De lo que fuera el barrio alto, situado a unos 700 m. al sureste de la población actual, sólo queda su antigua iglesia románica, convertida hoy en una ermita ruinosa y abandonada cuyo fatídico final parece próximo. A mediados del siglo XIX, según recoge Madoz, todavía se mantenían los dos barrios con sus correspondientes parroquias, atendida cada una de ellas por un sacerdote. A lo largo de la segunda mitad de esa centuria el barrio alto se fue despoblando de ahí que ante la falta de feligreses se decretase la supresión de su parroquia el 17 de mayo de 1895, según consta en el Libro de Fábrica de 1852-1895. El edificio mantiene en líneas generales la sencillez popular y la pureza rómanicas, exceptuando varios añadidos posteriores, como la sacristía, la portada oriental y la espadaña. Se trata de una pequeña iglesia rural de nave única y cabecera semicircular, construida toda ella con un sólido aparejo de sillería caliza perfectamente escuadrada, gracias al cual todavía resiste en pie. En el exterior, la cabecera se organiza con un ábside semicircular liso, en el que se abre una pequeña aspillera abocinada, y un tramo recto al que se adosa en su lado meridional una sacristía del siglo XVI. El alero se remata con una cornisa de nacela soportada por canecillos de proa de barco. La nave, por su parte, muestra en su lado septentrional cuatro esbeltos contrafuertes que sirven de contrarresto al arco triunfal y a los arcos fajones del interior. En el lado sur se disponía la primitiva portada románica, formada por un arco con un grueso bocel que apoya sobre una línea de imposta decorada en un lado con roleos y en el otro con un entrelazo perlado que acoge hojas lanceoladas de nervios marcados. Esta portada fue cegada en 1798 al construirse en ese lado una troje para almacenar el grano, obligando también a reformar el alero y a sustituir algunas piezas de la antigua cornisa por simples lajas de piedra. Al quedar invalidado este acceso, se abrió otro adintelado a los pies de la nave y se remató el hastial con una sencilla espadaña de un solo hueco. En el interior, la cabecera se cubre con bóveda de horno en el ábside y de cañón en el presbiterio, arrancando en ambos casos de una imposta biselada. Se abre a la nave a través de un arco triunfal de triple rosca que descansa sobre una pareja de semicolumnas con capiteles decorados a base de palmetas y hojas rematadas en bolas. El espacio de la nave presenta también bóveda de cañón, en este caso compartimentada en tres tramos por medio de dos arcos fajones que apoyan sobre columnas adosadas al muro. Los capiteles exhiben igualmente un repertorio ornamental de tipo vegetal, con hojas planas que se vuelven en el tercio superior en forma de caulículos o acogiendo frutos esféricos. Las características constructivas del edificio unidas a las formas decorativas descritas, permiten fijar para este templo una cronología cercana a las postrimerías del siglo XII.