Identificador
37270_01_006
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
40º 51' 0.56'' , -6º 42' 31.26''
Idioma
Autor
Jaime Nuño González
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
San Felices de los Gallegos
Municipio
San Felices de los Gallegos
Provincia
Salamanca
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
LA AMPLIA PARROQUIA DE Nuestra Señora de la Asunción se encuentra situada en medio del casco urbano, presidiendo la plaza, junto a una de las puertas de la muralla, aunque extramuros del ahora casi despoblado recinto medieval. Es uno de los cinco templos que todavía se conservan en la villa. Está levantada en sillería de granito y formada por una cabecera poligonal y tres naves separadas por amplios arcos, mucho más ancha la central que las laterales, que llevan incorporadas dos pequeñas capillitas que dan aspecto de crucero. Tiene dos torres, una a los pies y otra en la fachada meridional, en el encuentro entre cabecera y naves, mientras que una amplia sacristía se adosa al norte. Buena parte del edificio es producto de una profunda reforma llevada a cabo en el siglo XVI, con algunos añadidos a lo largo del XVII y con modificaciones realizadas a partir del incendio que sufrió en 1887 en el que se quemaron doce retablos, entre ellos el mayor, con nueve tablas de Luis Morales. Sólo algunas partes de los muros de las naves pueden ser consideradas como románicas, aunque dentro de unas fases tan tardías que pueden ser analizadas desde la óptica protogótica. De ese momento queda parte del muro norte, incluyendo una pequeña portada, el hastial occidental, con otra puerta más monumental y buena parte de la fachada meridional, aunque otra portada que aquí se encuentra -y que hoy es la principal- fue renovada por completo hacia el 1500. En este lado se reconoce perfectamente el paramento antiguo, que llega hasta la mitad de la altura actual, con numerosas marcas de cantero, y que está coronado por los restos del antiguo alero, con todo un conjunto de canecillos recortados a ras de muro. En la fachada norte se reconoce también la primitiva fábrica en toda la mitad occidental, constituyendo un robusto, macizo y bien labrado paramento, con numerosas marcas de cantero, en el que se encuentra una portada cegada, formada por arco de medio punto doblado, sobre pilastras con impostas de nacela y trasdosado con chambrana nacelada. Son ostensibles asimismo los restos del alero original, con todos los canes recortados. Parte de esos canecillos e incluso de la cornisa se salvaron de la destrucción al ser incorporados como remate de una capillita abierta en ese lado ya en época gótica, cronología que se desprende del sistema de contrafuertes oblicuos que emplea. Sobre tal capilla se han conservado nueve canecillos con distintas decoraciones geométricas (agrupación de medias bolas, puntas de diamante, aspas, cilindros) y una roseta, sosteniendo la cornisa de listel y chaflán. En el hastial se conserva igualmente la vieja fábrica, con una portada enmarcada entre pilastrillas y formada por arco de ingreso y tres arquivoltas, todas lisas y levemente apuntadas, de aristas vivas, con chambrana de nacela. Los apoyos de las arquivoltas se hacen sobre columnillas acodilladas dispuestas sobre alto plinto individualizado, con basas de desarrollado toro y fino collarino -generalmente muy erosionadas-, fustes monolíticos y capiteles vegetales, un tanto toscos, unos con puntiagudas hojas lisas, a veces rematando en bolas, otros con especie de helechos entrecruzados y en algún caso con acantos bajo arquillos. Los cimacios, de nacela, se prolongan por un lado en las pilastras del arco de ingreso y por otro en los delgados contrafuertes que enmarcan todo el conjunto. Sobre esta portada se aprecia el remate del antiguo hastial a dos aguas, que incluye también un pequeño y sencillo óculo cegado. En el interior resulta más difícil apreciar la estructura primitiva, a pesar de que los muros tienen la sillería desnuda. Se ve perfectamente la portada norte y al mismo momento pueden corresponder los dos arcosolios apuntados que presiden el testero de las naves laterales y que quizá sean los torales que daban paso a los respectivos absidiolos; sobre uno de ellos, el del lado de la epístola, se aprecia claramente la traza de la cubierta anterior al recrecimiento de la nave. Igualmente, sobre el machón que separa el testero de la nave septentrional de la capilla mayor, se aprecian restos de un arco de medio punto que pudiera ser de la misma fábrica original. A juzgar por los restos conservados en el perímetro de la nave, el templo románico debió tener unas dimensiones muy similares a las actuales, posiblemente también organizado en tres naves y con similar distribución. Estamos ante un edificio bastante tardío, que habría que fechar ya en las primeras décadas del siglo XIII, con una vinculación con lo tardorrománico-protogótico zamorano o con otros edificios salmantinos como la ermita del Cristo, de Hinojosa de Duero , caracterizados por el enmarque de portadas entre pilastrillas y por unas formas decorativas muy evolucionadas. MURALLAS Casi nunca resulta fácil fechar la construcción de recintos amurallados, entre otras cosas por la ausencia de referencias artísticas o estilísticas y por la continua renovación a que suelen estar sometidos. En el caso de la de San Felices de los Gallegos la existencia de una Cerca Vieja y de otra Cerca Nueva, prácticamente contiguas y con algunos elementos que parecen de época común, complica mucho más el asunto. La primera de ellas ha sido detenidamente analizada por Muñoz García y Serrano-Piedecasas, autores que han reconocido la existencia de seis fases distintas. Al margen de la primera, que remontan a un momento bajoimperial romano, o de la segunda, que fechan hacia los siglos X y XI, a nosotros nos interesaría la tercera, dividida además en dos períodos, una fase IIIa en la que se levantarían las torres cuadradas con sillería en las esquinas y con marcas de cantero, que datan en el siglo XII; y una fase IIIb, ya del siglo XIII, en que se rehacen las puertas del recinto de la Cerca Vieja, entre ellas la desaparecida Puerta del Moro y la que ellos llaman puerta-torre. Es esta última una entrada situada en el lado este del recinto, semioculta por una torre albarrana en espolón que se levanta delante de ella; debió tener dos barreras de portones a juzgar por las quicialeras, enmarcadas entre sendos arcos apuntados, con dos cortas bóvedas de cañón apuntado que arrancan de impostas, de las cuales la exterior es bastante más alta. Según los mismos autores esta obra no rebasaría la mitad del siglo XIII. Por lo que respecta a la Cerca Nueva, conserva dos puertas igualmente en arco apuntado, la Puerta de las Campanas y la Puerta del Puerto, cuyas similitudes con las anteriores es reseñada por esos estudiosos, aunque se inclinan por una cronología en este caso del siglo XIV. Nos interesa especialmente la Puerta de las Campanas, más compleja y mejor conservada que la otra y que se halla situada frente al hastial de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Está formada por doble arco apuntado, delimitando una corta bóveda del mismo tipo, con impostas de listel y chaflán, sobre el que se levanta una potente torre rematada en siglos posteriores por un campanario. La presencia de marcas de cantero idénticas a las de la iglesia aboga, a nuestro entender y contra la opinión de Muñoz García y Serrano-Piedecasas, por una cronología también de las primeras décadas del siglo XIII. Ante esta coincidencia de fechas para elementos de ambas cercas cabría preguntarse si no estamos ante dos recintos contemporáneos, a modo de barrera y contrabarrera -lo que tampoco sería algo extraño-, en los que el del exterior o Cerca Nueva hubiera sufrido profundas transformaciones en los muros que no afectaron a las puertas.