Identificador
49000_1079
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
41º 30' 3.14'' , Lo, g.: 5º 44' 58.92''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Zamora
Provincia
Zamora
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
ESTA ANTIGUA PARROQUIA, convertida hoy en almacenes del contiguo Museo de Zamora (ubicado en el palacio de Puñoenrostro), se halla en la zona sur de la ciudad, muy cerca del Puente de Piedra, presidiendo la plaza que lleva su nombre. Durante la Edad Media el sector de la ciudad donde se ubica, conocido como la Puebla del Valle, muy cercano al río Duero, fue lugar donde desarrollaban su labor numerosos gremios artesanos, cuya actividad se ha perpetuado en el nombre de las calles circundantes. Originalmente estuvo extramuros, al pie del primer recinto amurallado -del que todavía se conservan restos a sus espaldas-, muy cerca de San Cipriano, pero no quedará dentro de las murallas hasta que en el siglo XIV, durante el reinado de Alfonso XI, se levante el tercer recinto. No obstante su origen debió estar en la expansión que experimenta este sector de la ciudad de Zamora a partir de los años finales del siglo XI y especialmente durante el XII. En este sentido se ha querido identificar la Puebla del Valle con el lugar llamado también Valle al que en el año1094 Raimundo de Borgoña y su esposa Urraca Alfónsiz otorgan fuero, aunque voces discrepantes consideran que se trata más bien de una aldea que con ese nombre existió cerca de Gema, no lejos tampoco de la capital. Sea como fuere lo cierto es que es en esos momentos cuando se produce el desarrollo urbano que afecta a esta zona cercana al río y que originó la creación de nuevas parroquias, como la de Santo Tomé y Santa María de Horta, además de la que nos ocupa. Aparece citada por primera vez en un documento sin fecha pero que Lera Maíllo sitúa entre 1197 y 1210. En él aparecen Pelayo Serrani y su esposa, moradores en la colación de Santa Lucía, como vendedores de una viña al chantre de la catedral don Egas. A partir de ese momento el barrio es nombrado en numerosos documentos, aunque casi siempre en contratos de compra venta de casas o bodegas. En alguno de ellos se menciona también la existencia de carnicerías y otras tiendas en esa plaza. El edificio actual está levantado fundamentalmente a base de sillería arenisca local y se compone de gran cabecera cuadrangular flanqueada por dos sacristías y ancha nave de tres cortos tramos, separados por grandes arcos diafragma apuntados, con portada a mediodía y espadaña sobre el hastial. Todo ello es el resultado de profundas modificaciones que han dejado muy poco del primitivo edificio románico. Hacia el siglo XIV se debió renovar todo el interior, construyéndose los grandes arcos de la nave, al posterior de los cuales se adosó en 1522 la capilla de la Soledad. A fines del siglo XVII se hizo la cabecera, con el camarín que preside el testero, y a este momento debe corresponder también la portada. En el siglo siguiente se abovedó con yeso el interior -unas bóvedas ya eliminadas- y se levantó la espadaña. En definitiva, de época románica apenas si ha sobrevivido el lienzo norte exterior de la nave y posiblemente la mitad septentrional del hastial, donde se halla una antigua portada cegada. Ese muro septentrional románico está hecho en sillería y es liso, sólo interrumpido por dos pequeñas saeteras cegadas, ambas con arco doblado de medio punto sobre pilastras. El alero se conserva completo, con 23 canecillos, varios de ellos mutilados. Entre el resto predominan los de forma troncopiramidal invertida, unas veces lisos, a veces con incisiones que dan lugar a hojas lanceoladas, en otras ocasiones tales hojas están en somero relieve, e incluso a veces hay una tercera hoja central. Hay igualmente ejemplares a modo de pequeños capitelillos pinjantes, de cestas lisas, rematadas en bolas, cuya imagen parece vagamente una cabeza de bóvido. En cuanto al hastial, está dividido verticalmente por la mitad, con dos planos, avanzando la norte apenas 10 cm sobre la otra. En esa mitad septentrional se adosó en siglos modernos una especie de habitáculo angosto cerrado con reja, pero en su interior se llega a ver una portada con arco apuntado y doblado, sobre pilastras, aunque sin impostas, que tal vez hayan sido mutiladas. Las aristas de la arquivolta exterior y de su correspondiente pilastra son achaflanadas. En la parte alta de este muro hay dos ventanas, una cuadrangular, sobre cuyo dintel se aprecian restos de una venera de ventana anterior, en todo caso ambas posmedievales y en una cota superior otra de arco lobulado, cuya cronología es difícil de calibrar, aunque pudiera ser incluso contemporánea de la primera fábrica, a pesar de que dudamos que en tal caso esté en su primera ubicación. Los pocos autores que han hecho algún tipo de consideración artística de este templo suelen coincidir en la idea de que la primitiva iglesia románica tuvo tres naves, suponiendo implícitamente que su anchura era la misma que la actual. No obstante el único elemento indudable que nos queda de tal época es el muro norte y en todo caso la mitad del hastial, en cuyo caso y si consideramos que la portada cegada es contemporánea y ocuparía el centro del muro, la idea de las tres naves se hace más insostenible. Al margen de tales hipótesis lo que resulta evidente es la relación de este templo con muchos de los que se levantan en la ciudad en el entorno del año 1200, compartiendo todos unos canecillos que tuvieron notable éxito, localizados también en la catedral, en San Isidoro, en San Ildefonso, en San Juan de Puerta Nueva, en Santa María de la Horta o en el Santo Sepulcro, entre otras construcciones. Curiosamente los dos tipos de canes que vemos en Santa Lucía son también los que aparecen en los escasos locales comerciales de esa época de los que nos ha llegado algún resto y que están repartidos, además, en calles muy cercanas a esta antigua parroquia.