Sant Esteve de Abella
ABELLA DE LA CONCA
Iglesia de Sant Esteve de Abella de la Conca
La iglesia parroquial de Abella de la Conca, dedicada a san Esteban, se sitúa en un punto privilegiado en lo alto de la peña que preside el pueblo, junto al cementerio. Las primeras noticias del templo se remontan a 1110 cuando Guillem Guitard de Caboet la donó a Santa Maria de la Seu d’Urgell para la redención de sus pecados. Más tarde, en 1151, el papa Eugenio III otorgó una bula a Santa Maria de Solsona en la que se menciona la iglesia de Abella, posesión que fue confirmada en la consagración de la canónica solsonensa, en 1165. Poco después, en 1171, Dolça, condesa de Urgell, le entrega el diezmo señorial de Abella.
A pesar de algunas alteraciones posteriores, el edificio, conserva en buena medida su estructura románica original, con una planta basilical de tres naves, muy irregular y sin transepto, de las que destaca en tamaño la central, cubiertas con bóveda de cañón. La cabecera está formada por tres ábsides semicirculares cubiertos con sendas bóvedas de cuarto de esfera, de los que el central es de mayor tamaño y altura. Cada uno de ellos cuenta con una ventana de doble derrame y arco de medio punto. En el exterior, los lisos paramentos absidales, que se rematan con sendos frisos de arquillos ciegos que enmarcan piezas semicirculares monolíticas, conservan numerosos mechinales alineados horizontalmente, la presencia de los cuales se prolonga a lo largo del muro sur del templo y del cuerpo inferior del campanario. Sobre el registro de arquillos del ábside central, tres hiladas de sillares se disponen bajo la cornisa. La adaptación del edificio al desnivel del terreno en el que se asienta provoca que el lienzo exterior del muro norte de la nave septentrional sea de menor altura que el de la meridional. Ambos carecen de la decoración de arquillos, a diferencia de la parte superior de los muros de la nave central que sobresalen sobre las laterales. El liso paramento sur se ve interrumpido por la potente torre campanario que se alza a él adosada y que lo divide en dos tramos, los cuales no están alineados. Mientras que en el tramo oriental se abre, casi pegada a la torre, una ventana de doble derrame y arco de medio punto, en el occidental se hallan una sencilla puerta y otras dos ventanas de características similares a la anterior. La portada, que está formada por un arco de medio punto y carece de tímpano y de cualquier otro elemento ornamental, se encuentra elevada respecto al nivel del suelo exterior, desnivel que se salva mediante unos escalones. Mientras que en los ábsides el aparejo está compuesto por sillares bastante cuadrados y regulares, de tamaño mediano y dispuestos en hiladas homogéneas, en el paramento sur, sobre todo en su sector de poniente, resulta más irregular, tanto en el tamaño y forma del material, como en su disposición. La fachada oeste es lisa y no refleja la estructura de tres naves del edificio. Está rematada por un hastial de perfil triangular que se eleva bastante por encima de la cubierta de las naves. En este muro occidental se abre la puerta principal de acceso al templo, formada por un arco doblado de medio punto. Sobre ella se ubican una alargada ventana de gran tamaño y doble derrame, y, más arriba, en el centro del hastial, otro vano. La cubierta de las naves, que al igual que la de los ábsides está formada por losas, evidencia la mayor altura del cuerpo de la nave central.
Como hemos comentado, el muro de la nave sur es interrumpido por la torre campanario, llamativo volumen prismático de planta rectangular levemente irregular y tres cuerpos en altura. Mientras que el nivel inferior carece de vanos, en los dos pisos superiores se abren varias ventanas geminadas, que son bíforas en las caras oriental y occidental y tríforas en la meridional y septentrional. De estas últimas, la del lado sur del piso superior fue sustituida por dos grandes huecos para ubicar las campanas, y la norte del segundo nivel no existió, al coincidir con el cuerpo de las naves. Las esquinas del campanario sobresalen, en tres de los frentes de éste, respecto a las bandas verticales centrales del paramento en las que se encuentran las ventanas. Dichas bandas son coronadas, en el piso superior, por sendos frisos de arquillos ciegos apoyados en unas ménsulas de piedra toba rematadas en una forma cilíndrica horizontal. Este peculiar elemento éste parece ser característico de esta zona al norte del Montsec, pues también se encuentra en el ábside y muros laterales de Santa Maria de la Clua del Montsec, en los ábsides de Santa Maria de Mur y Sant Andreu de Biscarri y en los muros meridionales de Santa Maria de Llimiana y Sant Pere de Aransís y en el septentrional de Sant Llorenç de Ares. A estos ejemplos, aunque ya situado fuera de esta área, se podría añadir el ábside de Santa Maria de Solanes, en Lladurs (El Solsonés). Además, sobre estos frisos de arquillos, así como sobre las ventanas del segundo cuerpo del campanario, se utiliza otro elemento ornamental bastante singular, consistente en un friso de sillares planos colocados en diagonal para configurar una decoración zigzagueante. Un ejemplo de tan peculiar ornamentación se puede encontrar no muy lejos, en el ábside la vecina iglesia de Sant Pere Màrtir de Sant Romà de Abella. Aunque se ha propuesto que la torre campanario habría sido añadido con posterioridad a la construcción del resto del edificio, esta afirmación debe ser matizada. Las evidentes diferencias que se observan entre el aparejo utilizado en el nivel inferior y el de los dos pisos superiores, el hecho de que los paramentos de aquel se encuentren trabados con los dos tramos del muro de la nave sur, la presencia de mechinales en el cuerpo inferior y su ausencia en los superiores, y la diferente forma de trabajar las ménsulas de los arquillos respecto a los de los ábsides y muros laterales de las naves, invitan a pensar en que mientras que el cuerpo inferior es contemporáneo al resto del templo, los otros dos pisos superiores son algo posteriores.
El interior del edificio ha sido alterado en múltiples ocasiones, tanto es así que la nave septentrional fue cegada y su tramo más oriental convertido en sacristía. Gracias a la restauración del interior del templo llevada a cabo en 2008 se puede volver a ver de una manera aproximada su aspecto original. En la cabecera, el ábside central presenta un desnivel respecto a la nave, que se salva mediante unos escalones, y un arco presbiteral de medio punto en degradación facilita la transición entre ambos espacios. Este arco está menos marcado en los ábsides laterales, especialmente en el septentrional. Las naves, de una largura considerable, están estructuradas en cuatro tramos bastante irregulares por unos arcos fajones que arrancan unas columnas de sección semicircular adosadas a los pilares cuadrados. De estos últimos arrancan también los arcos formeros que separan la nave central de las laterales. En el segundo tramo más oriental de la nave meridional se abre una puerta que da acceso a las escaleras para ascender al campanario. Por su parte, en la nave septentrional, en su tramo más próximo a la cabecera, discurre un podio elevado al que se accede mediante unos escalones adosados al muro. Esta zona, hasta la restauración de 2008, estaba cegada, y los espacios bajo los arcos formeros eran utilizados como capillas.
Aunque E. Junyent ha datado el edificio en 1141, dicha cronología parece excesivamente tardía si se consideran las características del edificio. Por su parte, Adell adelanta su construcción al siglo xi, mientras que sugiere que el campanario que podría haber sido ejecutado en el xii. Sin embargo, el detalle de la ménsula con el cilindro horizontal que se observa en los arquillos ciegos de esta última estructura aporta referencias muy interesantes para clarificar su cronología. Si consideramos que la cabecera de Santa Maria de Mur, en la que también está presente este elemento, pudo ser realizada durante los años inmediatamente anteriores a su consagración en 1069, parece razonable pensar que los dos cuerpos superiores del campanario de Sant Esteve pudieron elevarse en fechas próximas, posiblemente en el tercer cuarto del siglo xi. Es decir, que si bien corresponderían a una segunda fase constructiva, su ejecución se habría realizado en la misma centuria que el resto del edificio y el cuerpo inferior de la torre, que serían algo anteriores.
En 1994, en el transcurso de unas obras para arrancar el revestimiento de las paredes del interior de la iglesia, se descubrieron en la superficie de la cuenca absidal y en parte de la nave central unos restos de policromía y un dibujo inciso sobre el revoco original. En 2001 se realizó una intervención de urgencia para consolidar dichos restos, los cuales ya fueron totalmente restaurados en 2008. Aunque ha desaparecido buena parte de la capa pictórica, se pueden conocer los motivos representados en este interesante conjunto gracias a los trazos incisos con los que se dibujaron los contornos de las figuras sobre la capa de cal. Las filtraciones de agua en la zona del ábside habrían provocado la pérdida de buena parte de la capa de policromía, que habría sido realizada mediante la técnica de al seco.
Mientras que en el cascarón del ábside está representada la Maiestas Domini rodeada de los símbolos del Tetramorfos, en el nivel inferior se muestra la Última Cena. En esta escena, detrás de una mesa que recorre de lado a lado por debajo de la ventana, toda la superficie del semicilindro absidal, se disponen Cristo, once apóstoles y san Pablo con una espada. Delante de la mesa, que cubierta de un mantel está llena de platos, vasijas, copas, cubiertos y alimentos (peces), se encuentra Judas, quien, sujetando un cáliz, acerca su mano a Cristo. Éste, al otro lado de la mesa, porta nimbo crucífero y se halla entre san Pablo y la ventana absidal, al sur de ésta. En el lado opuesto de la ventana se identifica a san Pedro, que porta las llaves. Otros de los apóstoles aparecen comiendo u ofreciendo una copa al que tienen al lado. Se decoró el nivel inferior con un friso de líneas zigzagueantes blancas y negras a modo de cortinaje. En otras zonas del ábside se han podido identificar varias cenefas con motivos geométricos y vegetales. Ya en la nave, en el lado sur del primer tramo, aparece representada una psicóstasis o pesaje de las almas. En la misma, el arcángel san Miguel porta la balanza, de uno de cuyos platos asoma un alma con las manos juntas en actitud de rezar. También están presentes el demonio y las almas desnudas de los difuntos. En la zona de la bóveda más cercana al ábside hay una figura humana que se cree que, por sus ropajes y tocado, podría ser un rey mago, por lo que se ha interpretado la escena como la adoración de los Magos.
Finalmente, se han preservado algunos restos pictóricos en el segundo arco formero del muro de mediodía. En el intradós se hallan los restos de un dibujo inciso sobre el revoco inicial donde se observa el rostro alargado de una figura masculina barbada, con cabellera larga y nimbo. En las caras laterales, alrededor del arco hay una cenefa de color siena sobre una ligera capa de preparación. Se trata de una hipotética intervención muy temprana que se piensa que pertenece a la época de construcción de la iglesia. Las pinturas del ábside y de la nave se han datado en el siglo xiii.
Pila benditera
Nada más entrar al templo por la puerta lateral, junto al pilar situado a la derecha, hay adosada una pila benditera pétrea de copa troncocónica en la que cinco personajes asoman por detrás de un objeto horizontal alargado que podría ser una mesa.
Texto y fotos: Juan Antonio Olañeta Molina/ Raquel Cardona Segura – Planos: Sonia Urbina Sampedro
Bibliografía
Barust Claverol, L., 2002; Catalunya Romànica, 1984-1998, xv, pp. 328-330; Fité i Llevot, F., 1986, II, pp. 841-844; Fité i Llevot, F., 2007, pp. 81, 82; Junyent i Subirà, E., 1976, p. 222; Puig i Cadafalch, J., Falguera, A. de y Goday, J., 1909-1918 (2001), III, pp. 158-160.