Santa Maria del Pla de Artesa de Segre
ARTESA DE SEGRE
Iglesia de Santa Maria del Pla
Al sureste de Artesa de Segre, cerca del canal de Urgell y de la carretera que va a Tàrrega, se encuentra la ermita de Santa Maria del Pla, la cual se erige solitaria en medio de un paisaje dominado por huertas y cultivos de regadío. Algunos documentos del Llibre de les Estimes del periodo comprendido entre 1548 y 1560 confirman la posibilidad de que tanto la iglesia de Santa Maria de Artesa como el santuario de la Virgen del Pla guarden una estrecha relación. Durante la colonización del valle de Artesa, el núcleo poblado que se estableció se situaba en el sureste de la sierra coronada por el antiguo Castellot, pero entre 1037 y 1071 la vieja villa fue destruida como consecuencia de las continuadas luchas entre musulmanes y cristianos, lo que obligó a éstos a abandonarla y levantar una nueva población sobre la huerta del río Segre, conocida en aquellos tiempos con el nombre de la Riba Grossa. Gracias a la generosidad de Arsendis de Tost, esposa de Arnau Mir de Tost, se construyó un nuevo templo parroquial y un foso. Un siglo más tarde, en 1169, Arnau de Artesa, castellano de dicha fortaleza, dejó en su testamento diez sueldos a Sanctam Mariam de Plano de Artesa. Se ignora si la iglesia antigua de Artesa fue reconstruida. En todo caso, se mantuvo como un centro de peregrinaje a lo largo del tiempo, conocido actualmente como el santuario de Nostra Senyora del Pla.
En el patio tapiado del muro meridional de la ermita hay vestigios interesantes, como los restos de cimientos, nunca estudiados, y la presencia de un foso de origen remoto, al que se hace una posible referencia en el testamento de Arsendis de 1068, que confirman la teoría defendida por algún historiador según la cual la iglesia de la antigua población de Artesa sería un antecedente del actual santuario. La ermita de Santa Maria del Pla es el resultado de una serie de profundas intervenciones llevadas a cabo sobre la construcción medieval original durante el siglo xviii. De la antigua fábrica románica tan sólo se han conservado algunos vestigios en los muros laterales. En el lienzo norte, se aprecian cegados tres arcos formeros de medio punto, uno de ellos de menor tamaño. Tanto los arcos como las pilastras sobre las que descansan, presentan un aparejo formado por sillares bien escuadrados, no pulidos, de tamaño desigual, más grandes en la parte inferior y dispuestos en hiladas regulares. Sobre el arco occidental se aprecia lo que puede ser el arranque de una bóveda. Se conservan en el paramento original algunos mechinales. En el muro sur, dentro de un patio tapiado, permanece oculta la puerta original de acceso a la ermita. A la luz de los restos conservados se ha planteado la posibilidad de que fuera un templo de planta basilical de tres naves cubiertas con bóvedas de cañón compartimentadas por arcos fajones. A pesar de lo escaso de los restos, se han datado en el siglo xi.
Texto y fotos: Helena Soler Castán
Bibliografía
Catalunya Romànica, 1984-1998, XVII, p. 172; Lladonosa i Pujol, J., 1990, pp. 165-167.