Identificador
09585_02_003
Tipo
Formato
Fecha
Cobertura
43º 9' 56.91'' , -3º 12' 25.52''
Idioma
Autor
Augustín Gómez Gómez
Colaboradores
Sin información
Edificio Procedencia (Fuente)
País
España
Edificio (Relación)
Localidad
Bortedo
Municipio
Valle de Mena
Provincia
Burgos
Comunidad
Castilla y León
País
España
Claves
Descripción
ALGUNOS AUTORES RESEÑAN la existencia en la parroquial, a principios de siglo, de una bóveda de cañón que destruyó un incendio en 1928. Igualmente se menciona una anterior destrucción en la Segunda Guerra Carlista, origen de la iglesia que conocemos hoy. Por último, López del Vallado, que la vio en 1915, señala la existencia de tres imágenes de la Virgen con el niño, dos de ellas románicas del siglo XII y XIII respectivamente. En la actualidad, de la primitiva iglesia románica -que en ocasiones es mencionada como monasterio- sólo queda la portada cobijada bajo un atrio moderno en el lado sur. De factura popular, posee un tímpano que apoya sobre los cimacios de la jamba y una arquivolta de diez dovelas que lo hace sobre los cimacios de los dos capiteles existentes, que coronan sendas columnas acodilladas. El tímpano es monolítico y consta de un arco a modo de chambrana decorado con un ajedrezado y, por debajo de éste, otro arco constituido por doce bolas. Dentro del arco de las bolas, nos encontramos de nuevo con otro, en esta ocasión a modo de bocel. Pero en éste dos animales se agarran a él. Se trata de dos animales híbridos, mitad simios mitad aves, que con la boca muerden esa moldura y con las patas se agarran a ella. La cabeza y las patas parecen de simios, mientras que en el cuerpo se adivinan formas que semejan unas alas y por tanto cuerpo de ave, pero sin que esto quede del todo claro. Esta forma de enmarcar media circunferencia en cuyo interior no existe ninguna decoración, fue el motivo que condujo a López del Vallado y Pérez Carmona a pensar que pudo existir un escudo y que las figuras en realidad fuesen ángeles. Los cimacios de las jambas se decoran con simples incisiones horizontales y con flores de cinco y seis pétalos dentro de círculos, decoración que se extiende al cimacio del capitel situado a la derecha. Por el contrario, en el lado izquierdo el cimacio se decora con otras flores, en este caso sin que queden dentro de círculos. Junto a este cimacio, una imposta reaprovechada con decoración de ajedrezado y puntas de diamante nos está demostrando la modificación de la portada, posiblemente cuando se perdió la iglesia románica. Luego veremos otro elemento que nos habla igualmente de una alteración en el montaje de este acceso. Los dos capiteles mantienen unas características similares. Se trata de cestas con volutas en la parte superior que se juntan en el ángulo del capitel y por debajo, en el caso del de la izquierda con dos filas de rollos cubiertos con caperuzas puntiagudas, y en el de la derecha con dos filas de medias bolas encastradas en el capitel. Las basas están compuestas por los característicos toro , escocia y plinto. Uno de los plintos, el de la derecha, es liso y el de la izquierda va decorado con bolas. Este motivo de bolas es frecuente en el Valle de Mena, pudiéndolas ver también en Burceña, San Pelayo de Ayega, Siones y Vallejo de Mena. Lo más llamativo es que estos plintos se apoyan sobre dos piezas semicirculares decoradas con ajedrezado, que peraltan la portada y salvan el desnivel existente. Todo parece indicar que se trata de piezas reaprovechadas en la construcción de la nueva iglesia y por tanto fruto del traslado o, al menos, del desmontaje y nuevo montaje de la portada, lo que viene reforzado por el reaprovechamiento también de cimacios, como antes vimos. La decoración de los capiteles y los cimacios son frecuentes en otras iglesias del Valle de Mena, lo que nos sitúa en la misma línea del horizonte cronológico de fines del siglo XII, dentro de una estética de rasgos populares. En el interior, a los pies de la iglesia se conserva una pila bautismal de traza románica, cuadrada, con unas dimensiones de 82 x 91 cm y una altura 60 cm. Apoya en una basa circular, y ni ésta ni la copa poseen decoración. Todo ello hace que sea muy difícil establecer una cronología para esta pieza de mobiliario litúrgico.