Identificador
49000_0436
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 30' 15.53'' , -5º 44' 47.01''
Idioma
Autor
Pedro Luis Huerta Huerta
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Zamora
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
ENTRE LOS ARRABALES SURGIDOS en el entorno de Zamora se encuentra el del Espíritu Santo, ubicado al oeste de la ciudad y presidido por la iglesia que le dio nombre. En los años sesenta del siglo pasado, mientras se hacían obras en su interior, apareció bajo el ara de su altar el acta de consagración del templo cuya transcripción recogemos en el apéndice documental de estos volúmenes. El autor del escrito fue Arnaldo, obispo de Coria, que en presencia de un obispo portugués y con el consentimiento del obispo de Zamora, Martín I, colocó en un cofre las reliquias de la leche de la Virgen, junto con las de varios apóstoles, santos y santas mártires. En el documento se hace constar la fecha del acontecimiento, el 12 de junio de 1211, y la localización del templo in zemorensis suburbio. Al año siguiente el propio Martín I concedió al maestro Esteban, canónigo de León, la iglesia con todas sus posesiones. El 9 de julio de 1222, el rey Alfonso IX acogió bajo su protección a la iglesia y al hospital que se había instalado junto a ella, eximiendo de todo pecho regio a las gentes que acudieran a poblar el lugar. Posiblemente se formara entonces el barrio o puebla al que aluden las fuentes posteriores. Desde su fundación debió tener el carácter abacial, con un número reducido de canónigos regulares presididos por un abad vinculado, a su vez, al obispo y a la catedral de Zamora. La iglesia del Espíritu Santo es un sencillo edificio románico formado por una nave rectangular rematada con una capilla mayor de testero recto. Como el resto de los templos zamoranos se construyó en arenisca local dispuesta en sillares regulares. Atendiendo a los valores puramente ornamentales hay que señalar que guarda gran parecido con las iglesias de Santiago del Burgo, San Juan de Puerta Nueva, San Esteban y Nuestra Señora de los Remedios que debieron levantarse en el mismo momento y tal vez por el mismo taller. El tipo de imposta que recorre la cabecera, la cornisa y los canecillos que la sustentan, así como las acróteras que flanquean el piñón de la cabecera son elementos afines a todas ellas. A ello se une, además, el rosetón que perfora el testero de la capilla mayor, formado por seis hexágonos calados unidos a un círculo central, como los de Santiago del Burgo y San Juan de Puerta Nueva, lo que evidencia probablemente la mano de un mismo artista. En la fachada meridional se abre la puerta de acceso formada por un arco de medio punto doblado guarnecido por un guardapolvo de nacela. Otra portada más sencilla se dispone en el muro norte. Ambas iban protegidas por un pórtico que daba la vuelta a todo el edificio, según se deduce de los canzorros conservados en tres de sus lados. Éste es un elemento que se repetía en otras iglesias románicas de la ciudad pero que fue desapareciendo tras reformas y añadidos posteriores, además de alguna que otra desafortunada restauración. En el interior, la nave se cubre con una techumbre de madera a dos aguas que sustituyó a una armadura del siglo XV que Gómez-Moreno todavía llegó a ver. Un arco triunfal de medio punto doblado da paso a la capilla mayor cuyos muros se decoran con una imposta moldurada -idéntica a la del exterior- de la cual arranca la bóveda de cañón. En el muro norte del presbiterio se adosó en el siglo XVI la actual sacristía. El edificio parece que estuvo enteramente cubierto de pinturas murales realizadas al temple, perdidas en gran parte por la imprudencia de los operarios que, capitaneados por el propio párroco, procedieron al picado de los encalados que las ocultaban durante la restauración de los años sesenta. Todavía se aprecian pequeños restos de pintura bajo la imposta y en aquellos puntos donde no pudo llegar el filo de la piqueta. Del desastre sólo se salvaron tres recuadros situados en el testero de la capilla mayor, en el hastial occidental y en el muro norte de la nave. En el primero (63 x 60 cm) destaca sobre un fondo siena una cruz de extremos flordelisados en torno a la que se disponen las figuras del Tetramorfos. En el muro de los pies aparece otra cruz más sencilla rodeada por las figuras de dos ángeles y dos personajes nimbados que parecen portar filacterias. El del muro norte muestra una cruz latina enmarcada dentro de un rombo y rodeada de flores de lis. Por su estilo parecen corresponder al primer tercio del siglo XIII y en consecuencia no estarían lejos de la fecha constructiva del templo, por lo que incluso pudieran tratarse de cruces de consagración. En el lado septentrional se conservan también un arcosolio románico de medio punto decorado con bocel y mediacaña, así como la estatua yacente del abad Franco de Ribera fechada en 1350. Desde el punto de vista devocional, aquí recibe culto un crucificado gótico de la segunda mitad del siglo XIV que apareció emparedado en un nicho del presbiterio en 1963. Recibe el nombre de “Cristo del Espíritu Santo” y es la imagen titular de una cofradía penitencial que desfila en la Semana Santa zamorana.