) con fachada, muy alterada, a la calle Rocabertí, situada a levante y al sur del llamado salón del trono del actual museo, la primera y más noble de sus salas de exposiciones. La torre presenta evidentes estructuras del siglo xii, paramento de sillería de gran tamaño bien labrada regularmente dispuesta en hiladas a soga y tizón con presencia de estilizadas ventanas de medio punto en la fachada norte del primer nivel, dónde se encuentra la escalera de acceso a las plantas superiores de la torre. Según hipótesis de N. Soler, ambas edificaciones, el salón y la torre, corresponderían al Palacio Episcopal en sí, un palacio levantado ex novo y promovido por el obispo Gillem de Peratallada en la segunda mitad del siglo xii y que habría estado formado por una torre adosada a una gran estancia, según el modelo medieval de una sala, el salón del trono. El primer nivel de dicha torre, al cual se accede desde la puerta de medio punto que comunica en el extremo sureste el salón del trono con el llamado “comedor pequeño” y actualmente sala de descanso del museo, conserva evidentes estructuras del xii. En ésta una gran arcada de medio punto se abre en el centro del muro meridional, hoy el vano cegado de ésta alberga una ventana de época moderna que da a la calle Rocabertí. En el muro de levante se abre otra gran arcada de medio punto desplazada hacia el sur, que daría acceso a otra sala (la cocina); a la izquierda de esta arcada, se abre un vano de medio punto convertido en hornacina. Próxima se abre una segunda y pequeña hornacina de medio punto. Sobre ésta, en la parte superior del muro termina una gruesa arcada de cuarto de círculo que parte del centro del muro norte de la sala al que se adosa, pues sobre ella se sostiene la escalera de acceso al segundo nivel de la torre. Así mismo conserva la estructura del xii el segundo nivel de esta torre, actualmente sala de exposiciones temporales. El tercer nivel, propiamente la prisión, presenta únicamente las cuatro hiladas inferiores correspondientes a la fábrica románica, y un gran arco central, toral, de medio punto y de sillería bien labrada que soporta la cubierta actual (las aperturas tapiadas y el muro superior responden a intervenciones y ampliaciones posteriores). Se accede a ésta a través de una escalera interna al muro, adosada al muro de mediodía de la sala del arco, anexa al gran salón del trono, a levante, en la mitad sur de éste. El muro sur de esta pequeña sala, conserva el paramento original, similar al de la sala de descanso descrita; en su extremo oeste se encuentra abierta la puerta de acceso a las escaleras, y en su extremo este (muy cerca del actual ascensor) se abre una muy estilizada ventana de medio punto, que indica que en época románica este muro daba al exterior. El cuarto nivel de la torre corresponde a la fase constructiva del xv y los dos siguientes a reformas posteriores.
Como ya se ha apuntado, esta gran torre se construye adosada al gran salón del trono episcopal, del cual se conserva la fachada románica meridional, observable desde la sala anexa al muro sur de éste gran salón. Ésta fachada, correspondiente a la fachada meridional del Palacio Episcopal de mediados del siglo xii. En ella, se abre en la parte superior, en el centro, una estilizada ventana de medio punto de siete hiladas de altura y arco monolítico (muy similar a la ventana o saetera descrita en la torre); en un segundo nivel, se abren dos ventanas geminadas, hoy cegadas, cuyos arcos son monolíticos y reposan sobre una columnilla central. La ventana de poniente conserva aún in situ columna, basa y capitel, fechados a finales del xii (el juego de basa, columna y capitel de levante son una copia). El paramento de esta fachada formaba una unidad con el de la fachada de la torre, este segundo sin aperturas de época románica a mediodía, pues como afirma Soler, en conjunto la fachada meridional del Palacio Episcopal debía dar impresión de fortaleza y unidad. Las dos salas que se encuentran bajo el salón del trono, (Sala 1.1 y Sala 1.2) dedicadas a eventos y exposiciones temporales y a las que se puede acceder desde sendas puertas doveladas desde la fachada de levante del patio principal, y por unas escaleras que descienden desde la sala anexa al salón del trono, corresponderían a las estructuras preexistentes bajo el palacio edificado a mediados del xii. Similares son las salas a cada lado de la escalera y en la puerta de medio punto de acceso a la primera. Aún está por determinar cuál fue su uso original, seguramente convertidas en almacenes o fresqueras.
El tercer ámbito totalmente descontextualizado respecto a los anteriores aunque integrado a levante del complejo episcopal, consiste en la casa construida sobre la cisterna también llamada “la Nevera”. Ésta ubicada cerca del ángulo sur este del recinto, con fachada a la calle Rocabertí, presenta estructuras y elementos arquitectónicos claramente fechables en el siglo xi. Se trata de una sala única de planta rectangular orientada de norte a sur y cubierta por bóveda de cañón, con cuatro aperturas de medio punto abiertas en sus muros (dos cegadas en el muro sur, una tercera también cegada en el muro norte y una cuarta convertida en hornacina en el muro oeste, ubicada junto a la puerta de entrada actual). El aparejo utilizado es de mampostería de sillarejo sin labrar unida con abundante argamasa de cal y arena. Esta casa fue objeto recientemente de una excavación dirigida por M. Sureda. En ella se descubrió, en el subsuelo la construcción, de una gran cisterna fechada en un momento posterior (esta casa en época románica no formaba parte del palacio; fue integrada posteriormente, a inicios del siglo xiv, durante el pontificado de Pere Rocabertí).
Bajo el patio interno de los jardines, entre la sala de talleres y la fachada resultante de la ampliación del palacio románico en época moderna hacia levante, se ubica una gran cisterna o depósito. Junto a ésta, en la planta baja del edificio, dónde se encuentran las salas de mantenimiento actuales, se pueden ver dos juegos de grandes arcadas de medio punto que sostienen el edificio superior que resultan de difícil interpretación, pues presentan continuidad con el arco que aparece ante la sala de almacenes justo a la derecha de la puerta de entrada lateral al edificio correspondiente a la can Falló, una casa canonical adquirida y anexionada al complejo episcopal en 1898, integrada al Palacio y con puerta en la parte media de la calle Bisbe Cartanyà.
Exteriormente pueden distinguirse las fachadas de las diferentes edificaciones con módulos de fábrica románica. Junto a la capilla de Santa Maria se encuentra la controvertida galería porticada con cuatro arcos de medio punto. El cuerpo entre el siguiente edificio o torre de poniente (fechada a finales del xiii) y la galería, corresponde, en buena parte aunque muy alterado, a la misma fábrica de la galería, pues cegada e integrada en el muro de este cuerpo, en altura aparece una ventana geminada con dos arcos de medio punto monolíticos. Aquí el paramento de inicios del siglo xiii se distingue por ser regular y bien labrado, dispuesto a soga y tizón pero con abundante argamasa que lo distingue de las ampliaciones superiores posteriores. En el interior del patio principal resulta interesante la observación de las fachadas de los edificios septentrional y de levante. El primero, es el que presenta en el nivel inferior un pórtico monumental de tres grandes arcadas doveladas de medio punto, entre pilares, que albergan en su interior el pórtico dividido en tres tramos idénticos cubiertos sendas bóvedas de arista y separados por dos grandes formeros que descansan mismamente sobre los pilares antes mencionados. En un primer nivel, sobre este pórtico se aprecian claras evidencias de la galería porticada o deambulatorio del siglo xiii.
En la fachada del segundo edificio, el de levante de este patio, el aparejo es similar al anterior, las ventanas románicas del gran salón del trono ubicado en el primer nivel, si las hubo, fueron sustituidas por los dos grandes ventanales actuales. En el piso inferior, dos puertas doveladas y de medio punto dan acceso a las salas de actos 1.1 y 1.2. A ambos lados de la puerta 1.1 aparecen dos ventanas de dintel monolítico estilizadas de un único derrame hacia el interior y de vano de medio punto (similares a las de la torre “de la prisión” y la de la fachada de mediodía del salón del trono).
En la calle Rocabertí, se puede apreciar exteriormente la fachada de mediodía de la torre “de la prisión” muy alterada por aperturas modernas. Más adelante encontramos la fachada románica con aparejo de mampostería únicamente desbastado unido con abundante argamasa que corresponde a la casa llamada “la Nevera” fechada en el siglo XI, antes descrita dónde se llevan a cabo los talleres (cerca de la esquina con la calle de los Alemanes). En la calle Alemanes se encuentra la puerta de acceso posterior al recinto, que corresponde a los jardines del Museo de Arte, y en el extremo noreste de esta calle, descendiendo las escaleras de la calle Bisbe Cartanyà, junto a los jardines de la Francesa y el lado sur de la catedral, encontramos primero la casa Falló (dónde se encuentran los almacenes del museo y salas de restauración y mantenimiento). El edificio actual de oficinas cerca con su fachada occidental el llamado cementerio “de los negros”, de planta triangular, al sur del cual se encuentra la fachada norte del edificio del Palau Episcopal, con estructuras y paramento inferior de sillería arenisca bien labrada, muy oculta tras la vegetación. Desde este punto se aprecia la fachada de levante de la edificación sobre el pasaje, con evidentes modificaciones de época posterior (gótica y moderna) y el ábside semicircular con sus tres ventanas de la capilla de Santa María o San Salvador antes descrita.
La galería de plaza de los Apóstoles está compuesta por cuatro arcos que reposan en los extremos sobre impostas integradas en el muro. Los capiteles mensuliformes son troncopiramidales invertidos. El del extremo norte es el más elaborado. Es el único que en la cara externa (visible desde la plaza de los Apóstoles) presenta decoración. Se trata de un personaje frontal muy sencillo, de formas claramente geometrizantes y estilizadas. Tras el personaje, en la parte superior aparecen unos tallos o foliolos dos estilizadas lazadas en aspa. Las columnas se apoyan sobre un alto bancal cuyo alféizar se compone de losas cuadrangulares de calcárea numolítica.
En estudios anteriores se apuntaba la posibilidad de que esta galería hubiera estado trasladada desde otra parte del edificio y reubicada en la fachada, esta hipótesis se vería reforzada por la labra tosca e inacabada de los capiteles. N. Soler apunta lo contrario y mantiene que la galería sería obra de Guillem de Cabanilles y que se edificaría a mediados del xiii junto al pasaje, para unificar la capilla de Santa María con el deambulatorio y el palacio de Guillem de Peratallada (el salón y la torre), observa que la parte superior del muro esta fachada fue reconstruida por el obispo Andreu Bertran en el segundo cuarto del siglo xv.
La galería integrada en el muro del vestíbulo del museo corresponde al deambulatorio que construiría el mismo Guillem de Cabanilles en el siglo xiii para comunicar las dependencias y la capilla de Santa Maria (o Sant Salvador) ubicada en el extremo noroeste del recinto, con el gran salón del trono y la torre partes integrantes del Palau Episcopal edificado ex novo en la segunda mitad del siglo xii. Únicamente perviven integrados tres juegos de basa-columna-capitel, muy sencillos pero elegantes, labrados en calcárea numolítica de Girona, Los capiteles mensuliformes de sección rectangular son, igual que los de la galería de la plaza de los Apóstoles.
En la fachada del palacio episcopal, correspondiente al salón del trono, se conserva una ventana geminada con capitel con decoración vegetal a base de tres registros de hojas superpuestos
Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras
Bibliografía
Calzada i Oliveras, J., 1980, pp. 25-29; Canal i Roquet, J. et alii, J., 2004, pp. 141-159; Marqués Casanovas, J., 1984, pp. 19-24; Serra Rafols, E., 1962, pp. 375-376; Soler i Masferrer, N., 1994, pp. 427-456; Soler i Masferrer, N., 2004, pp. 589-665.