Castillo de Llobera
LLOBERA DE SOLSONÈS
La villa de Llobera se asienta al Suroeste de la comarca del Solsonès, sobre
La primera referencia documental a este lugar aparece en la venta de un alodio en Llanera, datado en 1001, en al que Llobera consta como límite territorial. Originarios del sitio fueron los Llobera, linaje que aparece ya en los documentos del siglo xi. Los primeros Llobera pudieron ser Sanç de Llobera y su mujer, quienes en 1002 establecieron un caserío en el lugar. Algunos años más tarde, la documentación alude a un tal Bonfill, que cedió sus dominios en el lugar a su hijo Eriball, mencionado como señor de Llobera. De éste, el señorío pasó a manos de su hijo, Sanç, que a principios del siglo xii firmó una escritura de donación y, en 1121, en relación a un asunto que involucraba al conde Ermengol de Urgell y al prepósito de Solsona. En 1149, el hijo de Sanç de Llobera, Pere, acudió al asedio de Lleida procedente de Solsona, como consecuencia de lo cual fue beneficiado por los condes de Urgell con dos albergues y un alodio en esta ciudad, según consta en la documentación de 1175. Las noticias sobre otros miembros de la familia Llobera se prolongan durante el siglo xiii, entre otras como beneficiarios de concesiones por parte de Jaime I y vinculados a la repoblación de tierras valencianas. En el siglo xiv el linaje se instaló en Solsona y se convirtió en una familia poderosa. En el término municipal se conservan los restos de la torre de un castillo que ha sido datado entre 970 y 980, si bien, la primera noticia documental del mismo es un siglo posterior, de 1084., el de Peracamps.
Castillo de Llobera
Las ruinas del castillo de Llobera se encuentran en lo alto de un tozal sobre la aldea de Llobera, dominando visualmente el camino que en los siglos del medievo conducía a Solsona desde el Sur. Para llegar se ha tomar el camino que parte del sector norte del pueblo y proseguir por un sendero que se dirige a lo alto del promontorio.
La primera referencia documental de este castillo aparece en el testamento de Bonfill (casado con Amaltrud, hija del vizconde de Cardona) del año 1042, por el que se sabe que éste lo había poseído y que, a su muerte, lo había legado a uno de sus hijos, seguramente a Eriball. La familia Llobera debió de ser la titular principal del castillo durante la Alta Edad Media, sin embargo, como sucede en la mayoría de castillos de esta época, lo tendría cedido en castellanía. Este hecho es constatable gracias a un documento de 1087, según el cual Guillem Isarn cedía en feudo a su hijo Arnau de Guillem los castillos de Llobera y Portell. Así mismo, en su testamento de 1131, Guerau Ponç de Cabrera dejó a su hijo Ferrer el castillo de Llobera, que lo poseería junto a su hermano Ponç en feudo. Finalmente, una conveniencia de 1152 hacía suponer que Guillem Ponç encomendó a Albert de Lliçà la fortaleza.
Actualmente el castillo se encuentra en un estado de considerable ruina. Dentro del conjunto se conservan dos edificios, separados por unos 15 m, la base de lo que debió de ser una torre circular de vigilancia y algunos paramentos de muralla en diferentes sectores. La construcción principal, situada en el sector occidental, presenta una planta rectangular, con muros de considerable grosor (1,5 m, aproximadamente) hechos a base de sillares bien tallados, de tamaño irregular y dispuestos en hiladas uniformes. Sus muros se han conservado de forma desigual. Mientras que los del Oeste y Sur se conservan parcialmente, el Norte está prácticamente intacto y del Este sólo quedan algunas hiladas.
El interior debió de estar compartimentado en estancias, al menos dos en la planta baja, pues se conserva parte del muro que servía de separación. Del mismo modo, todo parece indicar que el castillo estaba organizado en varios pisos, al menos dos, más la planta baja, como lo demuestra la presencia de mortajas para encajar las vigas en los muros norte y oeste y el saliente en el muro norte, que pudo servir para sostener un piso de madera. Respecto a los vanos, se observan pequeñas aberturas rectangulares a modo de ventanas en los muros este y oeste. Posiblemente, el ingreso se realizaba a través de la puerta abierta en el muro oeste, si bien también podría situarse el muro opuesto, el Este, hoy prácticamente desaparecido.
A juzgar por su estructura y morfología, el castillo conservado en la actualidad no puede ser anterior al siglo xii. A partir de este momento, los castillos de la frontera se adaptaron a las nuevas circunstancias políticas. Una mayor estabilidad política y militar, así como un incipiente desarrollo del sistema feudal, obligaron a primar los aspectos residenciales y simbólicos de estas construcciones sobre los puramente defensivos.
Texto y fotos: Nuria trigueros Beltrán
Bibliografía
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