Castillo de Ardévol
Castillo de Ardèvol
El castillo de Ardèvol se encuentra en el centro de esta localidad, situada 5 km al Norte de Pinòs, desde donde se llega por la carretera B-300.
En la descripción de los límites de la iglesia de Sant Sadurní, realizada por el obispo Leuderando en 805-806, se afirmaba que aquella se hallaba en el condado de Urgell, en la frontera, en ipsa solitudine ardevolense. El documento, conocido desde antiguo, ha sido puesto en duda por diversos autores, que lo incluyen entre las falsificaciones atribuidas a un monje de Sant Serní, por lo que cabe dudar de esta primera referencia al lugar de Ardèvol. No es hasta casi dos siglos más tarde, en 975, que aparece una mención segura a la serra de Ardevalo. A partir de entonces diferentes documentos, de 979, 980, 982 y 986, se refieren al lugar de Ardèvol, que sitúan en el término de Cardona, pero no mencionan expresamente la existencia de un castillo. Aunque la referencia en 1027 a una iglesia dedicada a san Justo, que estaba situada en el término del castillo de Ardèvol, representa la primera alusión directa al mismo, se ha considerado como muy probable su existencia ya en el siglo x. Posteriormente, otros documentos citan la fortaleza como afrontación. En 1131, el señor del castillo de Ardèvol era Guillem Bermond, quien, además, recibió de su padre las fortalezas de Conill y de Sallers. Tanto Guillem como su hermano Bernat se hallaban por esas fechas en la órbita de los vizcondes de Cardona. Pere de Ardèvol aparecía firmando un documento de Arnau de Torroja en 1222. Ese mismo año también aparece en la documentación Guerau de Ardèvol.
Los actuales restos del castillo de Ardèvol se limitan a una torre de planta rectangular que responde a dos fases constructivas. La primera de ellas es obra, seguramente, de finales del siglo x, por lo que se confirmarían las sospechas de su existencia en dicha centuria. La torre alcanza los 15 m de altura, su base mide 8 m por 4,70 m y sus muros presentan un grosor de 1,50 m. En el muro noroeste se halla la puerta, situada a unos 6 m de la base, y a la que se accede actualmente por una escalera de madera añadida no hace muchos años. Presenta un arco de herradura sobre dos jambas salientes y que ha perdido una viga de madera que antaño hacía las veces de dintel. Tres son las ventanas con las que cuenta la torre, situadas todas ellas en la segunda planta. En el lado sureste, se halla la de menores dimensiones, con forma de aspillera y sin derrame. Las de las caras noreste y suroeste –esta última, con unos 80 cm de anchura, es la de mayor tamaño– están formadas por sendos arcos de medio punto. El aparejo que presentan sus muros está compuesto por sillarejo tosco y escasamente escuadrado, dispuesto en hiladas bastante irregulares. En las esquinas, en cambio, se emplean sillares de buen tamaño y bien labrados y pulidos. El interior de la torre se divide en planta baja y dos pisos, cuyos pisos de madera se apoyaban sobre los retallos de los muros.
Con posterioridad, hacia la primera mitad del siglo xi, fue reforzada con la construcción, a su alrededor, de una segunda torre de planta circular que literalmente forraba al edificio primigenio, y que, a su vez, fue rodeada con un segundo refuerzo en su base. Sería esta segunda construcción a la que aludiría la documentación antes comentada del siglo xi. El diámetro estimado de esta segunda torre ronda los 11 m y, según parece, poseía en su parte superior diversos vanos de medio punto que prolongarían los del cuerpo rectangular. El aparejo de esta segunda construcción está compuesto por bloques isódomos de unos 40 cm por 25 cm unidos con argamasa. Los sillares, bien escuadrados y desbastados, contrastan poderosamente con los de la torre prerrománica. Finalmente, el refuerzo realizado en la base de la torre, seguramente contemporáneo a la segunda construcción, sino ligeramente posterior, presenta un sillarejo peor tallado y ordenado en hiladas más irregulares.
Texto: Francesc Rodríguez Beltrán / Juan Antonio Olañeta Molina - Foto: Francesc Rodríguez Beltrán
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