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Detalle del lado derecho de la ventana del paño central del ábside

Identificador
47175_01_022
Tipo
Fecha
Cobertura
41º 43' 47.22'' , -4º 25' 42.18''
Idioma
Autor
José Luis Alonso Ortega
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)

 

País
España
Edificio (Relación)

Iglesia de Nuestra Señora

Localidad
Piña de Esgueva
Municipio
Piña de Esgueva
Provincia
Valladolid
Comunidad
Castilla y León
País
España
Descripción
SU IGLESIA PARROQUIAL presenta una disposición muy semejante a la de la cercana iglesia de Villafuerte, con una serie de dependencias anejas que, además de transformar y enmascarar su primera y original estructura arquitectónica, la han destruido en gran parte. En origen presentaba nave única –la meridional– dividida en dos tramos y rematada con cabecera compuesta por hemiciclo absidal y presbiterio, abierto a la nave mediante un arco triunfal de medio punto. En el muro meridional subsiste la portada de acceso al templo. Son éstos los únicos restos del primitivo templo románico; posteriormente, en época moderna, se añadió una nave en su crujía norte separándose mediante arquerías de medio punto sobre pilares. Asimismo los muros del presbiterio fueron parcialmente destruidos para abrir un acceso a la nave añadida y a la sacristía situada al mediodía. La nave se cubre con bóveda estrellada y a sus pies aparece un coro alto, un pórtico y una torre rectangular adosada a la nave moderna. Esta es rectangular en planta y de un solo cuerpo. En suma, se trata de una disposición planimétrica muy generalizada en aquellos edificios rurales que en momentos posteriores de su historia amplían el original románico buscando mayor amplitud espacial. En el exterior el muro absidal –realizado con un sillería algo irregular en tamaño– se articula verticalmente en tres paños mediante dos contrafuertes rectangulares que rematan directamente en la cornisa. En cada uno de estos paños se abren tres ventanales bastante deteriorados: el septentrional aparece cegado y tan sólo son visibles sus arquivoltas lisas, el meridional fue sustituido en época moderna por un vano adintelado, y el último, el central, ha perdido los fustes y basas de los dos pares de columnas sobre los que descansaban los capiteles. Las dos subsistentes presentan triple arquivolta de medio punto y chambrana. Una imposta decorada con entrelazo recorre horizontalmente todo el paramento absidal incluidos los contrafuertes. Este ábside se remata por una cornisa lisa sustentada por una hilera de modillones lisos. Como es lógico, la decoración escultórica románica aparece ligada a los restos arquitectónicos conservados de ese periodo, es decir, a las ventanas absidales y la portada. De las primeras, de similar composición a las de San Miguel de Íscar, cabe destacar la central. Presenta una chambrana ornada con puntas de diamante, y dos arquivoltas. La exterior se decora con bolas helicoides –similares a las existentes en los pilares de Santa María de Wamba–; la interior es lisa. En cuanto a los capiteles: de izquierda a derecha presentan aves el primero, el segundo muy deteriorado, hojas lisas con nervios rematados en bolas el tercero –el segundo ha desaparecido– y palmetas simples en el cuarto. Por otra parte, tanto los cimacios como la imposta que divide horizontalmente el paramento absidal se ornamentan con un sencillo trenzado, presente también en San Miguel de Trigueros del Valle. La ventana septentrional esta cegada con cemento quedando tan sólo su chambrana. Los canecillos que sostienen la volada cornisa del ábside se decoran con motivos y temática muy comunes a la de otros edificios de la zona: cabezas zoomorfas, piñas, etc., encontrándose también muy deteriorados; algunos de ellos, incluso, llegan a situarse sobre los contrafuertes. Por último, en este apartado de la escultura hemos de detenernos en la portada que, carente de tímpano, se abre en el muro sur de la primitiva nave. Presenta jambas acodilladas con sendas columnas rematadas por una imposta en nacela. Sobre ella se disponen tres arquivoltas de arcos apuntados y perfil recto. La arquivolta central apoya sobre un par de columnas con basas áticas y cestas historiadas. Estas últimas –también muy erosionadas– se decoran con leones (izquierda) y grifos (derecha) afrontados. Mientras que para algunos autores la talla, en general, es muy rudimentaria, otros opinan –al menos en lo que se refiere a los capiteles de la portada– que es excelente y propia del siglo XIII con algunos detalles, por ejemplo la imposta que como prolongación de los cimacios divide horizontalmente el tambor absidal, de influencia burgalesa. En cuanto a la cronología de estos restos, por sus características pueden situarse a finales del siglo XII o principios del XIII. Es esta la opinión de Felipe Heras quien los incluye dentro de un románico oriental, el existente en el valle del Esgueva, en el que "se prolongan las formas del foco burgalés, con quien forma unidad".