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Detalle del interior del templo

Identificador
50041_01_109n
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
42º 32' 49.93'' , -0º 56' 44.68''
Idioma
Autor
Jorge Arruga Sahún
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de los Santos Julián y Basilisa

Localidad
Bagüés
Municipio
Bagüés
Provincia
Zaragoza
Comunidad
Aragón
País
España
Descripción
La iglesia parroquial se levanta, como apunta Madoz, “fuera del pueblo” sobre una suave elevación del terreno situada a 500 m de la plaza de la localidad, desde la que se puede contemplar, con una admirable perspectiva, la silueta de su construcción al otro lado de la carretera. Bagüés cuenta además con tres ermitas: una dedicada a Santa Orosia, de la que apenas quedan restos, otra a la de Virgen del Pilar, levantada ya en el siglo XVII, y la tercera conocida como la Paruela, de la que también hablaremos. Se dice de la iglesia que nos ocupa que es el ejemplo del primer románico prepirenaico de tradición lombarda más occidental que se conserva en Aragón y la que más fielmente ha seguido el modelo. Su exterior destaca por su tipismo y por su fábrica a base de sillarejo que puede contemplarse en total perfección en todas sus fachadas, salvo en la meridional, donde fueron añadidas edificaciones posteriores. La fábrica original data del último tercio del siglo XI, aunque fue ampliada en el XVI, momento en el que posiblemente se levantó el cuerpo superior de la torre. Abbad Ríos se refiere a otro añadido en esta misma centuria en la parte del evangelio con unas edificaciones para la sacristía y un pórtico, tal y como consta en el plano que adjunta, que fueron eliminadas en alguna de las restauraciones posteriores (se conserva tapiada una puerta de acceso). La iglesia ha sido objeto de diferentes intervenciones a lo largo del tiempo. Quizá la más polémica haya resultado la de 1966, en la que sus pinturas murales fueron arrancadas bajo la dirección de Ramón Gudiol Ricart para trasladarlas al Museo Diocesano de Jaca, donde hoy en día y desde 1968 se pueden visitar. Hay que destacar la interesante lipsanoteca hallada en el centro del hemiciclo del ábside, que en la actualidad se conserva en el mismo lugar que las pinturas. No tenemos información precisa acerca de las reformas de finales del siglo XX, si bien en el momento actual existen evidencias de elementos procedentes de una intervención reciente, pues en algunas zonas exteriores se aprecian lechadas de mortero y cemento en el repaso de juntas entre sillares, superpuestas al mortero original. Se trata de una iglesia cuyo proyecto original consistía en una sola nave con cabecera absidada. En la fábrica debieron de participar expertos maestros, como atestiguan la perfecta labra de sus sillares y lo bien estudiado de sus proporciones. La puerta de ingreso está emplazada en el muro septentrional, en el que también hay una estrecha ventana. En el muro sur se añadió con posterioridad a la construcción de la primera nave una segunda, también con un ábside en la cabecera, de menor longitud y altura que la original. Esta segunda nave se erige apoyada en cuatro contrafuertes, dos en sus ángulos, uno en el centro de su cabecera (que impide la apertura del habitual vano axial) y otro ubicado en la mitad del muro meridional, distribución que evidencia su ejecución posterior a época románica; en su fachada sur se abren dos vanos de medio punto ligeramente abocinados hacia el interior. A los pies del templo se alza una torre de planta cuadrada, que se integra en la nave ocupando parte del espacio pensado para el tramo de los pies, como prueba la ubicación de la ventana meridional. En la parte occidental quedan restos de un coro alto tardío, concretamente una viga que descansa en el dintel de la puerta románica distorsionando la percepción del espacio interior. Dicho coro estaría conformado por un sotocoro de rollizos, tal y como indican los mechinales, y posee una balaustrada de madera. Esta fábrica sorprende enormemente por la diferencia de sus alzados. Los primeros sillares de la zona de la cabecera son de enormes dimensiones hasta la quinta hilada, oscilando la altura de los mismos entre los 56 y 60 centímetros. A partir de allí se continúa la construcción por medio de pequeños sillares rectangulares de formas regulares, los cuales se prolongan longitudinalmente hasta la mitad del muro norte y verticalmente hasta una altura aproximada de dos metros. La combinación de sillares de mayores dimensiones en la parte baja con otros más estrechos y, por tanto, menos pesados en la alta es solución nada rara en construcciones románicas. Sin embargo, lo extraño es que a media altura del lienzo septentrional, y sobre el aparejo apaisado de mediano tamaño, bruscamente advertimos un cambio a sillares de formas más cuadradas durante más de un metro para volver a ser igual en las últimas hiladas rectangulares. Un cambio brusco de aparejo es igualmente visible en la parte inferior de la torre y en la parte occidental del muro meridional, donde encontramos sillares más grandes pero con hiladas discontinuas. Podría explicarse como aprovechamiento parcial de una edificación anterior, pero la hipótesis no resulta totalmente convincente. El muro norte está estructurando en cuatro paños desiguales a partir de lesenas decoradas en su parte superior con arquillos (4-4-3-4) cuyas ménsulas tienen decoración de rollos, cabezas zoomorfas y antropoformas, cruces talladas en relieve y cruces incisas. Entre el friso de arquillos de tradición lombarda y la cornisa, recorre el muro norte de la nave una moldura de ajedrezado formada por dos hileras de billetes. Lo mismo debía de ocurrir en el muro sur (tal y como atestiguan los restos conservados en ambos extremos occidental y oriental) hasta que se adosó la nave menor. El lienzo del evangelio se encuentra salpicado por numerosos mechinales, un estrecho vano y la portada, que se abre entre dos lesenas en la mitad occidental de la nave. Está conformada por dos arcos de medio punto dovelados, de modo que el exterior sobresale, lo mismo que las lesenas, con respecto del muro. Ambos carecen de decoración y apean en jambas lisas. Sus dimensiones son de 2,14 m de anchura en el exterior y de 1,47 m en la zona interior. La iglesia cuenta con otros vanos que son saeteras culminadas en arco de medio punto, abocinadas con derrame hacia el interior del edificio. No se conservan marcas de cantero apreciables, más allá de alguna cruz, alusiva probablemente a zonas de enterramiento. Sin embargo, el templo cuenta con una inscripción grabada a los pies de la nave de la epístola, la cual reza: ANO1850 JVEG MALº AVE ERA El espacio interior se estructura en dos naves diferenciadas, de planta rectangular y terminadas en ábsides semicirculares, como ya se ha indicado, pero ambas de distinto tamaño, unidas por la zona central mediante dos arcos de 3,47 m y 2,53 m de luz, respectivamente. Precisamente para favorecer el seguimiento de las ceremonias religiosas a los fieles que se encontrasen en la nave menor, se achaflanaron levemente tanto el pilar de separación de ambos espacios como el tramo de muro que se prolongaba. De este modo la comunicación entre ambas se produce mediante dos grandes vanos de medio punto soportados por un pilar que separa la nave mayor (de 16,50 m de longitud y de 5,40 de anchura) de la menor (de 10,60 m de longitud y de 6,10 de anchura). La románica posee como sistema de cubrición una techumbre de madera apoyada sobre cerchas del mismo material. En una muy reciente intervención han sido eliminados los dos arcos perpiaños de ladrillo que atestiguaban un abovedamiento posmedieval. Por su parte, la nave de menores dimensiones se cubre por medio de bóvedas de lunetos. El ábside de la nave románica se cubre con bóveda de cuarto de esfera, que es el mismo sistema que se emplea en la nave lateral, en la que destaca el cambio de material a la altura del arranque de la zona de abovedamiento, ya que hasta esa altura el material empleado es la piedra, y a partir de este punto se emplea el ladrillo visto. La ventana axial presenta rebaje a ambos lados y abocinamiento inte rior. Dos hiladas por debajo del vano se abre un pequeño nicho igualmente con rebaje, que fue localizado después del arranque de las pinturas románicas. Se encuentra ligeramente desplazado con respecto al eje de la ventana. Consta de estrecho hueco interior (8 x 8 x 6 cm) en el que se halló una lipsanoteca cuya auténtica mencionaba a los santos Miguel, Acisclo, Engracia, Julián, Basilisa y Cristóbal, posteriormente trasladada al Museo Diocesano de Jaca. El nicho estaba situado justamente detrás de la cabeza del Cristo crucificado representado en las excepcionales pinturas murales de Bagüés, lo que -como ha observado García Omedes- evidencia que quien labró el hueco conocía perfectamente el programa decorativo que se iba a situar encima, ya que en el eje del hemiciclo se ubicaría la cruz de Cristo, cuya cabeza estaría ligeramente ladeada. El anteábside se aboveda con medio cañón y, como se ha dicho, la nave recibió cubierta de madera, lo que relaciona Bagüés con otras iglesias derivadas relacionadas con la catedral de Jaca, donde también la cabecera (y el transepto) fueron abovedados mientras las naves recibían cubiertas lignarias. En origen la nave románica se iluminaba a partir de un estrecho vano abocinado en el muro septentrional y de otros tres, de mayores dimensiones, en el meridional, dos de los cuales acaban de ser reabiertos (si bien el central sigue sin recibir iluminación natural ya que da a la nave añadida). Una ventana alta de amplio abocinamiento interior se abre sobre el arco de triunfo, aprovechando el espacio libre hasta la techumbre de madera, conforme a un sistema ya utilizado en antiguas basílicas. Por su parte exterior se adorna con chambrana recorrida por tres hileras de billetes. La cabecera de la nave mayor de la iglesia se muestra al exterior con claridad, distinguiéndose perfectamente el ábside y el anteábside al que le corresponden dos arquillos ciegos. El ábside románico se construye a partir de grandes sillares, en su parte inferior perfectamente trabajados y muy bien escuadrados. Presenta al exterior una decoración de arquillos ciegos, pero no hay presencia de la decoración de ajedrezado ni en la parte superior ni como orla en el único vano que se abría originalmente en el eje del ábside, el cual se halla hoy tapiado. El tambor absidal se organiza a partir de dos lesenas mediales y otras dos marginales que dan lugar a tres lienzos con tres arquillos en cada uno de ellos. Los arquillos descansan en una serie de ménsulas en las que aparece decoración a base de modillones de rollos y, en algunos casos, cabezas de animales. En el lienzo central se abre el citado ventanal a la altura de la novena hilada de sillares, lugar donde un grave asiento diferencial ha afectado verticalmente al ábside incluyendo su vano; se ha intentado reparar muy rudamente a base de cemento. La gran cantidad de mechinales que se conservan en la zona de la cabecera dan buena cuenta de su hacer constructivo. La torre se erigió a los pies del templo después de haberse realizado el hastial, que sufrió las modificaciones derivadas del añadido. No está claro por qué razón prefirieron incluir parte de la torre en el espacio inicialmente pensado para la nave, en vez de alzarla por el exterior de la misma. Con ello no sólo ocuparon la parte occidental de la nave, sino que ocultaron parcialmente el magnífico ciclo pictórico, como se evidencia en la escena de la Huida a Egipto, de la que sólo quedó a la vista la cabeza de la montura y la figura de José. La torre asienta en sillares de grandes dimensiones muy bien trabajados y dispuestos en hiladas irregulares que, progresivamente, conforme ascienden, van disminuyendo de tamaño. El lienzo occidental aún conserva tres testigos de marcas de mechinales, lo que permite reflexionar sobre el sistema de construcción a base de andamios empotrados en el muro. Un estrecho vano cegado a posteriori da paso a un sistema de cantería diferente, que se aproxima estéticamente a la forma y tamaño de los sillares de la base. En el muro norte de la torre, dirigidos hacia el pueblo y por encima de la cubierta de la nave principal, se abren los vanos posmedievales del cuerpo de campanas, mientras que en la zona meridional tan sólo rompen la solidez del muro un estrecho vano de iluminación de escalera situado a mitad de la misma y un vano en la parte superior cuya cantería contrasta notablemente con la del resto de la torre, debido tanto al tamaño de sus sillares como a la labra de los mismos. La torre está realizada a base de una estructura interior en el primer piso de machón central en piedra, el cual continúa en madera en el tramo superior. En el interior la torre comunica con la nave por una puerta baja, otra intermedia tardía, a la altura del coro alto, y un tercer vano superior hasta hace poco cegado. El ara emplazada en el centro del ábside sobre basamento macizo de sillares muestra grabadas cinco cruces. La pila bautismal se encuentra junto a la puerta en el ángulo noroeste del templo. Se levanta sobre una base cuadrada y tiene forma de copa, sencilla, sin decoración alguna, aunque apea en un interesante pie conformado por un breve cilindro de remate oblicuo sobre el cual se sitúa un toro y una escocia que dan paso al fuste. Para Aramendía, la pila se data entre finales del siglo XI y comienzos del XII. El edificio fue levantado en los años finales del siglo XI. Es apreciable la pervivencia de elementos del primer románico insertos en una fábrica que acusa la influencia de la catedral de Jaca, conformando un tipo de arquitectura que Esteban, Galtier y García Guatas consideraron “híbrida entre las formas escultóricas jaquesas y la decoración arquitectónica de derivación lombarda”. Esta circunstancia permite proponer como término post quem el inicio de la edificación monumental de la seo altoaragonesa, lo que nos lleva a una fecha posterior a 1080, aunque justamente la perduración de las fórmulas anteriores al pleno románico hace que no podamos retrasar mucho su ejecución. El templo no habría sido considerado como totalmente acabado hasta la finalización de su decoración pictórica. La cronología de la torre es discutida, en razón de las alternancias en el aparejo; según la mayoría de investigadores que han estudiado el edificio no se erigió hasta el siglo XVI. Para Abbad Ríos su construcción es anterior a la de la nave lateral, con lo que esta última sería coetánea o incluso posterior a ese momento, tal y como recoge Aramendía.