Castillo de Torreblanca
PONTS
Castillo de Torreblanca
El Castillo de Torreblanca se eleva sobre un cerro que controla un meandro del río Segre. Saliendo de Ponts por la C-1412b en dirección a Gualter, se debe tomar una pista a mano izquierda y seguir 1,5 km hasta divisar la iglesia de Sant Joan. Una vez a los pies de la colina se ha de dejar el vehículo y ascender a pie hasta la cumbre.
El lugar de Torreblanca, que era conocido a principios del siglo xi por el nombre de Castelló, aparece por primera vez en la documentación en 1019, en una donación realizada por Ramon Berenguer I, conde de Barcelona, y Ermengol II, conde de Urgell a Sant Miquel de Montmagastre. En 1102 es citado junto al castillo de Rialp y en 1131 en el testamento del vizconde Guerau Pons. La ocupación del castillo y la construcción de la iglesia de Sant Joan de Torreblanca se inscriben en el marco de la campaña repobladora de los condes de Urgell y Barcelona. Este límite sur del condado de Urgell, fue un destacado frente de colonización a principios del siglo xi.
Los restos conservados corresponden al muro norte del castillo, de unos 20 m de largo por 4 m de ancho, dispuesto en dirección este-oeste. Éste cierra el extremo norte de la plataforma rocosa, mientras que los muros sur y este, situados al borde del risco, se deslizaron vertiente abajo en fechas desconocidas. El alzado conservado, de entre 3,5 m y 4 m en algunos puntos, se encuentra rematado en sus extremos por sendos torreones de planta cuadrangular. El paramento del castillo está realizado íntegramente en grandes sillares de arenisca que presentan un acabado a cara vista, con sus aristas perfectamente escuadradas que denotan un gran dominio del trabajo de cantería. J. Bolòs remonta su cronología a un momento anterior al año 1000, opinión que compartimos, ya que como señala dicho investigador, su fábrica es muy similar a las murallas del Balaguer andalusí. En todo caso, la presencia de la iglesia de Sant Joan a sus pies, y la abundante documentación sobre el castillo y el lugar durante los siglos xii y xiii indican no sólo la reutilización de la fortaleza después de la conquista, sino también la creación de un pequeño núcleo habitado en el mismo cerro.
Texto y fotos: Nuria Otero Herráiz
Bibliografía
Bach i Riu, A., 1986-1987, pp. 252-253; Buesa Conde, D. y Peña Monné, J. L., 1978; Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, pp. 425-426; Chesé Lapeña, R., 2011, pp. 553-561.