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Vista general de la ciudad de Girona

Identificador
17079_05_001
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41.983333, 2.816667
Autor
Annaïs Pascual Alfaras
Colaboradores
Sin información
Edificio (Relación)

Girona ciudad

Localidad
Girona
Municipio
Girona
Provincia
Girona
Comunidad
Cataluña
País
España
Ubicación

Girona

Descripción

GIRONA

 

Girona ciudad: murallas y conjunto urbano

 

La ciudad de Girona se encuentra situada en el paso que forma el valle del Ter, entre la plana de l’Empordà y la Selva, ubicada desde la antigüedad en plena Vía Augusta. En todo momento la ciudad de Girona ha sido un centro estratégico de vital importancia, sobre todo desde la reconquista llevada a cabo por Carlomagno a finales del siglo viii.

 

La importancia geoestratégica de la ciudad de Girona como plaza fuerte, conocida ya en la Antigüedad, toma importancia tras los ataques que sufre la ciudad en el año 793, cuando el ejército musulmán comandado por Abd-al-Malik ibn Mugit, ataca la ciudad con sus máquinas de guerra. Aunque éstos desisten ante la imposible toma de la ciudad y siguen su camino por territorio franco siguiendo la Vía Augusta hasta Narbona, las murallas de Girona y sus suburbios (entre ellos el de Sant Feliu) quedan fuertemente afectados. Las consecuencias militares y políticas de este ataque demuestran a los francos la importancia estratégica de la ciudad como principal plaza fuerte de la Marca Hispánica ante Al-Andalus. Instalaron una guarnición permanente bajo comandancia del conde carolingio, Rostany de Girona (que en 801 dirige el ataque sobre Barcelona). A partir de entonces se restauran, modifican y amplían las murallas, que aún conservaban el aspecto y trazado romanos, e incluso se construyen nuevas torres. Entonces se levanta en el sector septentrional, cerca de la catedral, la gran torre Júlia, con el castillo y la torre Gironella a levante. A inicios del siglo ix se documenta la iglesia Santa María intramuros.

 

Entre los siglos ix y xi, en torno al año 1000, se produce en la ciudad, de clara estructura tardoantigua, un giro histórico aunque continuista respecto al pasado, como ocurre en otras pequeñas y medianas ciudades meridionales del siglo x, como Maçon (Francia), una ciudad condal y episcopal como Girona con características y topografía muy semejantes, tal como apuntan Canal et alii. La ciudad es, como apunta Xavier Barral, fortificación y centro religioso, sede del poder y lugar donde vivir para las gentes, centro de prestigio que genera atracción. En la Girona del siglo x, capital de pagus carolingio, el núcleo condal o castrum Gerundella, levantado en tiempos de Carlomagno, durante el siglo viii, se eleva predominante, sobre una colina, símbolo del poder condal, heredero del poder imperial. En un segundo nivel urbano, dominado por el poder del obispo, se ubica el barrio eclesiástico, donde a partir del año 1000 se realizan importantes reformas, como la construcción de un palacio episcopal, un hospital de peregrinos, una nueva catedral y un recinto canonical, además de las residencias de los diferentes cargos eclesiásticos y clérigos.  En un tercer nivel, inferior al eclesiástico, se encuentra el área mercantil en torno al Mercatello (antiguo Fórum) una gran plaza y una calle principal, la antigua Via Augusta, cardo romano principal que sigue cruzando en época medieval la ciudad amurallada de norte a sur. Como ocurre en otras pequeñas ciudades mediterráneas como Maçon, según Guy Bois, en Girona se encuentra una colonia judía bien documentada desde finales del siglo ix, en convivencia con la comunidad cristiana hasta bien entrado el siglo xii. A ambos lados de la vía principal, actual calle de la Força, se distribuyen mediante una retícula de estrechos callejones, las casas, que en muchos casos corresponden a las antiguas insulae romanas.

 

Por aquel entonces ya se encontraban edificados fuera del recinto amurallado tres grandes recintos eclesiásticos junto a los cuales se desarrollaran desde el siglo xi importantes burgos extramuros de la ciudad: Sant Feliu (iglesia episcopal hasta mediados del siglo xi, ante el portal norte de las murallas), Sant Pere de Galligants (monasterio ubicado al noreste de la ciudad, a la orilla izquierda del río Galligants) y Sant Martí Sacosta (cercano al portal de mediodía de la ciudad). Aunque resulta imposible determinar el número de habitantes de la ciudad, la superficie intramuros, no superior a 5 hectáreas, sugiere una población aproximada de mil almas.

 

En su análisis territorial de la Girona altomedieval J. Canal et alii distinguen cuatro niveles administrativos. Girona, como sede episcopal, centraliza el poder en torno a la nueva iglesia catedral de Santa María (ix), la sede extramuros de Sant Feliu (hasta finales del x) y la residencia episcopal. Girona ejerce su poder sobre un territorio que incluye cuatro condados a mediados del siglo xi: Girona, Besalú, Empúries y Peralada. En segundo lugar la ciudad es capital de condado, y como tal sede administrativa del pagus o territorium de Girona, bien documentado desde el siglo xi. En tercer lugar desde inicios del siglo xi la sede episcopal de Girona documentada como Sancte Marie et Sanctis Felicis (ca. 1020-1030), extiende sus dominios sobre más de una docena de villas en las que da servicio espiritual, asistencial y sobre todo donde ejerce el cobro de diezmos y primicias. La parroquia de Girona incluye en el siglo xi además de la ciudad y sus suburbios de Sant Daniel, Vila-roja, Montilivi, Palau-Sacosta, Pla de Girona, Cuguçacs, Mercadal, Orta-Pont Major y seguramente Palol de Onyar, Olleda y Campdorà. Finalmente cabe contemplar un cuarto nivel, el administrativo, en el que Ierunda o Gerunda ciuitate queda determinada por sus murallas y suburbios, muy limitados por la proximidad de las demás villas y términos vecinos. Las fuentes del siglo ix y x cuando se refieren a Gerunda lo hacen implícitamente, a partir de límites, localizaciones de alodios y edificios próximos a la ciudad, definiendo la ciudad como un núcleo urbano fortificado sin hacer referencia alguna a la ciudad como entidad administrativa.

 

A partir de los documentos que definen el término, podemos describir el entorno suburbano eminentemente rural de la ciudad extramuros: al norte (Sant Feliu, Sant Daniel y Sant Pere, junto al río Galligants) y al sur (Sant Martí Sacosta); el espacio suburbano montañoso de levante sobre el llamado “puig Aguilar” (tras la Torre Gironella) y la zona baja a poniente, que a partir del siglo xii se conoce como el Areny de l’Onyar, junto al río, atravesado por la Vía Augusta, antes de la entrada de ésta en la ciudad por el gran portal de mediodía, zona que empieza a urbanizarse a mediados del siglo xi, con una intensa actividad agrícola y molinera, como indican los vestigios de un molino y de un canal de riego hallados bajo el edificio de la Fontana d’Or. Los límites de Girona que dibuja la documentación del siglo x y xi definen un estrecho término triangular, de unos 3 km desde la fuente de Pedret (norte) hasta el actual Puente del Rey (entonces llamado pontem fretum) sobre el río Onyar (sur) y de tan solo 1 km de altura en fuerte desnivel, desde las orillas de los ríos Ter y Onyar (oeste) hasta las montañas de Montjuïc y las Pedreras.

 

En el año 992 se segrega el burgo de Sant Pere de Galligants. En el siglo xii se incluyen en el término el Mercadal y Cuguçacs. Al menos desde finales del siglo x se desarrolla al norte, extramuros, el burgo de Sant Feliu y un siglo después se documenta un incipiente burgo a mediodía, articulado en torno a Sant Martí Sacosta.

 

Tras la muerte de Carlomagno, se aprecia en la escasa documentación existente una cierta inestabilidad política a partir del segundo cuarto del siglo xi en Girona que prefiguran la caída del imperio carolingio y el inicio de tensiones entre condes y obispos por el dominio de los bienes y derechos fiscales sobre el territorio, utilizados a menudo en forma de beneficium, tanto por el conde como por el obispo para afianzar lazos de fidelidad con familias de la pequeña nobleza local. Esta lucha de poderes se refleja en la estructura urbana de la ciudad, que se ve transformada paulatinamente en el siglo xi. La ciudad se expande y crece más allá de las murallas, un crecimiento urbano y demográfico que durará trescientos años, y que hará posibles y necesarios nuevos templos, equipamientos y palacios que respondan a las necesidades y a los poderes feudales civiles y eclesiásticos vigentes entre los siglos xi al xiv.

 

El trazado de las murallas altomedievales y sus castra, respondiendo a la nueva organización feudal, cercan la ciudad desde el siglo ix hasta el siglo xiv. El rey Pedro el Ceremonioso ordenará la construcción de unas nuevas murallas que englobarán los burgos extramuros dando forma a una nueva ciudad. El trazado de las murallas altomedievales de Girona que aquí nos interesa, debidamente estudiado por el Grupo de Estudios de Historia Urbana de Girona, dibuja una planta triangular del recinto; con la base de este triángulo más o menos regular adaptada al curso del río Onyar, y con su vértice ubicado sobre la colina más elevada coincidiendo con el castro Gerundella de propiedad condal a inicios del siglo xi y edificado a levante probablemente en época carolingia, más allá de la última torre romana de planta cuadrada. En total el recinto fortificado altomedieval consta de 25 torres conocidas. Algunas de ellas se reconstruyen antes del año 1000 aprovechando torres anteriores de planta cuadrangular de la ingente y robusta muralla romana (levantada en torno el 300 dC), de ésta tipología conservamos únicamente cinco torres, levantadas a partir de grandes bloques o sillares de piedra bien labrada en el exterior y con opus cementitcium en el interior; las demás responden al proceso de fortificación de la ciudad que según los arqueólogos habría tenido lugar en época carolingia (a finales del viii inicios del ix) o incluso unos años después. Con estas nuevas murallas la ciudad empieza una tímida expansión hacia levante y hacia el norte ganando aproximadamente una media hectárea.

 

La fábrica de los nuevos muros es íntegramente de opus caementicium de excelente calidad, mediante la técnica del encofrado. Los muros interna y externamente presentan un aparejo a base de losas desbastadas de calcárea numolítica de Girona, mezclada con bolos de río de tamaño medio, frecuentemente graníticos, unidos con un mortero y dispuestos en hiladas a soga y tizón, con ripios. La fábrica es uniforme, incluso algo más cuidada en el nivel superior.

 

En el sector meridional y en la parte del sector septentrional que discurre a ambos lados del portal de Sobreportes hasta la catedral, la obra carolingia refuerza y mejora las antiguas murallas romanas. El tramo desde la catedral hasta el castillo de Gironella, éste incluido, responde a la ampliación del área urbana y por tanto es fábrica altomedieval. El sector de poniente, oculto en la trama urbana actual es quizá el menos conocido, pues pierde pronto su función defensiva y sus estructuras son aprovechadas en la construcción de nuevos edificios.

 

Gracias a la buena conservación del sector meridional de la fortificación en su tramo de levante, correspondiente al actual patio de Las Águilas (cercano a Sant Domènec y a la Universidad de Girona) conocemos la altura general y aproximada de la fábrica carolingia, unos 14m. Únicamente en el tramo meridional entre las torres 3-4-5 y en la torre septentrional 20 aparece almenado prismático. La anchura de los muros oscila entre 1’95 y 2’05m. En algunos tramos la obra carolingia se suma a la anterior, hasta 4m de grosor. No es así en el sector entre la torre 21 y la 23, edificado ex novo con una anchura de 2m. En todas ellas el paso de ronda de 1’40m de ancho queda protegido por una prolongación del muro externo que se levanta aproximadamente unos 50cm por encima del nivel del suelo. Mientras, el muro interno es algo más bajo pues termina bajo el paso de ronda. Desconocemos como se accedía a este paso y a lo alto de las torres, pues no han perdurado las estructuras de madera que muy probablemente servían para este uso.

 

Empezaremos la descripción del recinto amurallado altomedieval por el portal suroccidental, llamado Portal de l’Areny de origen tardoantiguo, también llamado de l’Onyar y posteriormente del Call. Se encuentra en el extremo sur de la actual calle de la Força (antigua Via Augusta o calle Mayor). Este portal en época carolingia no habría sufrido grandes alteraciones. La documentación constata la existencia de una gran torre única, circular, edificada al oeste de este portal (la número 1, hoy desconocida). El flanco de levante de este portal meridional estaría protegido por un alto muro oblicuo que en un momento indeterminado entre el siglo x y xi quedaría integrado en el interior del castillo construido por los Cabrera, vizcondes de Girona, documentado por primera vez en 1054 y que pronto fue infeudado a los Requesens, nombre que toma el castillo en la documentación desde mediados del xiii. La construcción de este castillo, de planta triangular, supondría un primer ensanche del recinto murado hacia el sur, con una superficie total de alrededor de 600m2. Sitúan una fecha antequem las definiciones de unas tierras que ca. 946 se encuentran fuera muralla y que posteriormente, en 1054, las mismas aparecen definidas intramuros. Actualmente el castillo de Girona o “dels Vescomtes” ocupa los jardines del antiguo colegio de los Maristas, donde están a la vista los gruesos paños de muralla y las dos torres (2 y 3) que integran el recinto. La primera de éstas sería una torre de planta cuadrangular, muy proyectada hacia el exterior, que habría llevado a construir dos grandes y nuevos paños de muralla, por un lado hasta el llamado portal de l’Areny, y por el otro hasta la segunda torre del castillo. La muralla y el castillo se adaptan perfectamente a la difícil orografía. Con la construcción del castillo de Girona o de Cabrera, un tramo de la muralla antigua romana quedó oculta e integrada en el interior del recinto.

 

La torre núm. 3, conocida como “dels Vescomtes” o de Agullana, es una gran torre cilíndrica ligeramente troncopiramidal, con un diámetro máximo transversal a la muralla es de 7’5m. Muy probablemente, se levanta sobre los fundamentos de una torre cuadrangular anterior, construida con grandes bloques de arenisca ocre. La fábrica carolingia reaprovecha sillares de la obra romana anterior, que mezcla con losas únicamente desbastados. La torre presenta tres niveles, uno inferior completamente macizo, uno intermedio (el nivel inferior de combate) el más interesante, con dos ventanas orientadas hacia al sur y hacia al este, visibles extramuros, hoy desde la calle de la Escola Pia. Dichas ventanas son de medio punto, con arcos compuestos por pequeñas dovelas de piedra volcánica oscura (procedente de Aiguaviva) intercaladas con dovelas de arenisca ocre o gres, que generan un original juego de colores que veremos también en otras torres y que se aprecia en construcciones próximas al año 1000, como en la cercana iglesia de Sants Metges (antigua Sant Julià de Ramis). El alféizar de dichas ventanas se decora el muro con un friso de dientes de sierra labrado en piedra volcánica negra. La torre fue excavada en dos ocasiones por Serra-Ràfols, en 1930 y en 1942. A ello debemos el aspecto actual del muro del tercer nivel (el nivel superior de combate). Oblicuamente, sobre la actual calle de “l’Escola Pia”, discurre el siguiente tramo de muralla, que se dirige en línea recta hacia levante hasta encontrar el segundo portal meridional llamado Portal Rufí. Extramuros, justo a los pies de la torre 3; el paño ha sido perforado para salir a la calle de “l’Escola Pia”. Esta tosca perforación permite ver la técnica constructiva de la fortaleza altomedieval, antes descrita y de las primeras hiladas de la torre que se fundamenta sobre la muralla anterior. La superposición de fábricas en el mismo muro se observa también en el tramo de muralla visible desde el interior del patio de “l’Escola Pia” que llega hasta el portal Rufí. En el patio de la Escola Pia se encuentra integrada la torre 4, de fábrica bajo imperial y rectangular, conocida en el siglo xi como “Torre d’en Gausfred Vidal, señor de Pals”. El portal Rufí, protegido por la torre 5, diseñado para comunicar el sector eclesiástico directamente con el exterior, a mediodía, no presenta evidencias de reformas en época carolingia o inmediatamente posteriores, pues conserva en buena medida su fábrica antigua original compuesta de inconfundibles y grandes bloques de gres o arenisca. El tramo de muralla siguiente, que une este segundo portal con la torre 6, discurre tras el edificio del rectorado de la Universidad. Este paño aunque presenta evidencias de la misma fábrica altomedieval, ha sido muy transformado por intervenciones posteriores. Esta torre fue construida en el siglo xiv por orden del rey Pedro el Ceremonioso, para reforzar el antiguo recinto amurallado antes de ordenar definitivamente la construcción de unas nuevas murallas para la ciudad. La excavación constató dentro de esta torre, el trazado de la muralla carolingia de doble muro, que mantenía aquí su anchura máxima de 4 m. A continuación entre este abrupto cambio en el trazado (torre 6 gótica) y la torre 8 de planta rectangular, se construye en época carolingia la torre 7, circular e integrada con la fábrica de los lienzos, que sustituye a otra anterior, de la que aparecen algunas hiladas en la parte inferior y material reutilizado en los muros medievales. Como la torre 3, la 7 es ligeramente troncocónica, de unos 13m de altura y unos 8m de diámetro en la parte superior. La parte inferior, hasta el nivel defensivo, era completamente maciza y dos puertas, hoy desaparecidas comunicaban con el paso de ronda. En su cara externa superior, la torre 7 presentaba cuatro ventanas de igual fábrica que las descritas en la torre 3, que cubrían todos sus flancos de mediodía, desde poniente hasta levante. Cada uno de los vanos de estas ventanas medía 1’10m de ancho por 1’30 de alto. En 1974, el dovelado de las ventanas de arenisca y volcánica, muy maltrecho, fue restaurado (y resulta visible en la parte interna del muro) y substituido en el exterior por nuevas dovelas de iguales materiales. La siguiente torre, la 8, es de planta rectangular pero de construcción carolingia, pues en su parte interna (visible desde el jardín de los Alemanes, de acceso público), se puede apreciar la reutilización de materiales en sus muros, entre ellos grandes sillares de gres o arenisca y sillares de mármol procedentes de una puerta romana del siglo I (seguramente anulada con la construcción del castro de Gerundella, a levante). En el muro de levante de esta gran torre cuadrangular de 7 m de anchura, muy alterada por la anexión del trazado de las murallas del siglo xiv.

 

En el vértice de levante se construyó el Castillo de Gironella. Materia y documentación confirman que debe fecharse antes del año 1000. Presenta planta triangular irregular. La torre 9, de planta cuadrangular, es la última de las torres de levante del recinto bajoimperial, integrada en el castillo altomedieval. La gran torre Gironella, de planta circular originariamente de unos 35m de alta, se derrumbó en el siglo xv y fue explosionada en 1814. Cerca de esta torre, y antes de un cambio de dirección de las murallas septentrionales, se encuentran los vestigios de la puerta principal del castillo, con 3’90m de altura. El vano mide 2’60 m de ancho por 2’60 m de alto. Según los arqueólogos la medida básica para su diseño fue el pie bizantino o tardío de 0’325 m que se utilizó en otros edificios altomedievales, como en la iglesia del mas Castell del Porqueres. Las dependencias del castillo, ambas de planta rectangular, portan bóveda de cañón corrida.

 

Junto a las viejas murallas, a la derecha de la puerta dovelada antes descrita el muro vira 90º. En ese punto deberíamos situar una torre cuadrangular, la 11, bien documentada pero muy arrasada, que mediría unos 5’60 m de fachada. La torre 12, muy afectada durante la Guerra de Independencia, presenta una planta semicircular de 7’54m de diámetro. Posiblemente esta torre cilíndrica fue cortada, como pasó con la Torre Júlia, al construirse el cuartel de los Alemanes. Más a poniente, descendiendo el paseo arqueológico se observan los restos de una nueva torre, 13, de planta rectangular, con unos 9’30m de fachada y cuyos muros miden 3m de ancho, muy robusta pero muy deteriorada. Dentro del portal llamado de Sant Cristòfol (inicios del siglo xviii), a la derecha, aparece de nuevo una torre maciza circular, la 14, muy alterada por construcciones posteriores. La construcción de este portal afectó a la muralla que unía la torre 14 con la 15, rectangular, hoy oculta tras las estructuras de la capilla de Sant Cristòfol. La anchura externa de los muros de esta robusta torre, según los arqueólogos, sería de 3’10 m. Descendiendo por el Paseo Arqueológico, sigue la torre 16, de planta cuadrangular, con sillares romanos reutilizados y 7’60m de fachada. Presenta al menos dos estancias superpuestas: la inferior, sobre un nivel macizo, tendría probablemente tres vanos de las que solo se conserva una; en la superior, dos ventanas de medio punto.

 

Tras un nuevo paño de muralla altomedieval sigue la 17, la Torre Júlia, mencionada en la documentación como turris rotonda, de alzado acusadamente troncocónico, similar a las torres circulares del sector meridional. Presenta dos estancias superpuestas con saeteras, quizá cuatro en el piso inferior y otras tantas en el superior. La terraza estuvo abovedada y tuvo pavimento de opus signinum rojizo. Internamente esta torre fue seccionada por las dependencias superiores del ala norte del claustro catedralicio.

 

Un paño altomedieval enlaza con la siguiente torre, ya gótica, la Torre Cornèlia, documentada como tal ya en 1318, completamente cilíndrica, edificada en el año 1362 por los jurados de la ciudad. Su fábrica es muy similar a la de las torres de Sobreportes. En su interior se descubrió en 2001 una construcción carolingia de planta trapezoidal inscrita dentro de la torre circular y cuyo muro septentrional, y fundamentos de una fábrica de opus caementicium.

 

El tramo siguiente, hacia el castillo de Sobreportes, se encuentra alterado en gran medida por las bóvedas de la sala capitular del recinto catedralicio y los ventanales. Dentro del edificio “Cor de Maria” se hallaron los fundamentos de una obra de planta rectangular, maciza, de sillarejo unido con mortero de cal, de unos 6m de largo que sobresale unos 3m del trazado de las murallas. Se trataría de una nueva torre, la 19, que aparecería documentada por vez primera en 1067 como torre del casal de Pere Blitguer (mencionada de nuevo en 1096 y 1154). A levante del citado castillo de Sobreportes otra torre custodia este Portal, protegido en época carolingia por dos torres gemelas de planta cuadrangular, levantadas sobre estructuras romanas. El aspecto de las torres 20 y 21 se debe a la reforma requerida por Pedro el Ceremonioso. En el intradós de este portal se distinguen grandes sillares romanos de arenisca y sillería calcárea pertenecientes a las desaparecidas torres carolingias integradas en las torres circulares que actualmente integran el portal.

 

En el último tramo septentrional de muralla es dónde mejor se aprecia la sucesión de fábricas. Este muro de entre 25 y 30 m de largo, visible extramuros desde la actual plaza de Sant Feliu, se aprecia en el nivel inferior evidencias de la primera fábrica romana, posteriormente los grandes sillares de arenisca de las importantes reformas bajoimperiales y sobre éstas el desarrollo de la fábrica altomedieval.

 

El sector occidental del recinto amurallado es quizá el menos conocido ya que como anteriormente se ha explicado es el primero en perder su función estrictamente defensiva. Aún así su trazado sigue rigiendo la trama urbana de este sector de la ciudad. El paramento de la muralla entre las torre 22 y 23 es paño de muralla con evidentes alteraciones y vestigios de estructuras adosadas. Finalmente, a pocos metros del extremo septentrional de la calle Ballesteries, queda oculta la torre 23, rectangular de moderna base ataludada.

 

La documentación confirma que en época altomedieval las murallas estaban bajo control condal. Paulatinamente la defensa de la fortaleza se dividió en tramos a cargo de señorías e instituciones en enfiteusis: nobles (Siniscle, Duran, Oliba, Gausfred Vidal, Silvi Llobet de Cervià, Ramón de Caldes …), la canónica de la Sede y los vizcondes (Cardona, Montcada y Cabrera), todos en relación feudal con los condes de Girona y posteriormente monarcas de la Corona de Aragón.

 

Tras la muerte del obispo de Girona, Odó (1010), los condes Ramon Borrell y Ermessenda aprovechan para nombrar nuevos cargos. Ermessenda nombra obispo a su hermano, Pere Roger, quien renueva el impulso de las obras de la nueva sede de Girona, esta vez con la plena participación de los condes. En los primeros decenios del siglo xi la condesa se implica fuertemente en las grandes empresas de la ciudad en las que aparece como promotora. En 1015, los condes recibían de Pere Roger, el obispo de Girona, la iglesia de Sant Daniel y sus propiedades, a cambio de 100 libras de oro que servirían para sufragio de importantes obras de la sede. En marzo de 1018 Ermessenda y su hijo efectúan siguiendo la voluntad del conde una gran donación de tierras para la fundación del cenobio femenino de Sant Daniel. La condesa refuerza y demuestra paralelamente su interés por el establecimiento en Girona de una comunidad canonical unida y estable. Ermessenda, junto a su hermano Pere Roger, obispo de Girona, promueve la construcción de una nueva canónica para la sede, que debe construirse al norte de la Sede, entre ésta y la muralla, para ello junto al obispo se efectúa la gran dotación de 1019 y tan solo un año después, junto a su hijo, en 1020, dona a la misma Canónica su casal (segunda residencia condal, sucesora de la anteriormente vendida por Ramon Borrell al obispo) ubicada entre la muralla y la sede, su corte y la torre redonda (la llamada torre Júlia) y el tramo de muralla al norte de ésta.

 

El hijo de Ermessenda, Berenguer Ramon, muere en 1035 y le sucede el hijo de este, el conde Ramon Berenguer. En sus primeros años ejerce su poder autorizado por su abuela Ermessenda, quien de nuevo desde 1036 actúa en los condados de Barcelona y de Osona. En 1038 Oliba preside la consagración de su nueva sede de Vic celebración, acto al que acuden Ermessenda, Ramon Berenguer y Pere Roger, obispo de Girona. El 21 de septiembre de este mismo año se consagra la nueva sede de Santa María de Girona, promovida por el obispo Pere Roger y la condesa.

 

La trama urbana de la ciudad corresponde a la jerarquía de poder establecido en la ciudad de naturaleza condal-episcopal. El poder condal y real, tras la primera venta al obispo del antiguo palacio condal intramuros y cercano a la sede efectuada por el conde Ramon Borrell en el año 988, se aglutinaría, tras la donación del segundo casal a la canónica a inicios del siglo xi, en torno al castrum de Gironella. Los fideles, nobles señores feudales y vizcondes serían entonces los encargados de la protección de los distintos castrum, torres y sectores de la muralla. A partir de 1058, tras el enseñoramiento del conde Ramon Berenguer, los dos castillos custodios de las principales puertas de la ciudad, el de Sobreportes (en manos de Arnau Ramon primero y de Guillem Ramon después) y el de Girona (vizcondes de Cabrera)

 

Al recinto arqueológico del Castillo de Gironella se accede por la llamada Torre Gironella o bien desde la calle llamada Pujada dels Alemanys, conectada directamente con la estrecha calle Rocabertí, que desciende hasta la Plaza Lledoners, contiguo al complejo episcopal. Las edificaciones que corresponden al poder episcopal ocupan buena parte de la zona alta de la ciudad y se expanden en torno a la Sede (Casa de la Canónica, el Palacio Episcopal y más tarde la Pia Almoina). En los antiguos edificios de la Casa Canonical (en los llamados “Jardins de la Francesa”) se distinguen aún estructuras altomedievales con opus spicatum. Paramento similar al que se puede ver en una de las casas esquineras de la plaza Lledoners. Dicha plaza, al norte, limita con las edificaciones modernas del palacio episcopal, que desplazaron el antiguo hospital de peregrinos o xenodoquium.

 

Las escaleras barrocas de la catedral están construidas sobre una documentada escalinata anterior de origen romano, junto a la que en el siglo xi se edificaron casas de canónigos. En la plaza de la Catedral, antigua plaza del Mercadell de planta rectangular y alargada se encontraba la pequeña iglesia de origen carolingio de Santa Maria de les Puelles, desaparecida en el siglo xviii con la construcción de Casa Pastors- Hacía pendant, en la misma plaza, con otra pequeña iglesia también fundada en época carolingia, la de Sant Genís. Junto a la calle de la Força. Esta calle desciende desde la plaza de la catedral, hasta el antiguo “portal de l’Areny”, salvando un fuerte desnivel. A ambos lados de ésta, el antiguo cardo maximus de la ciudad, se articulaban ya época romana las distintas insulae, cuyo tramado reproduce en gran medida la trama urbana medieval de esta parte de la ciudad. En esta área es dónde se habría desarrollado, ya a finales del siglo xiii la Judería, que incluiría una parte indeterminada de este recinto y tendría su muro en la calle de la Ruca. Uno de los callejones medievales más conocidas de éste casco antiguo asciende laberínticamente hacia la parte superior de la ciudad.

 

Paralelamente al desarrollo y transformación urbana intramuros, fuera de la ciudad se observa el crecimiento de varios burgos. A mediodía, próxima al portal del Areny (portal sur-occidental), extramuros, va creciendo un burgo en torno a la poco conocida iglesia románica de Sant Martí Sacosta. Actualmente aún pueden distinguirse los vestigios del campanario románico de esta iglesia integrado en los niveles inferiores del actual, en el cual se distinguen perfectamente los característicos elementos de raíz lombarda que decoran los edificios románicos del siglo xi, un friso de arcuaciones ciegas entre lesenas. Del claustro de Sant Martí procede un relieve aludido más adelante.

 

Durante los siglos xii y xiii, a mediodía, la ciudad experimenta un fuerte crecimiento. La calle de la Força, en su prolongación extramuros, dará lugar a la actual calle Ciutadans, inicialmente una zona urbanística extramuros con casas, obradores y huertas, que paulatinamente son adquiridas por importantes familias feudales gerundenses, integrantes de una primera burguesía, como los Sitjar o los Sant Celoni,. Encuentran el origen en este momento, por ejemplo, la estrecha calle “de Ferreries”, la calle “de les Peixateries Velles” y las llamadas “Voltes d’en Rosés”. Éste burgo crece y pronto se ve acompañando de la urbanización del “Areny” del río Onyar, antiguo arenal dónde hoy se encuentra la Rambla de la ciudad. Paralelamente, cerca de la ribera occidental de este río, se construiría a finales del siglo xiii el Hospital de Santa Caterina o Nuevo, de donde proceden dos capiteles conservados en el Museu d’Art de Girona.

 

El proceso de creación y crecimiento de los burgos extramuros en el lado septentrional de la ciudad emerge sobre los vestigios de necrópolis antiguas ubicadas en torno a la Vía Augusta (la actual subida del Rei Martí, como las descubiertas bajo los Baños Árabes), en vías subsidiarias, y en lugares lejanos a la ciudad, en los que ya en tiempos romanos se aprecia la presencia de villas suburbanas con sus cementerios, como el encontrado en Sant Nicolau en el burgo de Galligants. Los burgos medievales septentrionales tienen sus raíces durante el siglo x, primero en torno Sant Feliu y luego del monasterio de Galligants. Éste también experimenta un gran crecimiento durante los siglos del románico, complementado a su vez por el núcleo que se forma entre Sant Pere y la pequeña iglesia de Santa Eulàlia de Montjuïc y el núcleo en torno al hospital de leprosos de Pedret.

 

Según hipótesis formuladas por arqueólogos e historiadores, cabe apuntar que junto a la iglesia románica de Sant Feliu hubo un episcopium de Girona, situado extramuros y anterior a finales del siglo x, que habría albergado una comunidad canonical de unos cuarenta presbíteros junto a unos doce canónigos. A ésta se habría dedicado la gran donación de bienes y diezmos parroquiales que en el año 887 hace el obispo Teuter a la sede de Girona.

 

Desde 1063 el Cartoral dit de Carlemany confirma la existencia del burgo de Sant Feliu. Buena parte del mismo se encontraba en tierras propiedad de la sede episcopal. Los documentos de ventas, testamentos y legados (prácticamente todos del siglo xiii), dibujan a partir de sus definiciones y afrontaciones, la presencia de un cementerio heredero de una necrópolis desarrollada en torno al martyrium de San Félix, en torno al cual se habrían dispuesto tumbas de ciertos personajes privilegiados, como el obispo Servusdei (+906), del que se conserva su lápida encastada en el presbiterio del mismo templo. El cementerio y el claustro, de inicios del siglo XII, estuvieron adosados a septentrión del templo, perfilados a oriente por la calle “del Llop” (antigua Vía Augusta y actual subida del Rei Martí). Al otro lado de esta calle se encontraría el horno que el obispo Berenguer da a Sant Feliu, ubicado entre las casas de Adals y las de un tal Martí Aule, edificios que muy probablemente formaban parte ya de una manzana de casas dónde más tarde, en el lado de levante, se construirían los llamados Banyos Árabes, con acceso por la entonces llamada calle del Sac, y que afrontarían al norte con una serie de casas que llegarían hasta el río Galligants. Todo ese sector extramuros también era dominio de la sede. A mediodía de aquélla primera manzana de casas y frente al portal de Sobreportes, se documenta en 1064 y 1065 el “altar de Sant Just”, oratorio ubicado donde hoy se encuentra la iglesia de Sant Lluc, al este de Sant Feliu.

 

El burgo experimenta a partir de mediados de inicios del xii un gran crecimiento, especialmente en el gran alodio de propiedad episcopal e infeudado por Guillem Constans al noreste, con obradores, casas y huertas dispuestas junto al río Galligants. En 1148 Joan de Sitjar, uno de los grandes propietarios feudales del burgo de Sant Feliu, empeña su casa a un tal Berenguer Pere, casa que ubica en “el lugar de Stjar”, ante la iglesia de Sant Feliu (una casa posiblemente ubicada en la esquina entre subida del Rei Martí y plaza…). Las casas propiamente del alodio de Sant Feliu, configurarían el pasaje de la calle de Trasfigueres, con su arco dovelado y su ventana geminada, casas en propiedad de la familia Ministral ya en 1174-1176. El sector se cerraba al oeste con el Portal de la Barca ante el río Onyar.

 

Paralelamente, se desarrolló el burgo de Sant Pere de Galligants, que creció en torno a la primera iglesia monástica. Documentado por primera vez en 992 cuando el Borrell II dona todo el burgo al cenobio. El dominio y jurisdicción estaba separada de la ciudad. En el documento de venta del Valle de Sant Daniel y de su iglesia a los condes de Barcelona, fechado en el año 1015, se menciona el cenobio como límite occidental de esta calle. En varios testamentos de finales del siglo xii e inicios del xiii se hacen donaciones para la construcción del nuevo templo románico de San Pedro (un edificio del siglo X) que habrá de ser la iglesia del nuevo cenobio benedictino masculino al que el conde Ramon Borrell III lega en su testamento de 1131. En este mismo burgo, a pocos metros de la fachada occidental de la iglesia de Sant Pere se edificaría sobre una antigua necrópolis la pequeña capilla de Sant Nicolau (un edificio en origen de planta central con cuatro ábsides formando una cruz griega, posteriormente transformado), cuyo uso primigenio sigue hoy siendo objeto de controversia. El tercer y gran edificio que en tiempos del románico de ese lugar fue el Hospital de Clérigos (de Sant Pere u Hospital Viejo), institución documentada ya en el siglo x y a fines del xii en el testamento de Genciana de 1187 y en la donación de Arnau de Palol de 1195. Ubicado al oeste de Sant Nicolau, dispuesto en perpendicular a la nave de esta capilla y con su fachada sur ante el puente viejo sobre el río Galligants,

 

Al norte de Sant Pere de Galligants, sobre la ladera de la montaña de Montjuïc, se encuentra la capilla de Santa Llúcia, que alberga vestigios de la parroquial de Santa Eulàlia Sacosta, cuyo antiguo término parroquial se extendía al norte y al oeste hasta las orillas del Ter y que incluía el territorio de Campo Taurane (Campdorà). Dos noticias de mediados del siglo xii informan de la urbanización de las tierras en torno a la iglesia de Santa Eulàlia que mencionan como burgo sancte Eulalie (en la definición de propiedades de Berenguer y Ermessenda de Campdorà de 1147). Finalmente, aunque de momento son pocas las referencias dcumentales encontradas, cabría mencionar la urbanización de la orilla este del Ter desde los límites septentrionales del burgo de Sant Pere de Galligants hasta “Pont Major” (puente romano utilizado aún en la alta Edad Media, al norte de la Vía Augusta y único paso sobre el río Ter hasta el siglo xiii), es decir el término de Pedret, lugar mencionado en la gran dotación de la canónica de la Sede en 1019, y donde se documenta principalmente la presencia de molinos llamados de la “Menola” o de Pedret (mencionados en 1081 y vinculados siempre a los canónigos de la sede). El Hospital de Pedret, con su capilla dedicada a San Jaime (advocación mencionada a finales del xiii), es la institución que centra este burgo, muy alejado ya de la ciudad. La capilla o iglesia del hospital aparece documentada en 1179 como la iglesia de la casa “de Aguiunno”. La capilla, de nave única, hoy en pie, se encuentra ubicada en perpendicular y bien orientada, aunque pasa desapercibido. El de Pedret, junto al Hospital Viejo (de Sant Pere o de Clérigos) y el Hospital Nuevo (de Santa Caterina), configuraba uno de los centros receptores de importantes donaciones benéficas y caritativas dedicadas al cuidado de los enfermos en la ciudad.

 

 

Escultura dispersa de la ciudad de Girona

 

La Lleona (Museu d’Art: M. Arqueo. Prov. Nº 1756). Escultura (3’74 m) labrada en piedra calcárea de Girona, compuesta por un sencillo juego de basa, columna de fuste cilíndrico liso (resultado de la unión de los diez fragmentos que componen tres grandes piezas unidas) y capitel poligonal liso (el capitel parece ser una incorporación de época moderna). El animal se encuentra a 1’70cm de altura sobre el fuste. Erróneamente identificado en femenino, el felino se presenta en vertical, agazapado y con las extremidades replegadas y abiertas agarrándose con sus enormes pezuñas al fuste de la columna, mientras gira su cabeza, con sus fauces entreabiertas y ojos almendrados. Sobre el cuello (desproporcionadamente estilizado) se extienden la melena que unifica cabeza y cuerpo. La cola cae oblicua y lineal sobre el fuste de la columna. La escultura permaneció durante siglos en el lugar dónde hoy se encuentra su réplica (C/ Calderers, 1). Aunque se desconoce su ubicación original, Jaume Marquès apunta la posibilidad de que la columna se encontrada en el vestíbulo de una casa señorial. En época románica el león suele custodiar el acceso a los templos con responsabilidad apotropaica. Aunque se ha relacionado esta escultura con el relieve del león que devora una figura humana (M. Arqueo. Prov. nº 2.452) apreciamos evidentes diferencias estilísticas. Se asemeja más a los leones de las cornisas de la Fontana d’Or o de los capiteles de Galligants. En consecuencia, cabe datar la “Leona” a finales del siglo xii.

 

Capitel procedente de la casa núm. 5 del de la calle del “Sac” (Museu d’Art: M. Arqueo. Prov. Nº 35). El capitel mide 27 x 21 x 21cm y se compone de un collarín de medio bocel, un cesto esculpido en sus cuatro caras y un ábaco dividido en tres dados. Presenta motivos vegetales en dos registros superpuestos: el inferior con cuatro hojas almendradas sobre el eje central de cada cara y tras estas, cuatro hojas cuyo eje coincide con las aristas del capitel; el superior, con dos tallos tripartidos que nacen tras las hojas de las aristas, entrecruzados con la hoja central del registro inferior y el tallo de la cara siguiente y tras ellos flores de arum. Este esquema vegetal de ascendente tolosano, se encuentra en capiteles de Galligants y del triforio de Sant Feliu. Pertenecen al círculo gironino-vallesano y son fechable desde mediados del siglo xii hasta inicios del xiii.

 

Capitel 1 de la Casa de la Canónica (Museu d’Art: M. Arqueo. Prov., nº 12.756).  La pieza mide 35 x 26 x 26cm e ingresó en el Museo en 1979. Capitel labrado a bisel en piedra calcárea, con cesto dividido en dos registros con un ábaco cuyos dados se convierten en elementos arquitectónicos que contextualizan la escena principal. En cada cara figuran dos grandes arcos de medio punto, con doble arquivolta soportados por tres juegos de basa, doble columnilla y capitel con decoración vegetal. La doble columnilla central se apoya sobre un listel que hace las veces de alféizar y de mesa. Las dobles columnillas laterales se unen con sus correspondientes de las caras sucesivas, generando una escena seguida. Tras la mesa-alféizar, aparecen de medio cuerpo y frontales, personajes participantes de un banquete, con copa y panes. En el registro inferior aparecen cuatro atlantes arrodillados, con túnica corta, que se disponen simétricamente mirando hacia afuera, cada uno en vertical y centrado sobre la arista del cesto. Estiran sus brazos agarrar la mesa y con sus cabezas soportan las columnillas laterales. 

 

Los comensales se intercalan en género, hombre imberbe y mujer con manto y tocado que le cubren la cabellera, de rostro ovalado y rasgos faciales equilibrados. Técnicamente, mientras los atlantes consiguen un relieve considerable, la parte superior está trabajada en un relieve mucho más bajo. Aunque se han perdido las cabezas de algunos personajes, el estado de conservación de esta pieza es notable. Se trataría pues de un capitel de temática caballeresca, un banquete noble, compositivamente singular respecto a los tipos más frecuentes en la escultura románica de la zona.

 

El capitel encuentra pendant con el capitel guardado en el mismo museo, también procedente de la Casa de la Canónica de Girona (M. Arqueo. Prov. nº 1.850), con el que mantiene claras semejanzas estilísticas y volumétricas. Algunas hipótesis apuntan que ambos capiteles pudieran proceder de la desmantelada catedral románica, pero hay semejanzas con capiteles de la galería de la Fontana d’Or. Jordi Camps, recogiendo las hipótesis de Ainaud de Lasarte, apunta similitudes estilísticas con el capitel de las Bodas de Canaán de l’Estany. Para Camps los personajes encuentran paralelo en la producción escultórica de San Nicola de Bari y la catedral de Módena, que llevan a fechar este capitel a inicios del siglo xiii.

 

Capitel 2 de la Casa de la Canónica (Museu d’Art: M. Arqueo. Prov. nº 1850). El capitel de calcárea local que mide 35’5 x 26 x 26 cm. Aunque consta en el inventario que procede de la Casa de la Canónica, queda abierta la posibilidad de que, junto al capitel anterior pudiera proceder de la catedral. Cada una de sus cuatro caras presenta  dos registros, el inferior, historiado con escenas del Nuevo Testamento y el superior ocupado por arquitecturas con ventanas de arco medio punto, cuyo volumen coincide con los dados del ábaco, que en las caras externas dos heráldicas distintas: en dos caras se repite una heráldica compuesta por cinco incisiones en zigzag, y en las caras restantes aparecen escudos de borde perlado y interior en losange. Entre las arquitecturas y los personajes, el espacio se rellena con elementos vegetales planos y flores de pétalos de perfil semicircular.

 

Los personajes, en su mayoría de pie sobre el astrágalo, vestidos todos con túnica de corta, imberbes y melena corta. La figura identificada como Jesús, carece de nimbo y lleva una túnica larga. La composición resulta densa y su lectura complicada, pues los personajes de una escena nos llevan a la siguiente sin distinguir claramente los límites entre unas y otras, como ocurre en las escenas de los relieves de los sarcófagos paleocristianos. Este capitel, según apunta Jordi Camps, contiene escenas relacionadas con la Pasión de Cristo (Nuevo Testamento). La narración se centra en la Entrada de Jesús en Jerusalén y el Encarcelamiento, en dos caras del cesto cada uno.

 

La iconografía de la entrada en Jerusalén es completamente irregular. La figura de Jesús  está montando un asno con los pies apoyados en los estribos, de perfil con el torso de tres cuartos apoyando su mano izquierda sobre el hombro de un personaje de frente, que a su vez posa su mano izquierda sobre el hombro del siguiente personaje, que se dirige hacia la siguiente escena. Sobre el fondo aparecen las cabezas de dos personajes anónimos, en representación de la multitud que lo recibe, que complementa el grupo de tres figuras caminando por detrás al asno, tras los cuales aparece una figura de pie con la cabeza agachada que sostiene una bolsa sobre su pecho y que podría ser interpretada como Judas.

 

La segunda escena, la del Encarcelamiento, ocuparía las dos caras restantes del capitel. En la cara continua de la llegada a Jerusalén, el último personaje posa su mano en Cristo y mantiene en su mano derecha un objeto (acaso evocación del Beso de Judas). El Prendimiento se evoca con Cristo de pie sobre el eje de esta cara mirando hacia el personaje de la derecha que le agarra la mano. En la última cara aparecen Pedro y Malco, quien quizá solicita intercesión a Jesucristo.

 

A pesar de la dificultad para distinguir iconográficamente apóstoles, soldados y el propio Jesús que se presenta sin nimbo, escenas similares aparecen representadas en los capiteles del claustro de la catedral de Girona, en algunos capiteles de Sant Cugat del Vallès, de Santa María de l’Estany o de la Sede de Tarragona. Jesús montando sobre el asno como un caballero encuentra paralelos en las pinturas murales de Santa María de Barberà, en el Frontal d’Espinelves y en el altar de Sagàs. Como apunta Jordi Camps recogiendo las apreciaciones de W. W. Cook, la figura de Jesucristo montando con el torso en vertical sobre el asno, enmarca la composición dentro de la tradición bizantina, aunque la ausencia de palmas acompañando los apóstoles, por ejemplo, hace que quede abierta la posibilidad de una nueva y diferente interpretación. La escena del Encarcelamiento aparece también en el altar de Sagás y en los capiteles del claustro de Santa María de l’Estany, aunque en ellos, como en la Biblia de Ripoll, no se representa la escena de Pedro y Malco. Es evidente que en este capitel existen importantes irregularidades respecto al corpus iconográfico más recurrente. Por ello, de acuerdo con Camps, cabe afirmar que el escultor desconocía las fuentes más recurrentes, quizá por una clara influencia bizantinizante italiana del taller. Por su estilo de características y paralelos idénticos a los mencionados en el capitel 1 de la Canónica, mantenemos una datación entre finales del siglo xii e inicios del xiii, que podría ayudar a fijar una correcta identificación de los símbolos heráldicos del ábaco, uno de los cuales, el perlado con losange podría pertenecer a Guillem de Peratallada (el impulsor del nuevo Palacio Episcopal) obispo de Girona entre 1160 y 1168.

 

Dintel con león devorando a una persona humana (Museu d’Art: M. Arqueo. Prov. nº 2.452).  El relieve, labrado en un bloque monolítico de piedra calcárea rectangular, mide 40 x 130 x 37’5cm. Únicamente aparece relieve figurado en el anverso de la pieza, el borde inferior y el reverso de la misma presentan contornos completamente lisos, mientras los bordes laterales y el borde superior de la pieza aparecen repicados y con un perfil ciertamente irregular. En el anverso, inscritas longitudinalmente ocupando el espacio disponible de la pieza entre el borde superior y el inferior, destacan del fondo liso, esculpidas con un importante volumen (20cm respecto al fondo). El león se dispone en horizontal orientado hacia la derecha sobre un personaje yacente, que parece femenino. Lo ase con las cuatro garras del león, mientras desgarra la cabeza humana. La figura, totalmente inexpresiva, viste túnica larga, de pliegues lineales y ondulados desde la rodilla del personaje en la falda.

 

El artista se complace con los volúmenes redondos y la búsqueda de cierto realismo y detallismo en la representación de las figuras. La figura del león evidencia un importante dominio técnico junto a un claro conocimiento de los tipos convencionales usados en la representación anatómica en concreto, del animal, que presenta un relevante grado de detalle en el pelaje, compuesto por pequeños flecos ondulantes superpuestos que cubren desde las fauces del animal, todo su lomo hasta el inicio de la cola; esta, lisa y cilíndrica, se abre en flecos ondulantes y unidos de forma apuntada sobre el costado del animal.

 

El león, un animal completamente desconocido, pronto fue identificado por los conciudadanos como “lobo”. El popular relieve del “lobo”, dio nombre a la calle llamada en plena Edad Media calle “del Llop”, actual subida del Rei Martí. Este relieve habría sido emplazado en una de las fachadas de esta calle desde mediados del siglo xiv, como mínimo, pues es entonces cuando se menciona por primera vez la presencia de un vico vocato de Lupo en “capbreus” sobre el burgo de Sant Feliu de Girona y en el censo de los fuegos municipales de 1360, dónde se menciona concretamente un “carrer del Llop”. Sabemos que, al menos, desde antes del año 1604 la pieza se encontraba reutilizada como dintel en una casa particular, “la nº 9”, de esta misma calle, pues en un documento firmado por el notario Miquel Masó se dice “sobre la puerta de la cual casa, o sea, en el dintel hay esculpido un lobo”. Icono de leyendas de la ciudad, este relieve aparece descrito en sucesivas crónicas y visitas del siglo xix e inicios del xx, noticias en las que los cronistas ya perciben que la pieza usada como dintel, se encuentra desproporcionadamente baja respecto al nivel del suelo de la calle y por ello deducen acertadamente que el nivel del pavimento habría sido sucesiva y pronunciadamente realzado para evitar las dañinas inundaciones producidas por las subidas del caudal del Galligants.

 

Gerardo Boto, en su estudio del relieve en cuestión, intenta describir el posible itinerario que habría seguido la pieza desde principios del siglo xx cuando la casa en la que se encontraba utilizada como dintel, habría sido desmantelada. La fecha de ingreso del relieve en el Museo Arqueológico de Girona es muy posterior, como mínimo desde 1961, cuando el arqueólogo Oliva i Prat indica que la incorporación fue posible gracias a la Junta de Monumentos que pidió la devolución de la obra en cuestión al museo del Cau Ferrat (Sitges). Si creemos esta noticia, el pintor modernista Russinyol, a inicios del siglo xx habría adquirido y trasladado el relieve a su residencia del Cau Ferrat, en Sitges, donde el pintor residió hasta 1920. El museo del Cau Ferrat no conserva ninguna fuente escrita o fotográfica que confirme tal noticia y por lo tanto, a día de hoy desconocemos cual fue ciertamente el itinerario que siguió la pieza hasta su ingreso al Museo Arqueológico de Girona en los ’60.

 

Respecto al origen del relieve nos movemos también en el plano de la hipótesis, pues lo único que podemos certificar, apunta Gerardo Boto, es que la pieza no fue labrada para ornar el dintel de la puerta de la casa dónde se encontraba desde al menos mediados del xiv. Por su tipología la pieza sugiere un origen eclesiástico de la misma y su iconografía románica de lectura apotropaica encuentra analogías abundantes, com Sant Nicolás de Tudela, Ataiz, Sangüesa, Santa María de Covet o la catedral de la Seu d’Urgell. Aunque ello no excluye la presencia de leones en otras ubicaciones dentro de la misma fachada principal, como en Sant Pere de Besalú. El citado autor, dado la buena labra del borde inferior no descarta la posibilidad que tras la ubicación original de esta pieza en una portada o fachada, ya hubiera sido reutilizada como dintel de entrada de algún templo. Boto, como anteriormente había apuntado Jordi Camps respecto la misma pieza, subraya las evidentes familiaridades estilísticas de esta pieza con algunos capiteles del claustro de la catedral de Girona, y considera que podría haber sido labrada por alguno de los talleres activos en el claustro durante el último cuarto del siglo xii. Respecto a la procedencia original de la pieza, el mismo autor recogiendo las hipótesis formuladas por Francesca Español al respecto, apunta que, en el caso de proceder de la sede, cabría proponer su ubicación custodiando el acceso al templo románico, que sabemos se levanta junto a la galilea a mediados del siglo xi y se desmantelan a mediados del xiv. Conocemos la existencia de una inscripción perteneciente al dintel de la puerta de la catedral románica cuya epigrafía, corresponde a finales del xii o inicios del xiii, datación propuesta mismamente para el león, que ubicada acompañando dicha inscripción, tendría una clara lectura apotropaica, además de penitencial, funerario y escatológico. Finalmente como argumenta Gerardo Boto, cabe suponer que el relieve en cuestión habría tenido en la misma fachada una segunda pieza con una representación similar y simétrica haciendo pendant con ésta; pues en todas las fachadas anteriormente mencionadas, a demás de las figuras evangélicas con leones de Leyre, prácticamente siempre aparecen dos leones custodiando el acceso, y en los casos en los que uno de ellos ha desaparecido se ha probado la presencia del segundo. Aún así, cabe dejar abierta, por su proximidad a Sant Feliu de Girona, que la pieza pueda proceder de su fachada, que sufrió grandes transformaciones también desde mediados del xiii.

 

Relieve procedente del c/del Llop (Museu d’Art: M. Arqueo. Prov., nº 27.004) Esta pieza, en estado fragmentario (31 x 61 x 12cm), ingresó en el museo en 1979. Se trata de una losa de arenisca, decorada con un relieve a base de entrelazados vegetales únicamente en el anverso: cuatro cintas estriadas o tallos tripartitos, que se dirigen del vértice de un extremo al opuesto, configurando una ancha trenza de cuatro cintas muy bien lograda. Miquel Prat i Oliva propone que se trata de un posible montante de un cancel de altar, que, de acuerdo con las datación propuesta por el catálogo del Museu d’Art, habría sido labrado en el siglo x, sobre un bloque procedente de las canteras romanas del Puig d’en Roca, explotadas durante la construcción de las murallas de la ciudad. Xavier Barral i Altet, aunque corrobora tal datación, deja abierta la posibilidad de un diferente uso. Vincula la pieza con un fragmento de relieve encontrado en Sant Miquel de Cuixà. Como afirma Jordi Camps, el motivo fue muy utilizado durante la Antigüedad, abundante en la alta Edad Media y en el arte románico, así que su datación podría verse alterada si comparamos el presente relieve con ciertas piezas del siglo xi en las que aparece este mismo motivo labrado: unas impostas del Sant Pere de las Puel·les (Barcelona) y otras del interior de la catedral de Elna. Aunque sigue apareciendo este motivo en conjuntos románicos como los de la catedral de Vic o el claustro de Tarragona, debemos situar esta pieza labrada en Girona entre el siglo x y el xi.

 

Relieve compuesto por tres piezas procedente del c/ del Llop (Museu d’Art: M. Arqueo. Prov., nº 27.001, 27.002, 27.003). En total el relieve fragmentario conservado, de perfil rectangular mide 62 x 12cm. En el anverso un bajo relieve de lectura claramente eucarística, pues todo el ribete se ocupa por el trazo sinuoso de una vid. Está formado por un tallo dividido longitudinalmente en cuatro estrías que se doblan por pares, una hacia cada lado y al tocar la línea de suelo se enroscan en volutas. Sobre éstos y hacia cada lado salen dos cintas de tres tallos cada una. La cinta izquierda conserva trazas de un lazo ondulante que vuelve al centro de la composición.

 

El motivo de la vid aparece en el arte paleocristiano y visigodo (Quintanilla de las Viñas) y continúa usándose en la escultura románica en piezas como la cátedra de Carlomagno. Familiarizado con el relieve procedente del c/del Llop de Girona (M. Arqueo. Prov., nº 27.004), deberíamos fechar esta pieza entre los siglos x y xi.

 

Capiteles del Hospital Nuevo o de Santa Caterina. El primer capitel (M. Arqueo. Prov., nº 11.453) mide 37 x 33 x 25cm. Este capitel, procedente del documentado como Hospital Nuevo o de Santa Caterina, fundado en 1211, ingresó en el Md’A en 1979. La pieza se encontró encastada en uno de los muros del primer piso de dicho hospital.

 

Se trata de un capitel esquinero en el que se representaron cuatro figuras masculinas que se inscriben y se adaptan simétricamente a los espacios generados por el entrelazado de finos tallos perlados. Los personajes aparecen agachados, espalda contra espalda, agarrándose al tallo que tienen en frente, aunque vuelven la cabeza hacia el espectador. Dos piñas similares y alargadas rellenan los espacios romboidales generados por los tallos perlados en el centro del registro inferior de cada cara. Los cuatro personajes visten túnica corta y de manga larga, estriada y ceñida sobre el abdomen.

 

El segundo capitel de ángulo (M. Arqueo. Prov. nº 1.852) mide 25 x 32 x 24cm., con el mismo ingreso en el mismo museo, de procedencia desconocida, aunque estilística y compositivamente pertenece al mismo lugar que el capitel anterior. Presenta idénticas medidas y decoración, con una composición simétrica con otros cuatro personajes humanos vestidos con túnica corta, de perfil inscritos en el espacio libre entre los entrelazados vegetales perlados. Jordi Camps considera que proceden de la desaparecida portada románica del hospital.

 

La composición, claramente simétrica en ambos capiteles, se basa técnicamente en un relieve bastante plano que se destaca del fondo. En algunos casos, se aprecian calados entre las cintas y el fondo, sobre todo en la parte inferior. El resultado final de ambas piezas es bastante rudimentario. Como anota Jordi Camps, las cabezas en algunos casos aparecen unidas al tallo superior, desconectadas del cuerpo, evidencia de la limitación  técnica del escultor. Con todo, las figuras humanas remiten al tercer taller de la Dorada. Aunque esta composición no se prodiga en los conjuntos gerundenses, encontramos composiciones similares en dos capiteles de la cabecera de Sant Feliu. Estos motivos y composiciones, en cambio, aparecen realizados con una calidad técnica muy superior en  la Cataluña Nueva, ya en el siglo XIII, como en el claustro de la sede de Lleida y en dos capiteles de la galería septentrional del claustro catedralicio de Tarragona.

 

Relieve de Sant Martí Sacosta (MD, nº50) Mide 33 x 39 x 10cm. Placa de alabastro de perfil casi cuadrangular presenta una interesante inscripción funeraria en su reverso, mientras su anverso muestra un bajo relieve de motivos vegetales distribuidos como una gran roseta circular. Los restos de decoración que aparecen en el lateral derecho del anverso insinúan una segunda roseta, indicio de que en origen esta pieza habría sido de mayor tamaño. Como lápida fue hallada en Sant Martí Sacosta en 1943, encastada en un ángulo del claustro románico del antiguo monasterio (actual Seminario Conciliar de Girona).

 

Según hipótesis de Pere de Palol, podría tratarse de los restos fragmentarios de un cancel de altar cuya decoración biselada habría consistido en una gran flor de pétalos triangulares central acompañada por dos rosetas de menor tamaño a cada lado, una de ellas sería la conservada en el anverso de esta placa. Según afirma Palol y corrobora Camps, la pieza corresponde al siglo vii, con una clara influencia emeritense y toledana, como las placas procedentes de Santa María del Camí (Garriga) y el fragmento de cancela de altar de Sant Cugat del Vallès. La de Sant Martí Sacosta, presenta los mismos “husos” o almendras estriadas generados por círculos secantes que aparecen en las rosetas de Quintanilla de las Viñas.

 

En el reverso de la pieza se halla la inscripción, escrita en un latín muy pobre, fechada entre finales del siglo ix e inicios del x. Se trata de letras capitales muy bastas e irregulares que se ordenan en siete renglones un tanto irregulares. En ella se lee, según transcripción y traducción del Museu d’Art de Girona: cespite sub duro cubat/ Teudus ubi iacebat/ in honori Santi Martini/nullus homo non abeo li/cencia ibi iacere nisi poste/ritas m[ea] et si fe[cer]it ira/d[e]i incura[t] su[pe]r illut. Traducido como: “Teudis descansa sobre la tierra dura donde estaba enterrado en honor de San Martín. Ningún hombre tiene licencia para ser enterrado aquí si no es mi descendencia, y si alguien lo hiciera, la ira de Dios caiga sobre él”.

 

Cabe notar, finalmente que la pieza encuentra paralelismos con otras piezas ubicadas en la misma ciudad de Girona. La inscripción empieza igual que la lápida sepulcral del obispo Servusdei integrada en los muros del presbiterio de Sant Feliu de Girona. El motivo decorativo, tardoantiguo u altomedieval, aparece en las impostas del interior de San Daniel, que decoran los arcos del crucero.

 

Texto y fotos: Annaïs Pascual Alfaras

 

 

Bibliografía

 

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